En 1989, su padre, Juan Carlos I, rompió la tradición establecida en 1911 en Portugal cuando renunció a la monarquía y según la cual ante la Asamblea Nacional no puede hablar un rey.
Desde entonces, se han dirigido a esta Cámara ocho jefe de Estados, pero sólo los reyes de España tienen el privilegio de intervenir aquí. Consciente del honor, Felipe VI ha nombrado este miércoles a su padre en dos ocasiones ante los 230 diputados portugueses. De Juan Carlos I, ha dicho en portugués, "viene mi amor por la lengua portuguesa, mi interés fraterno por el destino de Portugal".
De su abuelo, el conde de Barcelona, heredó "una gratitud eterna a la hospitalidad del pueblo portugués y a la admiración por la tradición marítima portuguesa y por sus grandes navegadores". El discurso, enormemente afectivo, ha terminado con una declaración de amor al país vecino: "Quiero que sepan que como español, como rey de España, mi corazón está con Portugal".
Pero las continuas palabras de cariño y de respeto no han conseguido granjearle al reconocimiento del Bloque de Izquierda, el partido más parecido en Portugal a Podemos. Como hicieron sus colegas de Podemos en Madrid hace dos semanas, los 19 diputados del Bloque no han aplaudido al monarca, no se han levantado y tampoco han participado en el saludo oficial. Dos diputados han exhibido banderas republicanas: José Soeiro en su camiseta y Jorge Campos en un pin en su chaqueta.
Sí han aplaudido los 15 representantes del Partido Comunista, que tiene 95 años y se considera una institución en este país. También los dos diputados del Partido Verde y el del Partido Animalista, que constituyen los últimos miembros del conglomerado de izquierdas que el año pasado aupó al poder al socialista Antonio Costa, presente en el hemiciclo junto a todo su Gobierno socialista con el que gobierna en minoría.
El propio rey ha reconocido cómo ha cambiado la situación política en ambos países: "Muy probablemente coincidamos en que, como en pocos momentos de nuestra historia, los asuntos que se debaten en los Parlamentos de Portugal y de España versan sobre cuestiones análogas".
Pero lo importante, ha concluido, es "mirar con legítimo orgullo hacia las cuatro últimas décadas de vida democrática y en concordia" y "valorar nuestros puntos fuertes en este mundo globalizado".
Felipe VI se ha centrado en los cuatro ángulos internacionales que unen a Portugal y España: Europa, la OTAN, la ONU y la Comunidad Iberoamericana. "Esos lugares que compartimos en el mundo descansan sobre una realidad fecunda, viva y en continuo progreso", ha dicho el rey.
"Es la realidad de unas relaciones bilaterales sólidas e incomparables. Nombrarlas todas ellas, enumerar los intercambios hispano-portugueses, sería nombrar el océano: no hay vertiente de la vida pública o de la sociedad civil que escape a esa intensificación constante, con pleno respeto a las respectivas identidades y soberanías nacionales".
Ha terminado el monarca recordando las hazañas comunes de Fernando de Magallanes y de Juan Sebastián Elcano sin hacer mención en ningún ningún momento a la convulsa historia común entre España y Portugal: el 1 de diciembre de 1640, Miguel de Vasconcelos, virrey de Felipe IV, fue apuñalado y arrojado por el balcón momentos antes de que Portugal declarara la independencia del rey de España.
El presidente de la Asamblea, el socialista Eduardo Ferro Rodrigues, también ha subrayado lo que une a España y a Portugal. En la historia y en la actualidad. "La unión hace la fuerza. La gran esperanza de nuestros pueblos es la cooperación común (…) Hemos estado unidos en contra de las sanciones que la Unión Europea intentó aplicar a nuestros países injustamente. Caminamos juntos. Apostamos por el optimismo y la determinación en vez del pesimismo y derrotismo".
El diputado de la camiseta republicana
En declaraciones a EL ESPAÑOL, el diputado bloquista José Soeiro explicó que había optado por vestir la camiseta republicana durante el discurso del rey para mostrar sus convicciones antimonárquicas "de manera simbólica": "Cuando nos enteramos que venía a hablar el rey de España fuimos a una tienda de Lisboa y pedimos hacer la camiseta".
"Al igual que el resto de los ciudadanos de Portugal, yo no me identifico con la monarquía, ni con el enaltecimiento que se ha hecho de esta persona a lo largo de los últimos tres días", aclara Soeiro e insiste en que su grupo está en contra de la figura del rey, no de España.
"No está en causa la relación entre los dos países; Portugal y España tienen, y deben mantener, excelentes relaciones diplomáticas. Esto es una cuestión de solidaridad con las personas por todo el mundo que luchan por la República, por la idea que la representación política tiene que ser democrática. Sé que en España se lucha por la República, y ésta es nuestra manera de solidarizarnos con ellos", añade.
Preguntado sobre el contenido del discurso real, Soeiro lo calificó de "una cosa institucional, sin más". No obstante, el diputado manifestó su profunda indignación con "la comparecencia de una persona que no ha sido democráticamente electa aquí, en la sede de la soberanía nacional". "Da risa que llegue este señor, que nunca se ha sometido a elecciones, para hablarnos de los 40 años de democracia en Portugal", concluye.