La periodista Almudena Negro y el historiador Jorge Vilches vienen a sacudir conciencias sin importarles el escándalo. Tienen asumido que su libro Contra la socialdemocracia. Una defensa de la libertad (Deusto) es “políticamente incorrecto”.
Su propósito es enfrentarse al “pensamiento único” que ha promovido la socialdemocracia, una ideología que, según dicen, abrazan en España tanto el PSOE como el PP. Se trata, siempre según su tesis, de un fenómeno que en Europa ha provocado que la izquierda detente la “hegemonía cultural”, mientras la derecha renuncia a sus valores liberales.
Los autores denuncian que la sociedad se encuentra bajo el “dominio inconsciente” de unas ideas que elaboraron los “teóricos de izquierda”, los cuales tenían muy claro el axioma de Gramsci: “la conquista de la hegemonía precede a la conquista del poder”. Es decir, “había que ganar la batalla cultural, dominar las artes, el cine, el periodismo y la educación para crear una nueva sociedad”, afirma Vilches.
"Es muy fácil ser feminista, ser ecologista; lo difícil es criticar sus incoherencias y contradicciones”
“Salir de ese dominio es muy complicado porque lo ves en el colegio de manera inconsciente, en casa, en la televisión, en el mundo laboral… Son ideas y conceptos preconcebidos que todos tenemos miedo a romper. Ir contra el mainstream, contra la corriente general, es difícil, por eso los movimientos sociales son de izquierdas, porque responden a una corriente general. Es muy fácil ser feminista, ser ecologista; lo difícil es criticar sus incoherencias y contradicciones”, subraya Vilches.
Negro y Vilches consideran, en cambio, que la democracia y el capitalismo alumbran el “único sistema moral completo”, y son conscientes de que su posición va a contracorriente y los convierte en “antisistema”.
Los autores forman parte de dos colectivos profesionales que critican en el libro. Almudena Negro es periodista y responsable de Redes Sociales en La Razón. Jorge Vilches es profesor en la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de EL ESPAÑOL.
“Las profesiones son tribus y para poder trabajar tienes que respetar los códigos de la tribu, si no, eres repudiado. Sólo los muy adinerados puede permitirse salirse fuera de los códigos”, sentencia Vilches.
“Mira Alex Crivillé. Ha tenido que pedir perdón por sus declaraciones sobre la tributación en España porque el pensamiento único excluye de la vida civil al que se sale de la norma”, añade Almudena Negro.
Las carencias del 78
Su libro pretende dar diferentes pinceladas para “crear una derecha liberal valiente” porque “en España seguimos anclados en el régimen del 78”, señala Negro. Consideran la Constitución un texto socialdemócrata que articula un país con “más de cien mil leyes”, que no deja espacio a los derechos individuales y que implanta un alto grado de intervencionismo que no permite “el desarrollo de la iniciativa y la espontaneidad individual”.
"Durante el franquismo, pertenecer al sindicato era obligatorio; en democracia, pagarlo es lo obligatorio"
En ese sentido, Vilches apunta que la socialdemocracia ha creado un sistema contradictorio, algo que advierte en “el papel que se le ha dado a los sindicatos como un elemento indispensable en la vida social”. “Durante el franquismo, pertenecer al sindicato era obligatorio; en democracia, pagarlo es lo obligatorio. Pasa igual que con la financiación de los partidos. ¿Por qué tengo yo que financiar a Bildu, cuando me está insultando? Que me insulten con su dinero, no con el mío, que es un doble insulto”, añade. Esto es “solidaridad obligatoria” y primar el "colectivismo", y crea situaciones “que no nos hacen más libres”.
Los autores recurren al concepto “Régimen del 78” para analizar el “error autonómico”, que alcanza su mayor expresión en el caso catalán, “no sólo por la unidad territorial, sino por la pérdida de libertades de los ciudadanos de Cataluña que no comulgan con el nacionalismo obligatorio”.
Sostienen que en la Transición se transfirió un poder que ha permitido a los independentistas hacer ingeniería social y fraguar su proyecto rupturista. “Cuando hablamos de populismo tenemos que tener en cuenta que si hay un país con experiencia es España, porque tenemos populismo nacionalista desde hace 40 años en Cataluña”, subraya Negro.
La fe y la socialdemocracia
“No es casualidad que Pablo Iglesias hable en términos religiosos y se presente como un mesías”, advierten los autores. Sostienen que el socialismo pretende sustituir a la religión: “uno promete el paraíso en vida, y el otro, en el cielo, pero son exactamente lo mismo”.
Negro afirma que el cristianismo es el principal competidor del socialismo precisamente porque la socialdemocracia ha copiado a la religión en todo: en el lenguaje, en la forma de pensar, en el colectivismo y en la moral altruista. “También se parecen en los medios que usan”, apostilla, “porque para alcanzar sus paraísos son necesarios el esfuerzo y el sacrificio, por eso fomentan el proselitismo, la captación de gente para crear su gran obra”.