El símbolo vikingo del asesino de Pioz y su cómplice, dos niños vip fascinados por matar
La madre de Marvin, el amigo íntimo del asesino, escribió hace siete años el libro: "Doctor, ¿mi hijo es normal?”.
2 noviembre, 2016 01:03Noticias relacionadas
Eran las tres y 32 minutos de la tarde en Joao Pessoa, (Brasil), las ocho y 32 minutos de la tarde en España del pasado 17 de agosto. Patrick Nogueira Gouveia acaba de matar a su tía Janaína Santos y a sus sobrinos de uno y tres años con un cuchillo suizo. Los cadáveres seguían en el suelo de la casa. Pero no le importaba. Patrick volvía a mirar el teléfono móvil. En él seguía la conversación por whatsapp con su amigo Marvin Henriques Correia. Aún faltaba algo por hacer. Marvin le animaba.
Marvin: "Concéntrate. No falles. Buena suerte".
Está a punto de llegar su tío Marcos. Entonces Patrick deja el móvil, sale a la puerta del chalet 594 de la urbanización La Arboleda en Pioz (Guadalajara) y espera. Marcos le saluda en el exterior sin tener la más remota idea de lo que le espera dentro de la casa. Ya en el pasillo, Marcos ve los cadáveres de su mujer y sus hijos. Ahí, Patrick le ataca, asestándole un navajazo en el lado derecho del cuello.
El hombre ofrece resistencia, pero es inútil. Marcos muere y, a los pocos minutos, Patrick acude de nuevo al whatsapp y retoma la conversación con Marvin. Este todavía no cree que lo que está sucediendo sea cierto. Patrick le ha enviado vídeos, fotos, selfies con los cadáveres. Marvin ya no tiene duda. Entonces, tras matar a su tío, lo primero que hace Patrick es enviarle a Marvin una fotografía en la que muestra su colgante y su rostro, completamente sereno. Los jóvenes inician de nuevo la conversación.
-Patrick: Tío, acabé.
-Marvin: Jajajajaja Patrick el asesino.
El colgante de Patrick
Patrick siempre lleva consigo ese colgante, lo luce en todas las fotografías pegado a su torso. En él, se observa un símbolo vikingo: el aegishjalmur, un simbolo vikingo de protección en la batalla. Un emblema de origen islandés que se pintaban en la frente, entre los ojos, con el fin de que les amparase en la batalla. Supuestamente, hacía invencible a su portador y era utilizado para infundir el miedo en los adversarios.
Marvin se ríe y le asesora acerca de como actuar a partir de ese momento. Patrick no tiene miedo: “Si voy a la cárcel de aquí bueno, ni me importa. Voy a estar en una celda solo para mí. Por lo menos, lo hice todo con guantes, no hay huellas”. Su amigo le sugiere que actúe con normalidad. “Sal como si nada. Sal por delante”.
Esa noche, Patrick partió los cadáveres de sus tíos por la mitad, los metió en bolsas con los de sus sobrinos. Lo limpió todo. Se duchó e intentó dormir. A las seis de la mañana se fue de la casa, dejando detrás los cadáveres en bolsas en el salón, con la idea de volver para enterrarlos en algún lugar. Días después, le preguntaría a sus compañeras de piso en Alcalá de Henares dónde podía comprar una pala.
Las conexiones de teléfono de Patrick
Los datos manejados por la Guardia Civil apuntaban, hasta ahora, a la imposibilidad de la conversación entre Patrick y su cómplice detenido en Brasil el pasado viernes. Sin embargo, según ha podido saber este periódico por fuentes cercanas a la investigación no fueron dos, sino doce las veces que se conectó Patrick a los datos de su móvil entre los días 17 y 18 de agosto.
La primera conexión fue a las 15:55 de la tarde hora española. Patrick estaba llegando a la casa de Pioz, con las pizzas y con todas las herramientas que días antes había comprado en el centro comercial Parque Corredor de Alcalá de Henares. La siguiente conexión del móvil se produjo en torno alas cinco de la tarde. Presumiblemente, ahí ya habría matado a las tres primeras víctimas de la familia. Las siguientes se producen en torno a las nueve de la noche, hora en la que Patrick prosigue hablando con Marvin hasta que llega su tío y le mata. El resto de conexiones se producen más allá de las seis de la mañana, cuando Patrick había salido ya de la casa.
Dos niños bien en Joao Pessoa
Marvin era un joven muy activo en las redes sociales hasta que se destapó su implicación en el crimen. El joven de dieciocho años de edad procedía de una pudiente familia en Joao Pessoa, la ciudad de Marcos y Janaína, la ciudad en la que vivía Patrick. Ambos eran uña y carne, buenos amigos del colegio y la universidad.
Marvin vivía en el norteño y noble barrio de Bessa, uno de los más ricos de la ciudad. Una zona cercana a la playa, plagada de supermercados y tiendas. Bessa quizás sea de los barrios con mayor cantidad de rascacielos de toda la ciudad. Allí creció con su padre Percival Henriques, quien fue candidato a diputado federal por el Partido Comunista de Brasil. Ahora lleva una vida distinta: es presidente de la Asociación Nacional para la Inclusión Digital, una ONG que pretende extender internet a zonas menos accesibles.
La madre de Marvin murió en el año 2013. Andréia Lidia Correia era psicóloga de profesión, además de escritora de libros sobre la materia. En el año 2009 escribió un libro titulado “Doctor, ¿mi hijo es normal?” (2009). En él pretendía romper ciertos prejuicios: “El libro trata de quebrar la tan peligrosa noción de que nuestros hijos no adolecen de trastornos psiquiátricos. Ella nos guiará a un viaje sobre el comportamiento infantil, estableciendo límites para lo normal y lo patológico, y para cuando pedir ayuda profesional”.
Patrick y Marvin se conocían del colegio, el Marista Pío X de Joao Pessoa. Cuando Patrick, algo mayor que su amigo, terminó los estudios, se marchó a la universidad. al Unipé, centro universitario de Joao Pessoa. Ambos centros de estudios son, en palabras de una familiar de Janaína que vive en la ciudad, dos lugares para gente con recursos. “Allí solo va quien tiene dinero”, explica Dayse Diniz, quien asegura con absoluta certeza que la familia de Marvin era también gente con dinero. Los caminos de ambos se separarían este mismo año, cuando Patrick cogió un avión y se marchó a España a probar suerte en el mundo del fútbol.
Cada mes, sus padres, a los que “odiaba”, le ingresaban en torno a 5.000 euros en su cuenta bancaria. Así, y viviendo en la casa de sus tíos a los que después iba a degollar, pudo vivir sin problema. Atrás quedaron Brasil y su amigo Marvin. Pero el joven con el que compartía todo, no solo la “literarua macabra y psicópata” que le gustaba, no le iba a olvidar.
Un padre destrozado
El perfil de Facebook de Marvin está ya cerrado, pero el joven rico y ya detenido no dejaba de colgar hasta ese momento fotos violentas de órganos despedazados, y de animales sufriendo tortura. Ahora Marvin será trasladado desde el presidio Roger, uno de los más peligrosos del estado, al presidio PB1, una cárcel de máxima seguridad en el estado de Paraíba. “Allí, ese monstruo estará apartado de los demás. Estará solo”, explica Dayse Diniz.
Entretanto, el padre de Percival, defiende al joven. “Era un pequeño dulce, servicial con los amigos. Están intentando construir un monstruo donde solo hay una persona que sale de la adolescencia”. Sin embargo, reprende a su hijo por no haber avisado a las autoridades de los actos de su mejor amigo, Patrick. Por haber hablado con él, largamente, mientras el asesino estaba en plena acción contra su familia a más de 6.000 kilómetros de allí, en España.