El último día en la vida de Marcos Campos, el descuartizado de Pioz
- Arrancó su primer día de trabajo como churrasquero y terminó perdiendo la vida a manos de su sobrino.
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El Restaurante Che! Argentino del centro Comercial Plenilunio estrenaba nuevo churrasquero el día 17 de agosto: Marcos Campos Nogueira. El chef brasileño empezaba una nueva vida. Pueblo nuevo, casa nueva, trabajo nuevo… Aquel iba a ser el primer día de muchos a los fogones y con la carne que tanto y tan bien preparaba. No volvió por allí. Esa misma tarde su sobrino le apuñaló en el pasillo de su casa en Pioz. Por la noche, le descuartizó junto a su mujer Janaína y depositó los restos de los cadáveres en seis bolsas cerradas con cinta americana.
Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, el último día de su vida, Marcos se despertó como cualquier mañana en su nueva casa de Pioz (Guadalajara). No era, sin embargo un despertar más. Al otro lado de la puerta le esperaba su primer día en una nueva cocina.“Ya había trabajado anteriormente con nosotros, unos seis meses”, explica a este periódico el encargado del restaurante.
Marcos necesitaba el dinero para pagar su nueva vivienda, un chalet en alquiler con un arrendamiento de 650 euros al mes. Su anterior casa, un modesto piso en Torrejón de Ardoz, ya se quedaba pequeña. Sobre todo desde que su familia acogió a su sobrino Patrick, que llegó de Brasil en abril de este mismo año para probar suerte en el fútbol español. O eso decía él.
Entre fogones
La convivencia con su sobrino se hizo insoportable. Tanto que Marcos tomó la decisión de marcharse a otra casa con su mujer y sus dos hijos -de uno y cuatro años de edad- para poner tierra de por medio. Esos días, plagados de malos recuerdos, de rencillas familiares y de sospechas sobre el comportamiento de Patrick frente a sus esposa quedaron ya atrás.
La casa no estaba mal. Dos pisos, jardín, piscina. Y ese día, el 17 de agosto, se despidió de la familia y salió directo hacia el trabajo. Esa fue la última vez que les vio, que les habló, que les dio un beso en la mejilla.
“Llegó a trabajar sobre las diez de la mañana”, confirma el responsable del negocio. “Era un buen hombre, tranquilo trabajador… Un buen cocinero. Él siempre estaba en los fogones”.
“Ya había trabajado anteriormente con nosotros, unos seis meses. Aquel era su primer día”, explica a este periódico el encargado del restaurante.
Mientras tanto, Patrick Nogueira se despertó en su nuevo piso de Alcalá de Henares. Después se fue al gimnasio Altafit, en la calle Paseo de Pastrana. Joven deportista, el día anterior había estado entrenando con su equipo, el Juventud de Torrejón y acudía al gimnasio con regularidad. Desde el día 10 de julio, cuando se fue de Torrejón de Ardoz, del piso en el que vivía con sus tíos Marcos y Janaína, el odio había ido creciendo en él hacia ambos.
Tras el gimnasio, Patrick se duchó, compró unas pizzas y fue a la estación de autobuses de Alcalá de Henares, en la calle Brihuega número 2. Allí se subió a la una de la tarde a un autobús marca Castromil de la línea 271 de transporte público. Su última parada, tras 55 minutos de viaje, era la localidad guadalajareña de Pioz. El joven había comprado varias bolsas de plástico grandes, cinta americana de color gris y un cuchillo suizo de la marca Swiss Touch. Durante el trayecto, Patrick se fue comiendo las pizzas que había comprado y que, en un principio, había pensado en llevar a casa de sus tíos y de sus sobrinos.
Al llegar a Pioz, el autobús 271 termina su trayecto en la Calle Platerías número 0. Patrick se bajó. Tenía una idea aproximada de dónde se encontraba la casa de su tío Marcos y de su tía Janaína. Estaba a tres kilómetros a pie subiendo por la carretera de Mondéjar, un recorrido empinado hasta llegar al número 594 de la calle Los Sauces, en la urbanización La Arboleda. Ese era el camino que su tío Marcos recorría habitualmente para ir al supermercado Hiperusera, siempre acompañado de su característico sombrero. Según los investigadores de la Guardia Civil, Patrick llegó a la casa en torno a las tres de la tarde. Janaína le abrió y le invitó a pasar.
Día de trabajo y noche de crimen
“Estuvo todo el día en la cocina, entre fogones. Le vi muy tranquilo”, explica el encargado del Che! Argentino sobre la mañana de Marcos. El responsable del local conocía también al joven descuartizador, con el que había tratado en un par de ocasiones: "No vi nada extraño en él. Era un chico absolutamente normal. Solo nos saludamos dos veces, de hola y adiós, porque nos presentó Marcos hace tiempo”, asegura el encargado.
La intensa jornada de Marcos a las brasas terminó a las cinco de la tarde, como antaño cuando trabajaba allí. “Al terminar, siempre se quedaba un rato más para comer al final del día”. En torno a esa hora, Patrick ya había matado a su mujer y a sus hijos de uno y tres años. En la cocina, se acercó por detrás de su tía y le clavó el cuchillo suizo en el lado derecho del cuello. Luego acabó con los niños. Y esperó a que llegase Marcos.
“Sintió unas ganas irrefrenables de matar”, explicaba este lunes la Guardia Civil.
Ya de noche, Marcos llega a su casa después de una intensa jornada de trabajo. Y se encontró a su sobrino Patrick esperándole en la puerta. Hablaron y entraron en la casa. Ya en el pasillo, Patrick ataca a Marcos clavándole el cuchillo en el cuello. Un solo corte no bastó para reducir a Marcos, que presentaba heridas defensivas en sus manos. Finalmente Patrick acabó con él.
El joven pasó el resto de la noche partiendo los cadáveres de sus tíos y limpiando la casa. Bien entrada la madrugada, se duchó, se puso otra ropa -prendas que Patrick acusaba a su tío de haberle robado en la mudanza- y se echó a dormir hasta las seis de la mañana. Después, cogió su ropa sucia, la metió en una mochila y se volvió a casa. Ese noche, Patrick fue a entrenar con su equipo como si nada hubiera ocurrido.
“Sintió unas ganas irrefrenables de matar”, explicaba este lunes la Guardia Civil. Al día siguiente del asesinato, el encargado del Che! Argentino llamó a Marcos, extrañado de su ausencia, de no verle en el trabajo. Nunca más le cogió el teléfono ni volvió por allí.