En Moncloa se ha oído este lunes una broma, y es que José Manuel García-Margallo “ha hecho una especie de Pedro Sánchez”, en referencia al líder del PSOE defenestrado y que acudió en prime time a un programa de televisión para denunciar que en su caída participaron Felipe González, Prisa y César Alierta, ex presidente de Teléfonica. Entre el asombro y la irritación, en el entorno del presidente creen que el ex ministro se hace un “flaco favor” al no aceptar con cortesía y fair play el que Mariano Rajoy no le renovara el cargo precisamente por los motivos que lleva demostrando desde el jueves 3 de noviembre: su incapacidad para mantener la boca cerrada.
Poco después de salir de Moncloa ese jueves por la mañana cuando fue convocado por Rajoy, el propio Margallo filtró a un periodista de su confianza que el presidente había prescindido de él. A continuación, inició una peregrinación por los medios de comunicación hasta llegar este lunes a la Cadena Ser, donde ha dividido al antiguo Ejecutivo en dos grupos, ha desvelado discrepancias entre ellos y ha advertido: “Seguiré diciendo lo que me parece”.
El G8 versus los 'sorayos', en versión Margallo, funcionaba así: Los más liberales, "que creen que el mercado lo arregla todo" ('sorayos') y los que vienen, como él mismo, de la democracia cristiana, que creen que "tiene que haber unas reglas para que el mercado funcione" (G8). Su grupo, que se reunía “de vez en cuando”, seguirá viéndose porque son todos "amigos" y "probablemente los más fieles a Mariano Rajoy". ¿Quiénes son? Los exministros Ana Pastor (hoy presidenta del Congreso), Miguel Arias Cañete (hoy comisario europeo) y José Manuel Soria (dimitido), así como la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, a la que a Margallo se la ha oído llamar al grito de “¡rubia!” en el Congreso de los Diputados. Hasta este lunes en el que Margallo la ha adscrito al G8, a García Tejerina se la tenía por independiente.
Sáenz de Santamaría
El G8 tenía una "visión del gobierno muy distinta que otro grupo que también tenía ciertos vínculos de amistad y solidaridad interna". No ha podido evitar nombrar a Soraya Sáenz de Santamaría, la supuesta líder de “ese otro grupo” y a la que Margallo ha insultado a lo largo de toda la legislatura en sus conversaciones con periodistas: "La vicepresidenta es obvio que lidera un grupo y que tenía una visión de lo que es España distinta a la mía".
Claramente, Margallo ha admitido sus diferencias con Santamaría y también con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al que también tiene en su obsesivo punto de mira. Sobre todo, en la cuestión de Cataluña. Margallo, que hace escasos días seguía sentándose en las reuniones del Consejo de Ministros, ha desvelado que él era partidario de una reforma del sistema de financiación autonómica, "pero el ministro de Hacienda no creía que fuese necesario en estos momentos".
También ha criticado la judicialización de la política: “La vía de aplicar la norma y llevar todas las cuestiones a los tribunales es judicializar la vida política y eso nos lleva a un choque de trenes, a un conflicto, y eso es lo que hay que evitar”. Ha repetido su postura ante el problema de Cataluña, sobre el que ha hablado incesantemente durante toda la legislatura, que es la de “ser muy firme en las líneas esenciales” como defender la unidad de España y la soberanía nacional pero “muy flexible en aquellas cosas que han producido un auge del separatismo en poco tiempo”.
Cataluña, culpa también del Gobierno
En este punto, además de la inversión en infraestructuras y el respeto a la identidad cultural, Margallo ha aludido al sistema de financiación autonómica, que produjo “distorsiones y discriminaciones muy importantes y ha generado el ‘España nos roba’”. “Es obvio que eso no se satisface con préstamos, como se ha venido haciendo”, ha añadido. En esa línea, ha dejado claro que había discrepancias sobre “lo que debe ser la unidad, la cohesión y cómo ganarse el afecto de los catalanes que se han sentido molestos con la actuación del Gobierno”. A su modo de ver, “en política hay que mantener siempre los puentes abiertos”.
Para Margallo, el soberanismo en Cataluña es el principal problema que tiene España, hoy en día hay más separatistas que hace cuatro años “y es responsabilidad de todo el mundo”.
Excesiva claridad
Margallo ha admitido que él estaba "dispuesto a seguir" como ministro pero ha dejado claro que entiende sus sustitución y que no le ha pedido ninguna explicación al presidente, Mariano Rajoy. Aunque no ha querido vincularlo explícitamente, ha apuntado que él "probablemente" ha expresado sus opiniones "con excesiva claridad", incluso sus discrepancias "con excesiva tozudez". Según fuentes conocedoras de su encuentro con Rajoy, Margallo se mostró “amargo” al aceptar el cese y alertó al presidente sobre los supuestos planes aviesos de Santamaría para hacerse con el poder. El, en la Cadena Ser, ha dicho que se ha tomado “divinamente” dejar de ser ministro.
Antena 3, 13TV, la Sexta, Onda Cero, la Cadena Ser. La peregrinación mediática de Margallo es infinita desde su cese. Bien debido a las elecciones de Estados Unidos, bien por un libro que acaba de sacar sobre Europa. En unos habla sobre la “conspiración de los digitales” que acabó con él. En otros sobre lo que va a suceder en el mundo tras la victoria de Trump en EEUU. Sobre Alfonso Dastis, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, recalca que fue el primer nombramiento que él hizo como embajador. También, como hizo este lunes en la Cadena Ser, que tiene un perfil más “técnico” que “político”.