“Si me queréis ver, tendréis que visitar mi tumba”: así se despidió la niña que se suicidó por bullying

“Si me queréis ver, tendréis que visitar mi tumba”: así se despidió la niña que se suicidó por bullying

España

“Si me queréis ver, tendréis que ir a mi tumba”: así se despidió la niña que se suicidó por bullying en Murcia

EL ESPAÑOL habla con los padres de Lucía, la niña de 13 años que este pasado martes puso fin a su vida en su propia habitación.

13 enero, 2017 15:18

Aljucer, una pedanía de la periferia de Murcia. Son las dos de la tarde de este viernes. El matrimonio formado por Joaquín y María Peligros, cabizbajos pero enteros, abre la puerta de su casa en la calle Antonio Pujalte. Se trata de un piso modesto en la primera altura de un pequeño edificio. Pese a que afuera luce el sol, dentro todo son sombras.

Joaquín y María Peligros son los padres de Lucía, la niña de 13 años que la tarde de este pasado martes se suicidó en su propia habitación. Su madre la encontró sin vida en torno a las 19 horas. La adolescente se había ahorcado con una correa lanzándose desde una litera. Se sentía acosada por varios excompañeros de instituto y no aguantó más. Es la última víctima mortal a causa de bullying en España.

Lucía anunció su suicidio tres semanas antes. Fue el pasado 21 de diciembre, el mismo día que empezó las vacaciones de Navidad. Una limpiadora del Instituto Cascales -donde estudiaba desde mayo de 2016 después de que sus padres solicitaran el cambio de centro debido a que varios compañeros de la niña la insultaban y la agredían en otro instituto- encontró tirado en el suelo un escrito a modo de carta de despedida.

La madre, con gafas oscuras que cubren unos ojos llorosos, y detrás de un retrato de su hija que reposa sobre la mesa de su comedor, cuenta lo que decía aquella misiva: “Me siento sola (…) No quiero hacer sufrir a nadie de mi familia (…) Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba”.

Lucía cumplió su palabra. Aunque el centro le trasladó aquella carta a los padres, la niña encontró en su casa el final de su corta existencia. Este jueves la incineraron y en la mañana del viernes, tras recoger sus cenizas, la han enterrado en el cementerio de Alcantarilla (Murcia). Allí descansa ahora junto a los restos de sus abuelos maternos.

María Peligros Menárguez es la madre de Lucía, una niña brillante y estudiosa. Cuenta que le gustaba el manga, la lectura de los libros de Harry Potter y cambiarse el color de pelo a menudo. Su marido, Joaquín García, es el padrastro de la niña. Ambos comenzaron a vivir juntos cuando Lucía, fruto de una relación anterior de María, aún era “muy niña”. Joaquín, contable, la crió como si fuera hija de su propia sangre.

“Sólo queremos que lo que le ha pasado a nuestra hija –dice él– sirva para que ningún otro niño se quite la vida a causa del acoso de sus compañeros”. Su madre, entre lágrimas, asiente. Luego, ya recompuesta, relata el sufrimiento de Lucía.

“DAS ASCO, GORDA, FEA”

Lucía comenzó a sufrir el acoso de varios compañeros (sobre todo, de dos, R. y D.) cuando dejó el colegio de Aljucer y pasó a estudiar el primer curso de la Educación Secundaria en el Instituto Ingeniero de la Cierva. Fue en septiembre de 2015. Desde aquella fecha hasta mayo del año siguiente, a la niña la zarandeaban a diario en el autobús que la llevaba al centro o le insultaban en clase llamándole “gorda” y “fea”, o diciéndole “das asco”. Aunque esos dos chicos eran quienes más la acosaban, éstos movían a muchos más compañeros para que se sumaran.

Los padres de Lucía conocieron el trance por el que estaba pasando su hija en mayo del año pasado. Un día festivo, cuando María Peligros y Joaquín le propusieron salir a dar una vuelta, ella se negó, comenzó a llorar y contó el calvario al que le tenían sometida varios compañeros de clase. “Nos lo había ocultado todo. La niña no se comía el bocadillo siquiera… Había interiorizado aquello que le decían esos niños”, cuenta su madre, que trabaja en un Eroski de Murcia.

Durante el curso escolar que padeció bullying, la niña se fue apartando de los compañeros de clase y recluyéndose en sí misma. Sólo se desahogaba en un diario que los padres le encontraron cuando les explicó que era víctima de acoso en su centro de estudios. En él, la niña decía que se sentía sola o que “la vida no tiene sentido”. “Le decían –cuenta la madre– que era la marginada de la clase. Escribía que la única vía para acabar con aquello era quitarse la vida. Eso lo leímos de su puña y letra”.

Tras escuchar a Lucía, sus padres acudieron al instituto de su hija y pidieron que se tomaran medidas. El centro expulsó a uno de los dos niños durante cinco días. Al otro, tan sólo uno. Pese a que María y Joaquín solicitaron el cambio de instituto con carácter urgente, la jefa de estudios les dijo que el protocolo lo impedía y que ya no podía hacer nada más. Entonces, ellos acudieron a la Consejería de Educación de la Región de Murcia, donde recibieron la misma respuesta.

Pero los padres de la niña amenazaron con hablar ante los medios de comunicación y con acudir a la Policía. Entonces, el gobierno autonómico envió a la niña al Instituto Cascales, donde se sintió más tranquila y segura. Lucía comenzó tratamiento psicológico y empezó a tomar medicación. Pero el martes se quitó la vida en su propia casa. Cerró la puerta de su habitación y ya no volvió a salir con vida.

“Voy a probarme ropa, mamá”

En el comedor de su casa, mientras Joaquín le acaricia su mano izquierda, María Peligros recuerda las últimas palabras de su hija. Por la mañana, la niña había ido a terapia de grupo junto a otros niños murcianos víctima de acoso. Después de comer se encerró en su habitación a estudiar. Joaquín se marchó y María Peligros, a la que le dolía la cabeza, se tomó una pastilla contra el dolor y se tumbó en el sofá.

A mitad de tarde, la niña salió de su cuarto y le dijo: “Mamá, voy a probarme ropa”. Su madre se confió y se durmió un rato. Al despertar se dio cuenta de que no escuchaba a Lucía. Al abrir la puerta, la encontró muerta. “Es un sufrimiento indescriptible”, dice este viernes.

¿Qué ha fallado en el caso de su hija?, le pregunta el reportero. “El protocolo de actuación del instituto Ingeniero de la Cierva. Allí deberían haberle prestado mucha más atención y se debería de haber actuado con mayor contundencia contra esos chicos. Cuando una niña cuenta algo así hay que hacer más cosas. No se puede expulsarlos y ya está. Encima tuve que amenazar a la Consejería de Educación para lograr que la cambiaran de centro”, responde la madre.

María Peligros recuerda que, tras explicarle a la dirección del anterior instituto de su hija lo que le estaba sucediendo a Lucía y dar los nombres de sus acosadores, se encontró por la calles a uno de ellos, que iba junto a su madre. La señora, en vez de asumir la culpa de su hijo, le recriminó a María Peligros que aquello suponía “una mancha en el expediente académico” de su niño.

“Le protegía en vez de recriminar su actitud –dice la mamá de la niña que se suicidó–. No lo entiendo. Los padres hemos de ser los primeros en responsabilizar a nuestros hijos de sus propios actos”. En su actual instituto, Lucía parecía haber encontrado “la luz”. Había encontrado algunos amigos y formaba parte del coro y del grupo de teatro. Además, hacía un programa de radio junto a varios de sus nuevos compañeros. “Pensábamos que estaba saliendo del abismo en el que estaba”, asegura el padrastro. Pero no fue así. 

Ahora, tras la muerte de Lucía, la Fiscalía de Menores ha abierto diligencias para investigar el caso y tratar de constatar la existencia de acoso escolar. Minutos antes de que este periodista visite a sus padres, la Policía Nacional se lleva varios discos duros y objetos personales de la niña. Pero las pesquisas ya no devolverán a Lucía, que para Reyes no pidió ningún regalo material. "Sólo quiero ser feliz, mamá”, le dijo a María Peligros. “Con eso me basta”.

Murcia, la comunidad con más casos de acoso escolar

El informe de 2016 'Yo a eso no juego' de Save the Children asegura que Murcia es la comunicad donde más episodios de acoso escolar se producen, junto con Andalucía, donde una media del 11% de su alumnado reconoce que ha sufrido bullying en algún momento del curso.

En concreto, Murcia, Andalucía, Melilla y Baleares son las cuatro comunidades autónomas que se sitúan por encima de la media española, que es de un 8,1% de los estudiantes.

En los episodios de ciberacoso, Murcia baja al tercer puesto de España, con un 6,1% de media, por encima del 5,8% de media que se da en España en general.

De los menores que reconocieron que han sufrido acoso escolar, el 15,4% es hombre frente al 84,6% de víctimas que son niñas.