El deshielo del Gobierno con Cuba, otro capítulo en la guerra Aznar-PP
La derogación de la Posición Común de la UE que impulsó Aznar vuelve a enfrentarle con su partido.
15 diciembre, 2016 00:43Noticias relacionadas
La difícil relación que mantiene el Partido Popular con Faes, la fundación que lidera su presidente de honor, no va a cambiar de momento. Si José María Aznar criticaba este martes la tibia posición que el Ejecutivo de Mariano Rajoy mantiene con Cataluña, la nueva relación que ha establecido la Unión Europea con Cuba es la próxima batalla que prepara para la guerra que ha declarado al partido que lideró. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la Fundación Faes perfila un análisis similar al que publicó este martes con respecto a Cataluña para distanciarse de la nueva postura que ha fijado el Gobierno de Rajoy con la isla latinoamericana.
La Unión Europea ha dejado de lado su tradicional prioridad de defender los derechos humanos en Cuba con el fin de normalizar las relaciones con el régimen de Raúl Castro, al que atribuye una mayor apertura política desde que sustituyó a su hermano Fidel. Los 28 países miembros enterraron el lunes la denominada Posición Común sobre Cuba de 1996 promovida por el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y que supeditaba la cooperación con la isla a los avances en materia democrática. En su lugar, la UE y Cuba han firmado un Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación que no pone condiciones previas a la isla.
Un ejemplo del cambio de actitud del Gobierno de Mariano Rajoy con respecto a Cuba es el telegrama que el jefe del Ejecutivo envió a Raúl Castro para trasladar sus condolencias a él y al pueblo cubano por la muerte de su hermano, destacando el “calado histórico” de Fidel. El presidente apuntaba además que “España seguirá esforzándose hoy y en el futuro para fortalecer las profundas relaciones de amistad, cariño y solidaridad que unen a cubanos y españoles”. Pero no hubo ni rastro de devolver los derechos humanos y las libertades a los cubanos en la isla. La presencia del rey Juan Carlos I en el funeral de Castro también generó una peculiar polémica sobre si un jefe del Estado debía acudir a los actos fúnebres del dictador.
La muerte de Fidel
Tres días después del fallecimiento de Fidel Castro, el director del área Internacional de Faes escribió un artículo en el que hacía referencia precisamente a la ausencia de derechos del pueblo cubano durante los cincuenta años que Fidel estuvo en el poder. “Más allá de las aguas cubanas se han prodigado durante los últimos años los gestos de buena voluntad hacia el régimen castrista, en espera de una respuesta recíproca. Del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, al que se suscribirán la UE y Cuba el 12 de diciembre, en sustitución de una posición común que anteponía los avances en materia de derechos humanos y el diálogo con los disidentes a los pragmáticos acuerdos que buscan un rédito económico y comercial en una eventual apertura del castrismo”.
Pero el artículo firmado por José Herrera, en el que pide a “todos los demócratas y especialmente a los españoles, acompañar a los cubanos para salir a su encuentro”, es solo un anticipo.
Patronos de Faes ministros de Exteriores
Desde la Fundación Faes argumentan que ya es una fundación “privada” ajena al PP y que su principal cometido es ayudar precisamente al debate de las ideas y desarrollar los principios ideológicos que, a su juicio, deben fundamentar a la derecha política española. Además, recuerdan que Cuba es uno de los puntales de la fundación “del que hemos escrito y seguiremos escribiendo mucho”. De hecho, tres de los veinte patronos que tiene la Fundación Faes son los ministros de Exteriores que Aznar tuvo durante los ocho años que gobernó: Abel Matutes, Josep Piqué y Ana Palacio. Fueron precisamente ellos los que abanderaron desde Madrid y desde Europa la lucha por la defensa de los derechos humanos en Cuba que ahora queda difuminado en el nuevo marco de convivencia firmado esta misma semana.
La Europea de los Veintiocho no quiere quedarse atrás en las nuevas oportunidades que puede generar el restablecimiento de los vínculos comerciales con La Habana, el único país de América Latina con el que no tiene un pacto bilateral. La UE es el principal socio exportador de Cuba y el segundo socio comercial, por detrás de Venezuela.
El objetivo del acuerdo es crear un entorno más transparente para los operadores económicos y que el pacto sirva para ayudar a Cuba a emprender las reformas democráticas de una forma más eficaz que la Posición Común que defiende Aznar, que en la práctica impedía cualquier contacto e influencia.
La opinión de Elena Larrinaga, presidenta del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, es sin embargo contraria a la nueva posición de Europa. “En Europa quieren creer que en Cuba las cosas han cambiado, pero sigue siendo lo mismo que hace diez días”. En conversación con EL ESPAÑOL, pide a todos los dirigentes que defienden la nueva postura con respecto a la isla “que pregunten a los cubanos qué piensan de todo esto. El problema no está en el paso que dé la comunidad internacional, sino en el que tiene que dar el gobierno cubano y no lo da. Europa, referente en la defensa de los derechos humanos en el mundo, se posiciona ahora a favor de un pueblo oprimido”.
Larrinaga asegura que el nuevo marco de convivencia entre Europa y Cuba ha provocado “una desazón interna en el pueblo cubano, que se ha quedado huérfano de ayuda”. A su juicio, el cambio “es un cambio de posición: ahora se legitima un gobierno que oprime a su pueblo”.
Cambio de actitud
El cambio de actitud de España con respecto a Cuba empezó con José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, cuando promovió un cambio de la política de la UE hacia Cuba que ha sido mantenido y culminado por el actual Ejecutivo de Rajoy. Fue el ministro socialista Miguel Ángel Moratinos quien logró en 2005 que Bruselas suspendiera y eliminara de forma definitiva las sanciones diplomáticas contra Fidel Castro.
Diez años después, con Rajoy en le Gobierno, Bruselas y La Habana iniciaron las negociaciones para firmar un acuerdo bilateral que derogara la Posición Común de 1996. Una enmienda a la totalidad a la política de José María Aznar que ahora el expresidente del Gobierno quiere reivindicar desde su Fundación.