“Hay más delincuentes potenciales en esta cámara que allí afuera”. Ya estaba el patio alborotado pero ahí la cosa se fue de madre. Pablo Iglesias, manos cruzadas en la espalda, se sonreía desde la tribuna escuchando el furioso jolgorio, el cacareo que se había organizado a su alrededor. Eran las reacciones de sus señorías, que le increpaban desde la bancada, atónitos ante lo que acababan de escuchar. La frase se refería a su iniciativa de Rodea el Congreso, prevista para el sábado. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, llamó al orden a los diputados y también a Iglesias, que lo tenía todo donde quería.
Al proseguir, sin elevar el tono, volvió el líder sarcástico: “Va ser divertido si algunos, por alusiones, exigen turno de palabra después de hablar de potenciales delincuentes”. Terminaba ya el discurso y no hacía más que empezar el jaleo. Iglesias lo había vuelto a hacer.
Este jueves el líder de Podemos abandonó los decibelios y aparcó el tono combativo, de bocinazo, que venía empleando en otras ocasiones. Sin olvidar “la calle”, regresó a su oratoria pausada, menos bronco y más dialéctico, menos pathos y más logos. Sin embargo, las formas calmadas no ocultaron un mensaje incisivo, sobre todo contra el PSOE. Iglesias no dejaba de observar a Antonio Hernando, su izquierda desde la tribuna, quien se refirió a “responsabilidad histórica” y a los principios centenarios del PSOE.
“Si no le gustan mis principios, tengo otros”
El líder de Podemos no dejó pasar la ocasión de atizar a los socialistas: “Acudir a los principios centenarios tiene sus riesgos. Ustedes renunciaron al marxismo. Pero hubo un marxismo al que ustedes abrazaron, el marxismo de Groucho Marx: estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros”. Sus referencias habituales volvían a aflorar sobre la tribuna. Solo faltaba Gramsci.
Iglesias se había confrontado en otras ocasiones con Rajoy, estableciéndose como antagonista. Esta mañana se ha dirigido sin miramientos al PSOE, a quien pretende no ya dar el ‘sorpasso’, sino directamente fagocitar: “Le pido al señor Hernando que no manche el nombre y el pasado de los verdaderos socialistas. Dicen: ‘Fue muy duro descabalgar a Pedro Sánchez y seguir de portavoz, pero el tiempo me dará la razón’”
Tampoco se olvidó de sus orígenes primigenios, el 15-M, una figura recurrente en su imaginario retórico y que suena ya prehistórica, por lejana y recurrente. Desafiante, fue subiendo el tono más y más, en un constante in crescendo. Además, Iglesias ha acuñado un nuevo término en los últimos días, una frase para definir lo que, a su juicio, son PP-PSOE-C´s. La “triple alianza” forma ya parte del imaginario político del parlamento: “Tuvieron la arrogancia de decir al 15-M que se hiciera un partido político. Ahora se arrepentirán”. Fue de las pocas apelaciones al PP tras sus constantes ataques a Felipe González, al PSOE, y a quienes facilitarán al gobierno a Rajoy. Hubo otra, algo más sutil por el tono: “Lo que no han conseguido en las urnas, lo van a lograr con el 'abstencionazo'”.
Sin nada que perder, sabedor ya de que es oposición, Iglesias salió a arrasar con todo el que pasaba por allí. Hasta se llevó su particular recado Albert Rivera. Aludía Iglesias al PNV, a la cruz de Borgoña, tan importante en la historia del País Vasco.“El señor Esteban se sonríe, y el señor Rivera a lo mejor lo tiene que buscar en Google”.
“Las élites y sus papagayos”
Rajoy observaba a Iglesias sin dejar de anotar. E Iglesias continuaba soltando una perla tras otra como una locomotora: “Los únicos que tienen miedo en España son la élites y sus papagayos”. Ya en septiembre fue con Iglesias con quien más se entretuvo el presidente en funciones. El debate se animó, se llenó de retranca y brindó al parlamento los momentos estelares de ambos líderes. En su réplica, el líder popular no evitaba una sonrisita cómplice. Los extremos, por distintos, siempre se terminan tocando. Mientras que en su discurso Iglesias se dirigió sobre todo al PSOE, en las réplicas se concentró toda la salsa del debate. Volvía el Rajoy contra Iglesias, el "usted es estupendo" contra "los corruptos en consejos de administración".
Y los aplausos de ambos bandos fueron más efusivos con sus líderes replicándose entre sí, cada uno con su estilo. Rajoy le decía: “Usted plantea aquí un debate de Twitter. Yo no me muevo muy bien en esos mundos”. Rajoy se la dejó en bandeja, como se las ponían a Fernando VII. Y entonces, el Iglesias más socarrón se soltó la melena: “Le creo cuando dice que no se maneja bien con el Twitter, pero con los SMS se maneja de maravilla”. Rajoy concedió, con la sonrisita asomando entre los labios: "Con Twitter voy mejorando. Y con los SMS también”.
“La policía registrando los discos duros en su sede”, “A lo que tienen miedo ustedes es a los jueces”, “No se pongan nerviosos”… Rodeado de jaleo, de diputados del PP encendidos y con Ana Pastor llamándole a “respetar el honor” de la Cámara, Iglesias cerraba su intervención. Cómodo a la contra, a Iglesias le gustan los gritos proferidos contra él. Y por eso terminó sonriéndose - “Su miedo es nuestra sonrisa”- y clausurando su intervención poniendo en el mismo saco al PSOE, al PP y a Ciudadanos, tratando de erigirse, una vez más, como el astro líder de la oposición: “Merecer el odio de las oligarquías será la más grande de las victorias”.