José María Aznar ha terminado de romper todos los lazos que le unían a Mariano Rajoy. El expresidente del Gobierno ha renunciado voluntariamente a su condición de presidente de honor del PP, cargo que ocupaba desde el último congreso nacional, celebrado hace cinco años. Una de las razones que da es que “ningún patrono de Faes ostenta cargo alguno, ni tan siquiera honorífico, en ninguna formación política. Como presidente de Faes no quiero ser una excepción”. Con este movimiento, Aznar se aparta definitivamente del partido que lideró y recupera margen de maniobra política para emprender un nuevo camino desvinculándose de la era Rajoy.
El anuncio pilló al presidente del Gobierno de gira por Nueva York, donde acudió a la última jornada como presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El líder del PP se negó a hacer una declaración pública sobre el último lío interno de partido. Sin embargo, fuentes cercanas al presidente precisaron después a los periodistas que viajaban con él que la conversación entre los dos transcurrió con normalidad y que Aznar simplemente le trasladó lo que después escribió en la carta. La única protesta que lanza el equipo del presidente es el “momento” elegido para comunicar su salida: justo cuando Rajoy quiere vender su imagen más internacional en Estados Unidos.
La renuncia de José María Aznar tiene consecuencias inmediatas: no acudirá por primera vez desde 1989 al congreso que el PP celebra en febrero y tampoco asistirá a ningún Comité Ejecutivo, donde tenía un sillón reservado por su condición honorífica. De hecho, en el Comité que Rajoy convocó hace hoy justo un año, el día después de las elecciones del 20 de diciembre, Aznar se presentó por sorpresa para pedir a los actuales dirigentes que todos los militantes pudieran votar a sus representantes. Un reclamo que ha sido completamente ignorado en la cúpula del PP.
La noticia de Aznar, que rompe definitivamente con la cúpula del PP y se queda como militante de base, ha conmocionado a todo el partido. Los marianistas más fieles critican la “dureza” con la que Aznar trata al presidente del Gobierno, mientras que los aznaristas más convencidos analizan con “mucha tristeza” el “divorcio” que se ha producido entre el expresidente y el partido que dirigió hasta que designó a Mariano Rajoy como su sucesor.
Ahora, argumentan, “tiene las manos libres” para analizar desde Faes la situación política “internacional y nacional sin complejos”. Los más cercanos al líder del PP no ocultan su inquietud por lo que pueda hacer a partir de este momento el expresidente del Gobierno: “Sus ataques en forma de análisis sientan como un jarro de agua fría en todo el partido”, reconocen.
Los comienzos
Desde que el presidente de Faes le bendijo para sucederle en agosto de 2003, lo suyo ha sido una historia de encuentros y desencuentros. José María Aznar ha agudizado sus críticas hacia su propio partido en la segunda mitad de la legislatura de Mariano Rajoy y este último año ha sido especialmente duro. La relación actual entre ambos estaba prácticamente rota.
Con Rajoy como líder de la oposición y José Luis Rodríguez Zapatero como presidente, Aznar y su sucesor aún mantenían una relación más o menos pacífica, ya que el nuevo líder contaba entre sus filas con escuderos fieles a Aznar, como Ángel Acebes o Eduardo Zaplana. Fue durante la segunda legislatura de la era ZP cuando los desencuentros se hicieron patentes.
En esa época, Aznar preparaba el desembarco de su sucesor en la Moncloa y advertía de que la herencia recibida "será desastrosa”. No obstante, aprovechó para recordarle que en 1996, cuando él llegó al poder, España consiguió sus objetivos porque "se tomaron muchas decisiones”. Así, instó a su sucesor a que el Gobierno que viniera después de Zapatero "tenga que tomar muchas decisiones importantes para sacar España adelante”. Hoy, Aznar critica desde Faes pasos que el Ejecutivo ha dado en temas tan importantes como Cataluña o Cuba.
"No hay que morir de éxito"
Antes de cumplir los 100 primeros días de Gobierno, reaparece en escena Aznar para recordarle que "no hay que morir de éxito”. Acto seguido, le explicó que lo urgente para España era iniciar unas reformas "sin dudas y sin retrasos” para poder sacar al país de la crisis. En el famoso campus Faes, el presidente de honor reclamó al nuevo PP que recuperara los "principios reconocibles” del partido, esenciales para conservar el voto de sus militantes. "No debe haber ninguna duda de lo que somos, de lo que representamos y de lo que se espera de nosotros”.
En febrero de 2013, en un homenaje a Gregorio Ordóñez y en plena vorágine del caso Bárcenas, Aznar reconoció que "nos encontramos en una situación grave. No sólo tenemos que superar una crisis económica profundísima sino resolver una crisis política e institucional que se traslada a los ciudadanos en forma de desconfianza, desasosiego y temor al futuro” dijo durante su intervención en el acto.
Había pasado casi el ecuador de la legislatura de Rajoy cuando Aznar le envió el reproche más duro hasta ese momento. El PP todavía vivía sumido en la crisis que, según defendían, habían heredado de José Luis Rodríguez Zapatero. "Hay que ofrecer esperanza”, dijo José María Aznar a los suyos en una entrevista con la periodista de Antena 3 Gloria Lomana, y el expresidente sacó pecho de su gestión: "Espero que nadie dude de que nosotros hicimos en 1998 una gran reforma fiscal y bajamos los impuestos”. Incluso sembró la duda de su vuelta a la política para enderezar el rumbo del PP. "Cumpliré con mi responsabilidad, mi conciencia, mi partido y mi país”, respondió cuando se le preguntó por su hipotética vuelta a la política. El PP en bloque salió a defender a Rajoy, que tachó con una cruz a Aznar.
En febrero de 2014, el PP celebró la Convención en Valladolid, el acto más importante del partido tras las elecciones que ganó Rajoy en 2011. Aznar pegó un portazo a sus compañeros con una excusa demasiado blanda: tenía un viaje internacional a Filipinas. Lo que se escondía debajo era la salida de Jaime Mayor Oreja, que renunció a ser el candidato a las europeas por su mala relación con Rajoy.
El desplante de Aznar fue el momento en el que el PP literalmente le enterró. La cúpula al completo creía que el acto del partido era mucho más importante que el evento, que podía haber cambiado para días posteriores.
"¿Dónde está el PP?"
Tras permanecer varios meses al margen del partido, Aznar volvió en enero de 2015 consciente del difícil momento que atravesaba el PP. Es la antesala a la precampaña de las elecciones autonómicas y municipales. Ante toda la militancia, Aznar lanza la pregunta del millón: "¿Dónde está el PP? ¿Aspira a ganar las elecciones?”.
En esas fechas su esposa, Ana Botella, renunció a ser la candidata conservadora al Ayuntamiento de Madrid. Ya en septiembre, permaneció toda la campaña electoral en Cataluña callado y esperó a que se consumara el desastre para hablar. Lo hizo a través de un comunicado, lo que nunca se había visto hasta ese momento. José María Aznar abrió la caja de pandora con los suyos y recriminó, tras los sucesivos desastres electorales, la estrategia diseñada por los populares. "Es el quinto aviso del electorado y el PP no lo puede desoír”. Los cuatro avisos anteriores fueron los comicios europeos, andaluces, municipales y autonómicos, en los que el partido sufrió una fuerte bajada del voto.
Génova prescindió de su presidente de honor en las campañas electorales del 20 de diciembre y del 26 de junio. El divorcio oficial se produjo el 3 de octubre, cuando Faes acordó con el PP desvincularse del partido para buscar fuentes de financiación privadas. En el acuerdo se incluía la salida de todos los miembros del PP que permanecían en la Fundación como patronos. Después Aznar recuperó a su núcleo duro que hoy no tiene ya ningún cargo público con el actual PP: Eduardo Zaplana, Jaime Mayor Oreja, Ana Palacio, Josep Piqué, Gabriel Elorriaga, Cayetana Álvarez de Toledo, María San Gil, Javier Fernández-Lasquetty o Alberto Ruiz Gallardón.