Rita Maestre: "Estoy contenta con Pablo, pero espero que Podemos le trascienda algún día"
"En Madrid no necesitamos padrinos ni hermanos mayores"/"El pablismo y el errejonismo son una caricatura, no existen"/"Nos deberíamos ahorrar señalarnos entre nosotros".
18 octubre, 2016 00:29La agenda de Rita Maestre se marchita y apenas le quedan páginas. Alterna sus citas como portavoz del Ayuntamiento de Madrid con la campaña por liderar Podemos en la Comunidad. Habla largo y rápido. Tras algunas respuestas, bromea: "Me he saltado el compromiso de ser breve".
La entrevista llega horas después de un tuit de Pablo Iglesias que ha escocido entre los partidarios de Errejón. El secretario general de Podemos se ha mofado de la uve de la victoria. La ha tachado de mediocre. Un símbolo que enarbola su compañero en casi todos los mítines. Unos días antes, un diputado de la Asamblea de Madrid ha recriminado a Maestre uno de sus mensajes en esta red social: "Quita esa bobada". "A Twitter lo carga el diablo, no es el mejor espacio para el debate", razona Maestre.
Hoy todo negro, del vestido a las zapatillas. Pero no el futuro de su partido. No teme heridas insalvables y se refiere al 'pablismo' y el 'errejonismo' como una caricatura tan ridícula como inexistente. Rita Maestre quiere liderar Podemos en Madrid y pelea para que el debate estatal no le robe la pelota: "Aquí no necesitamos padrinos ni hermanos mayores".
¿Le ha molestado el tuit de Pablo Iglesias?
No, en absoluto.
Algunos de sus compañeros, los más afines a Errejón, se han ofendido. ¿Lo entiende?
No he hablado de eso con mucha gente. Ya hemos aprendido que los debates por Twitter tienen limitaciones. ¿Qué Podemos queremos para hacer un país más justo? Esa es la discusión en la que estoy metida.
¿Existen 'pablistas' y 'errejonistas'?
No. La mejor respuesta a esta pregunta se obtiene al acercarse a un círculo de Podemos. Allí la gente dice que está con el cambio y que dedica su tiempo a trabajar por una organización política que dé un giro al país. Esas dos etiquetas no estructuran la vida interna del partido ni recogen los muchísimos matices que existen en Podemos, que son positivos y que debemos reivindicar con orgullo.
Dice que estas etiquetas no existen, pero en la Asamblea, en el Congreso y en los grandes mítines, se ve a los principales miembros del partido estructurados en grupos referenciados en Iglesias y Errejón.
De verdad, creo que las etiquetas se quedan cortas. Hay muchísimas personas que no se pueden clasificar así. Claro que cada uno tiene sus amistades y sus afinidades personales, pero como en cualquier grupo humano. En Podemos se produce un debate muy rico que no debe ridiculizarse. Esas dos etiquetas suponen una caricatura ajena del partido con la que no me reconozco. Nos haríamos un flaco favor si asumiéramos las categorías que intenta imponernos el adversario.
¿A qué se refiere?
Los editoriales de El País, por ejemplo, hablan de un Podemos dividido entre quienes se muestran afines al PSOE y aquellos que se colocan en un ala más radical. Cualquiera de esas dos opciones interesa a las fuerzas del régimen. Me niego a aceptarlo. Hemos conseguido que nuestras ideas estructuren el debate político en España. La gente se mofaba de las palabras que ahora están encima de la mesa: movimiento popular, mayorías sociales, hegemonía… Somos una fuerza con capacidad de dirección. Por eso el PP se vio forzado a hacer en campaña una ruta social, porque generamos una competición por ver qué partido era capaz de hacer mejor el día a día de la gente.
Un compañero de partido le dijo en Twitter: “Borra esa bobada”. Los anticapitalistas la acusan en sus documentos de concebir el poder como un fin. Espinar, en una entrevista con este periódico, la acusó de haber antepuesto su protagonismo al partido. Al conocerse su paso adelante, Iglesias dijo: “Llegarán candidaturas mejores”. ¿Esto no es un debate muy tenso?
Cuestiono el etiquetaje en cajones cerrados. Sería absurdo negar las diferencias, por algo hay una asamblea abierta y unas primarias a la vuelta de la esquina en la Comunidad de Madrid. Si no hubiera divergencia, seríamos como el PP y obedeceríamos a un señor, que ordenaría con el dedo. En Podemos se discuten distintas estrategias para alcanzar un mismo objetivo. Por ejemplo, los anticapitalistas no son mis planteamientos ideológicos y no hay nada de malo en eso. Pero hay que ser cuidadoso a la hora de expresar las diferencias. Hacemos flaco favor a Podemos si no nos comportamos con el debido compañerismo y respeto. Nos podíamos evitar señalarnos entre nosotros. Por eso trato de ser cuidadosa y no nombró a mis compañeros cuando tengo acceso a los medios. Para eso existen otros espacios de debate.
¿Le han dolido estas críticas?
Bueno… Prefiero que seamos respetuosos. A Twitter lo carga el diablo, no es el mejor espacio para el debate. La condescendencia entre compañeros sobra.
Pablo Iglesias dijo en su último mitin: “Nosotros podemos ser nuestro peor enemigo”.
Podríamos serlo, pero no lo somos. Discutimos mucho, pero no se ven en nuestro partido las terribles imágenes del PSOE. Nuestras diferencias son de táctica, y no de contenido fundamental. El socialismo se rompió al decidir cuál debe ser su aportación al Gobierno.
El pacto con Izquierda Unida, el giro a la izquierda y la vuelta a los orígenes son algunos de los puntos que articulan el debate en Podemos. ¿Usted dónde se encuentra?
No se está generando un enfrentamiento entre quien considera que las instituciones son la bomba y quienes piensan lo mismo de la calle. Podemos no funciona así. El modelo de Vistalegre, concebir el partido como una máquina de guerra electoral, ha llegado a su fin. Ahora debemos construir, que los círculos tengan una capacidad de decisión y de diagnóstico más amplia.
¿Apuesta por un pacto con Izquierda Unida?
Es una cuestión que debe evaluarse en cada situación. En el Ayuntamiento de Madrid formo parte de una candidatura en la que hay compañeros de otras organizaciones y movimientos sociales. Es una fórmula magnífica, la de tener capacidad de sumar. Pero repito: depende de cada lugar y tiempo concreto.
Se acercan las primarias en la Comunidad de Madrid. ¿Qué diferencia su proyecto de la candidatura de Ramón Espinar, afín a Iglesias?
Las diferencias habría que buscarlas comparando… Yo pongo encima de la mesa nuestra propuesta, la de Adelante Podemos: no perder nuestra esencia, la voluntad de cambio y de ganar. Queremos convertirnos en un actor político que dirija el rumbo de nuestro país. No aceptamos ser una minoría sin incidencia. Nuestro objetivo es batir al partido de la Púnica y de la corrupción, articular un movimiento popular que rompa la cultura neoliberal del PP. También apostamos por la descentralización.
Una contradicción: en Podemos se presume de un debate rico en propuestas, pero luego sus candidatos evitan relatar las diferencias en sus entrevistas.
Si lo hiciera, me vería obligada a nombrar y calificar lo que hacen los demás. Entonces, inevitablemente, por hablar desde un punto de vista subjetivo, minusvaloraría su trabajo. Creo que la gente tiene suficiente capacidad de análisis para elegir a partir de distintas entrevistas o documentos. El espacio mediático es crucial para la política, pero no tanto para el debate interno.
Tanto los anticapitalistas como la candidatura de Espinar han criticado su proyecto. ¿Ve probable su unión antes de las primarias?
Es una posibilidad. Si se da, espero que se haga en torno a acuerdos políticos y programáticos. Será legítimo, por supuesto.
¿Por qué dice que espera que se haga en torno a acuerdos políticos ¿Sospecha que podría hacerse por una cuestión personal?
La crítica a la cuestión de las caras tenía una caducidad muy clara. Les duró una semana. Todas las propuestas políticas van asociadas a rostros y nombres. No tiene nada de malo.
¿Teme que la dirección del partido apoye la candidatura de Espinar?
Es bueno que la dirección mantenga una política de neutralidad. Queremos que el debate gire en torno a Madrid. No necesitamos padrinos ni hermanos mayores.
¿Podemos es posible sin Iglesias y Errejón?
No lo sé. Durante mucho tiempo no lo ha sido. Estoy segura de que todos aspiramos a construir una organización que esté viva más allá de sus caras o impulsores. No sé si ese momento ha llegado ya. Estoy encantada de que Pablo sea mi secretario general, pero desearía que en algún momento la organización les trascienda.
¿Teme que la campaña abra heridas demasiado grandes?
No. Estamos siendo responsables y lo vamos a seguir siendo. Tenemos entre manos una organización con grandes dosis de ilusión y de esperanza como para que alguien juegue con ella como si fuera un objeto particular. El clima es bueno y no estamos haciendo esfuerzos para mantenerlo.
¿Qué tiene que ser Podemos en Madrid ciudad?
La decisión estratégica competerá a todas las comunidades y se tomará a nivel estatal. Cuando llegue el momento, habrá que analizar los actores implicados, cómo ha funcionado la fórmula actual y elegir en casos concretos.
¿Qué tal se ha tomado Manuela Carmena este paso adelante? ¿Le quita tiempo para su trabajo municipal?
Trabajo mucho -se ríe-. Ella ha exigido, con todo el derecho del mundo, no verse sometida a la dinámica que tiende a obligar al posicionamiento político. Manuela ha dicho que no quiere entrar en ese debate y no voy a ser yo quien la meta.
¿Los círculos corren peligro de muerte?
Nos hace falta trabajo político. Cuando no hay hoja de ruta, se dispersan los intereses. A lo mejor nos dedicamos demasiado a mirarnos el ombligo. Percibo que la gente no quiere eso, sino tener capacidad de incidencia y recursos para poder ejercerla. Eso deben ser los círculos.