Fresno de Torote es un pequeño pueblo madrileño,“ancestral” -como dice de él su gente- y sujeto a un abandono a medias. Creado por y para jornaleros, las casas de Fresno se sitúan en el estrecho del valle del río Torote. La vida que había en el pueblo en los años setenta ya no es tal. Ahora, Fresno de Torote es un conjunto de casas abandonadas. La vida allí, donde viven cerca de 2000 personas, se trasladó hace tiempo a la pedanía de Serracines, basculando el centro del pueblo a la periferia. Serracines era tiempo atrás un barrio residual de Fresno de Torote, tan solo una pequeña parte de la localidad.
Ahora las tornas han cambiado y se trata del núcleo de población que dota al pueblo de vida. Allí se juega no solo el pan de cada día, sino también la vida política. Y esta, en Fresno de Torote, está en estos días ciertamente alborotada. El último movimiento llegó esta semana. Un nuevo alcalde, esta vez de Podemos, se sentaba en el sillón municipal aupado por unos socios muy particulares: los concejales del Partido Popular del pueblo.
Dicen que los polos opuestos se atraen. Esa teoría no podría encontrar mejor ejemplo que esta pequeña localidad. La semana pasada el nuevo alcalde emitía el siguiente comunicado: “Somos consciente, que el acuerdo alcanzado, después de cuatro meses de negociaciones puede chirriar los ojos y oídos a todo aquel que no entienda la particularidad de nuestro pueblo. Sabemos del momento que nos ha tocado vivir, nuestro Círculo, un grupo compacto y no precisamente de jóvenes, todo lo contrario, hemos dado mil y una vuelta a favorecer la gobernabilidad de Fresno-Serracines y siempre acordando los temas en asamblea del consejo ciudadano”. Con estas frases se presentaba Francisco Galera, el nuevo alcalde de Fresno de Torote, del partido Serracines Puede. Él tiene ahora el bastón de mando, arrebatado al PSOE. ¿Qué es lo que ha sucedido?
Echar a un gobierno “prepotente”
Tanto Mariano Blanco, el portavoz del PP en el pueblo, como Francisco Galera coinciden en el diagnóstico: era preciso un cambio, acabar con un gobierno prepotente, algo más de un año después de las elecciones municipales. Era entonces el momento. Los cuatro concejales del PP apoyaron la moción de censura que Galera emprendió contra Javier Laguna, el anterior alcalde de la pequeña localidad. “El pueblo estaba paralizado, ni siquiera tenían los presupuestos aprobados”.
Esto es algo en lo que discrepa el anterior equipo de gobierno de un lugar rural donde los haya. Iris Barahona era la primera teniente alcalde de Laguna, el anterior mandatario local. “Empezamos con el equipo de gobierno normal, con seis concejales. Pero el día 3 de octubre presentaron una moción de censura los cuatro del PP más un concejal independiente y el de Podemos. Y ahí está desde entonces”. Desde entonces las rencillas han aflorado sin cesar en la tranquilidad de un pueblo en el que todos se conocen y controlan a la perfección la vida de los demás. “Han ido por ahí diciendo que somos unos mangantes y que quede claro que no los somos, y tomaremos medidas contra ello”.
El PSOE llegó al Ayuntamiento tras 16 años de gobierno del PP en la localidad. Las casas abandonadas, los edificios derruidos, comidos por la carcoma, han ido aumentando con el paso de los tiempos. No es culpa del anterior gobierno: fue el mero paso del tiempo el que no tuvo clemencia con el pueblo. Sin embargo, sí que otra clase de actos fueron denunciados por los socialistas. “Nosotros cuando estuvimos en el Ayuntamiento denunciamos aplazamientos y cobros indebidos del PP, de los anteriores concejales; también declaraciones en ‘B’. Todo eso lo hemos estado viendo y denunciando y nos encontramos con la sorpresa de que eso salga a la luz. Han pactado con tal de evitar cualquier cosa de estos procesos”.
Un pueblo en el que todos se conocen
Fresno de Torote, cuya vida se concentra en Serracines, se conforma por un puñado de casas apretadas en medio de una gran llanura verde. Las casas, apelotonadas unas sobre las otras, congregan a los 2.000 habitantes del pueblo en un pedazo de terruño. Allí todos se conocen. Y todos, alguna que otra vez, y algunos más que otros, han tenido sus peleas, sus más y sus menos con el vecino. “Siempre afloran las rencillas personales. En tal año se hizo no sé qué, tú hiciste esto, has hecho lo otro...” Por eso, dice el nuevo alcalde, el viejo Galera, que el anterior gobierno les tenían tantas ganas.
“Un pueblo mejor es posible, aunque sea partido PP. Son del PP pero en realidad no lo son, porque uno vota al PP otro al PSOE y otros a Podemos y a independientes”. En Fresno de Torote, entre casas abandonadas e iglesias derruidas, vestigios de otra época, la gente del pueblo lo pasa mal. En la zona hay un 42 % de paro. “Aquí había terrenos y con la especulación se echaron a perder. Hay urbanizaciones que tienen agua de pozo y no de canal. Otros vecinos, como están en el paro, no pueden poner la calefacción”.
El acuerdo, aunque poco ortodoxo, agradó a ambas partes. La política local no conoce de límites ni de entendimientos imposibles. Galera solo pide unan cosa: que se lo dejen intentar. “Que nos dejen demostrar lo que queremos y lo que hemos acordado. Que nos den esa oportunidad” ¿Y después? ¿Y si caen, como ellos mismos han obrado, víctimas de la misma jugada? “Que nos echen de donde sea. Si lo hacemos mal, en seis meses que nos echen”.