No les queda más comida que los sacos de 15 kilos de arroz que la ONU reparte en las inmediaciones de Mosul. Huyen de sus hogares tras la ofensiva lanzada por las fuerzas iraquíes -auspiciadas por la Coalición Internacional- contra el bastión del Estado Islámico; una fortaleza de más de 1,3 millones de habitantes en la que los yihadistas han puesto en práctica sus dogmas. El asalto definitivo para su liberación ha comenzado. Y un puñado de soldados españoles es testigo de lo que está ocurriendo en el corazón del terror.
"Mi pueblo querido, hijos de Mosul, la hora de la victoria ha llegado". El primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, anunció de este modo y en televisión la ofensiva para liberar la ciudad. A las dificultades que tiene combatir a los yihadistas, atrincherados y bien organizados, las fuerzas oficiales se encuentran con otra problemática: los miembros del Estado Islámico pretenden usar a la población civil como escudo humano.
La operación Inherent Resolve
Mosul está cercada desde hace tiempo; las capacidades para liberarla no han sido aprobadas hasta hace apenas unos días. Las tropas iraquíes llevan meses adiestrándose en el manejo de armas y perfeccionando sus habilidades de combate. Una instrucción en la que han participado los efectivos del Ejército español, desempeñando un papel destacado en la operación Inherent Resolve.
El Estado Mayor de la Defensa informa de la celeridad con la que los efectivos españoles han tenido adiestrar a las tropas locales, en turnos de mañana, tarde y noche: "Los entrenamientos se hacen contrarreloj para ponerla [a la Brigada 36] lo antes posible a disposición del Gobierno de Irak y emplearla en los combates contra los últimos reductos del Daesh].
Morteros para debilitar las posiciones de los terroristas; lanzagranadas para neutralizar enemigos del Daesh en un tiempo y distancia seguras; ametralladoras y armas pesadas para la lucha que se prevé se va a entablar contra los bastiones terroristas remanentes.
El reparto de fuerzas en Mosul
El trabajo realizado por los 300 efectivos españoles desplegados en Irak ha servido para formar a las unidades de élite que tienen por objetivo liberar Mosul. La mayoría de ellos se encuentra en Besmayah, aunque también hay un pequeño contingente en Bagdad. Además, un puñado de soldados se han trasladado a las inmediaciones del bastión del Estado Islámico para culminar la formación de los efectivos que entrarán en combate.
Pero el asalto no será rápido. De hecho, el Gobierno iraquí que la toma del bastión del Estado Islámico puede prolongarse varias semanas, e incluso meses. De acuerdo a las informaciones que maneja el Pentágono, unos 4.000 soldados del Daesh aguardan atrincherados en la ciudad. En el bando contrario, un conglomerado de fuerzas compuesto por unos 30.000 efectivos. La mayoría de ellos son fuerzas iraquíes, pero también hay kurdos, yazidíes y voluntarios de otras procedencias.
Mosul, inexpugnable en febrero
"Se le empieza a ganar la guerra al Daesh en Irak", advertía en febrero el coronel Gutiérrez del Olmo en una entrevista con EL ESPAÑOL. Por entonces, las tropas oficiales ya habían librado Ramadi de las manos del Estado Islámico. Poco después caería el bastión de Faluya. Pero Mosul aún se presentaba inexpugnable y el coronel hablaba del "uso del terror" de los yihadistas en la ciudad: "Varios civiles que habían intentado escapar de la ciudad fueron ejecutados".
La situación ha cambiado desde entonces y el Estado Mayor de la Defensa español advierte que la moral de las tropas iraquíes es "alta": "Saben que su ejército está ganando y se sienten animados ante la idea de entrar en combate contra la lacra del terrorismo en el norte del País, que sigue perdiendo terreno cada día".
Pero ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, ha advertido de las consecuencias que puede tener la batalla de Mosul: unas 100.000 personas podrían huir de la ciudad en dirección a Siria o Turquía.