Jorge Fernández Díaz tendrá finalmente la recompensa que Mariano Rajoy le había prometido cuando lo descabalgó del Ejecutivo: ser presidente de Comisión, un puesto por el que el elegido gana un plus en su nómina de 1.461 euros al mes. La oposición en bloque consiguió vetar su nombramiento en la Comisión de Exteriores y en la Comisión del Tribunal de Cuentas. Pero el Grupo Parlamentario Popular buscó un recoveco por el que saltarse el veto de PSOE, Podemos y Ciudadanos: convertirlo en presidente de una de las dos únicas comisiones en las que al grupo con mayor representación parlamentaria le toca por derecho presidirla, sin que los grupos puedan votar.
El Grupo Parlamentario Popular registró un escrito en el Congreso de los Diputados a última hora de este miércoles que indicaba la incorporación de Fernández Díaz como presidente de la Comisión de Peticiones que hasta entonces presidía su compañera Pilar Rojo. Es una comisión de segunda categoría, con mucho menos peso que la de Exteriores que iba a presidir. Sin embargo, con este movimiento el Partido Popular ha querido imponer su candidato a pesar de que contaba con el rechazo de toda la oposición.
La jornada de la víspera de la apertura solemne de las Cortes ha estado llena de sobresaltos. Hasta este miércoles, cuando estaba previsto que se constituyera la Comisión de Exteriores y se nombrara presidente al exministro, solo Unidos Podemos había afeado su elección con un movimiento táctico: presentar una candidatura alternativa con Pablo Bustinduy y que la oposición “se retratara”. PSOE y Ciudadanos estaban dispuestos a votar en blanco y dejar que el exministro se hiciera con el premio de consolación. Sin embargo, los socialistas cambiaron radicalmente de posición conforme se acercaba la hora de la votación.
El portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, reconocía tras la Junta de Portavoces del martes que su partido votaría en blanco ante el nombramiento de Fernández Díaz en la Comisión de Exteriores. Justificaba esta “abstención”, como la calificó Unidos Podemos, con que todos los grupos habían firmado un pacto tácito por el cual se repartían las presidencias y las vicepresidencias de comisiones y los grupos proponían a sus candidatos y ningún partido tenía derecho a veto.
El Partido Popular vio en ese pacto la coartada perfecta para recompensar a Fernández Díaz por haberlo sacado del Gobierno. Sin embargo, los diputados de Unidos Podemos se dedicaron a afear durante la tarde del martes al grupo socialista de pactar con el PP y aupar al exministro.
Un tuit de Pedro Sánchez a primera hora de este miércoles, en el que lanzaba un mensaje contrario al que mantenía hasta entonces su partido, avivó el fuego interno que había en el seno del PSOE para “no tragar” con el nombramiento de Fernández Díaz.
"Un nombre idóneo"
Según fuentes internas del partido socialista, Antonio Hernando mantuvo a última hora del martes una conversación con su homólogo del PP, Rafael Hernando, para que el PP propusiese el miércoles a otro candidato, “un nombre idóneo”, no un exministro reprobado por el PSOE y otros partidos de la oposición. Ya el miércoles por la mañana, antes de que se constituyera la Comisión que iba a presidir Fernández Díaz, el PSOE amenazó a los conservadores con lanzar una candidatura propia. Solo estaban dispuestos a retirarla, aseguran las mismas fuentes, si el PP proponía otro candidato distinto al diputado catalán.
La trifulca se saldó aplazando la votación a los nombramientos de la Mesa de la Comisión. Minutos después, el PP intentó colocar el nombre del exministro a presidir otra Comisión, la del Tribunal de Cuentas. Pero la oposición respondió exactamente igual: “Fernández Díaz no presidirá ninguna comisión”. Entonces se subió al carro Ciudadanos, que aseguró que apoyaría al candidato socialista si el PP se empecinaba en mantener a Jorge Fernández. La votación también quedó aplazada.
Una comisión con menos relumbrón
Tras la paralización de las dos comisiones en las que los conservadores querían colocar a su exministro, los grupos de la oposición ya brindaban por haberse cobrado la cabeza del que fuera máximo mandatario del Ministerio del Interior hasta hace dos semanas. Pero fue un paso en falso. El Partido Popular pasó de la frustración “por no respetar el pacto acordado entre grupos” a buscar la fórmula con la que conseguir su propósito y poner a Jorge Fernández al frente de una comisión, aunque fuera de menos relumbrón.
Así, el Grupo Parlamentario Popular lo colocó en una comisión cuya presidencia está reservada para el partido con mayor representación parlamentaria y cuyo nombramiento no necesita votación. El exministro del Interior es ya presidente de la Comisión de Peticiones del Congreso.