Esta debería de ser una historia feliz. A la periodista Salud Hernández-Mora la secuestraron el pasado mayo en Colombia, vivió para contarlo y este miércoles recibió en Madrid el premio Columnistas de El Mundo, el diario para el que colabora desde Bogotá.
Salud, como la conocemos todos, compartió galardón con Gideon Levy, columnista de Haaretz, el principal periódico de Israel. También, con los fotoperiodistas Manu Brabo y Santi Palacios. La aplaudieron mucho y muchos durante un almuerzo bajo la histórica cúpula del Hotel Palace. Allí estaba la mujer más poderosa de España, Soraya Sáenz de Santamaría, que se sentó a su lado. También el general Félix Sanz Roldán, director del CNI, que puso su empeño cuando Salud desapareció en la zona guerrillera del Catatumbo y sufríamos por ella.
Debería de ser una historia feliz pero lo es sólo a medias: todos los premiados sin excepción, Salud incluida, lanzaron un grito de auxilio sobre la profesión de reportero, la savia del periodismo, que se extingue. “El reporterismo se va a acabar porque no hay quien lo pague. Esta es una profesión basura”, dice Salud cuando ya se han ido todos de la Cúpula y ella juguetea entre sus manos con el premio en cuestión, una escultura de Martín Chirino. Se la lleva de vuelta a su casa de Bogotá, donde vive desde hace 17 años.
Salud no tiene hijos, y es seguramente por eso, nos explica, por lo que puede permitirse un oficio que desde hace unos diez años ya no da para vivir. Mucho menos para llevar una existencia medianamente normal, con hijos escolarizados y una vivienda decente. Algo parecido advirtió Brabo, que es Premio Pulitzer por sus fotos de Ruanda, y apareció en el Palace con sus botas de campaña, recién llegado de Mosul (Irak). Y Santi Palacios, que hace fotos de refugiados en sitios donde ni siquiera es caro ir. Simplemente, no interesa. A Brabo y a Palacios, hacer lo que hacen les cuesta el dinero.
“Sin ingresos adicionales, no puedes ser reportero”, continúa Salud, que pone el dedo en la llaga sobre otra commodity que atenaza al buen periodismo: el tiempo, la locura de la inmediatez en el mundo digital. “Si tienen la suerte de ser enviados a algún sitio, les obligan a hacer tantas historias- para la web, para la radio, para esto y aquello- que no tienen tiempo de salir del hotel”, explica Salud e insiste: “El reporterismo no puede morir si queremos seguir siendo periodistas. Hay que conseguir la manera de que el reporterismo no muera”.
Salud está en ello. Hasta este verano fue sobre todo columnista en El Tiempo, durante años el diario más leído de Colombia. Allí creó un género que no existía: la columna reportajeada, la que opina sobre unos hechos que ella misma ha comprobado. Ahora escribe dos reportajes al mes para el mismo periódico, el primero de Colombia. Los cuida, los mima y se toma su tiempo. El último reportaje está dedicado al narcotráfico en la isla de Providencia, un enclave paradisíaco en medio del Caribe.
A otro periodista que estaba en ello, en la artesanía del reporterismo, le dedicó Salud su premio. Se llamaba Pedro Cárdenas, era de Honda (Tolima) y editaba él mismo una “hojita” que fue cambiando de nombre hasta llamarse Voces del Tolima. No llegaba a mil ejemplares. Allí desvelaba Cárdenas corruptelas varias, en especial las referidas a un empresario con nexos con los paramilitares llamado Francisco Javier Sandoval Buitrago, alias 'Morrongo'.
El 5 de junio de 2010, Cárdenas cayó en una piscina en Mariquita (Tolima) después de sentirse mal. Estaba con sus dos escoltas. A los pocos días, murió en el hospital de un infarto cerebral. Una semana antes, En Portada (RTVE) le había dedicado su programa por jugarse el tipo para dar información. Salud atribuye su muerte al tal Morrongo, al que dos meses antes del fallecimiento de Cárdenas ella dedicó una columna titulada “¿Empresario o paraco?”.
“Está de moda la vaina de las recompensas”, escribió Salud. “Tanto que un estrecho colaborador de las Auc [los paramilitares], con envoltura de próspero empresario, ofrece plata por conocer las fuentes que destapan su lado oscuro (…) Pero a Francisco Javier Sandoval Buitrago, alias 'Morrongo', amigo y patrocinador de políticos como el ex presidente del Senado Luis Humberto Gómez Gallo, el congresista Javier Ramiro Devia o el gobernador del Tolima, se le está acabando la fiesta. Ya El Nuevo Día, de Ibagué, desnudó algunos de sus pecados, y otros llevamos tiempo escarbando en su abultado prontuario (…) Morrongo es dueño de varias fincas, compradas a precio de ganga, según los confesos paramilitares, gracias a la presión que las Auc ejercían sobre los dueños cuando ‘Morrongo’ se encaprichaba con una finca. Varsovia, Mireya, El Espejo, son algunas. Nuestros estimados jueces y fiscales decidirán si merece la pena investigar al activo empresario”.
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