El triunfo de Iceta salva al PSC de los flirteos con el soberanismo
Bailó ‘Don’t stop me now’ con Sánchez y pondrá en aprietos al PSOE por su “no” a Rajoy.
16 octubre, 2016 02:21Noticias relacionadas
“Te necesitamos, alcaldesa”. Si el halago debilita, la frase que Carles Puigdemont le dedicó hace unos meses a Núria Parlon se revela ahora como profética tras su derrota ante Miquel Iceta en la batalla por el liderazgo del PSC. La alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, considerada como un valor en alza, renovador e izquierdista para el PSC, ha sido vencida por una figura política constante en las últimas décadas en Cataluña. Un habitual en la segunda fila que a última hora ha acabado consolidándose como un líder por su pragmatismo, proyección nacional y carácter afable.
Muchos lo daban por muerto antes de las últimas elecciones catalanas. No fueron buenas para el PSC, que se dejó cuatro escaños y fue superado por Ciudadanos, ahora líder de la oposición. Pero Iceta (Barcelona, 1960) consiguió evitar el sorpasso de la izquierda aglutinada en torno al equipo de Ada Colau, Podemos, Iniciativa per Catalunya e IU, al que superó en cinco escaños en el Parlament. Su campaña sufrió un revulsivo cuando Iceta se marcó un baile con Pedro Sánchez que sacó del marasmo a una campaña de circunstancias gracias a la fuerza de su carácter. Iceta podría no llegar a president, pero caía bien a todo el mundo. La canción, una de sus favoritas, era Don’t stop me now, de Queen.
Desde entonces, Iceta se ha servido de la ironía y de su creciente proyección nacional para consolidarse como una de las caras visibles del socialismo más allá de Cataluña. Iceta es un hombre de partido, al que se afilió al cumplir la mayoría de edad y en cuya Ejecutiva está casi sin interrupción desde 1984, siendo diputado en el Parlament desde 1999 hasta la actualidad. Ha estado en las etapas importantes del PSC, desde los tripartitos de Pasqual Maragall y José Montilla hasta la defensa del derecho a decidir, abandonada por el partido meses antes de las autonómicas de 2015.
Con Iceta, muchos respiran aliviados en Ferraz. El reelegido primer secretario del PSC pondrá sin duda en aprietos al PSOE, partido jurídicamente distinto, porque sus primeras palabras este sábado fueron para rechazar que los socialistas actúen como “muleta” del PP facilitando el Gobierno de Mariano Rajoy. Pero en eso no había diferencias entre Parlon y él.
Iceta es un líder muy cercano a Sánchez, como él mismo se encargó de recordar en un enfático discurso hace tan solo tres semanas. Parlon tenía más afinidad personal con Susana Díaz, la presidenta andaluza, y sobre todo con Eduardo Madina. Con ambos compartía sus muchos recelos ante Sánchez.
Ambigüedad sobre el modelo de Estado
Pero esa alianza implícita de Parlon, Díaz y Madina la orientaba la distancia orgánica con Sánchez, no la ideológica. La alcaldesa de Santa Coloma ha flirteado con los partidos nacionalistas, a los que cree que hay que vencer pero tampoco dar la espalda. Parlon soñaba con competir con Ada Colau como figura renovadora y fresca de la política catalana, pero con ella comparte la ambigüedad sobre el modelo de Estado y las competencias de Cataluña.
Iceta comparte el corpus ideológico del PSC, que considera a Cataluña una nación y que estaría dispuesto a una Ley de Claridad como la canadiense que podría abrir la puerta a un referéndum si fracasa la reforma de la Constitución que defienden los socialistas. Es algo que tendrá que debatir el PSC en el congreso que una vez elegido al líder tiene que redactar los documentos finales.
Pero Iceta es considerado un líder más alejado del independentismo, sin complejos ni ganas de competir ideológicamente con él y más proclive a pactar con Ferraz que a tratar de arañar votos en caladeros ajenos en Cataluña. Para algunos, business as usual, la política de siempre que ha llevado al PSC a sus cotas más bajas entre el electorado. Para otros, el líder sensato que desde la moderación y la coherencia puede reconstruir un partido demasiado lastrado por la polarización y sus errores del pasado.
Puentes con Díaz
Cuentan que en el Comité Federal del 1 de octubre que acabó con Sánchez, Iceta fue de sus defensores, pero que supo cuándo parar. Frente a otros en el equipo del ex secretario general, el reelegido líder del PSC supo tender puentes con Díaz y los barones críticos al reconocer que el enfrentamiento entre sectores conducía al partido a un callejón sin salida. Y eso es algo que la gestora presidida por Javier Fernández agradece frente a una Parlon a la que veían más problemática por sus flirteos con el independentismo. “Me gustaría que de ese congreso saliera reforzado el eje ideológico en relación al eje identitario. Nadie como yo desea que lo que salga no supere las cuestiones pactadas en Granada [donde el PSOE y el PSC apostaron por la reforma de la Constitución], porque eso significaría una revisión, implícita o explícita, de la relación del PSOE con el PSC”, advertía hace unos días Fernández en una entrevista con El País.
Cuando en la última hora del Comité Federal se produjo la votación que certificó la muerte (de momento) de Sánchez, Iceta fue de los que les trasladó que tenía que tirar la toalla. Ahora, Iceta ha sobrevivido a su propio aliado y tiene que decidir si, más allá del “no” a Rajoy que espera voten los ocho diputados del PSC, quiere trabajar por la vuelta de Sánchez o aplicar su celebrado pragmatismo al servicio de un PSOE distinto.