Desde que se desvinculó oficialmente del Partido Popular, José María Aznar se ha propuesto poner la lupa sobre los problemas que, a su juicio, aquejan a España y de momento está cumpliendo con su palabra. Este lunes, el expresidente del Gobierno alertaba ante unas 400 personas de los problemas sociales, territoriales y políticos que aquejan al país. A pesar de su crítico diagnóstico, "el decaimiento y la desvertebración de España", Aznar calmó a su público advirtiéndoles de que analizaba España "con realismo y preocupación, pero con gran esperanza".
El momento desde el cual la prosperidad de España se paró en seco fue, a su juicio, en el año 2009, cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy ya era líder de la oposición. "Desde entonces no ha sucedido ningún acontecimiento histórico. Nada igual de memorable y a la vez igual de cohesivo y constructivo. Casi nada que no divida y aleje a unos españoles de otros". Y cree, "y lo lamento", que Mariano Rajoy tampoco hará nada en la presente legislatura. "Tampoco estamos en el camino de poder celebrar nada parecido en 2019", vaticinó, en una conferencia en la que no había ningún miembro del equipo directivo de Mariano Rajoy ni del Gobierno.
Acompañado de la expresidenta del PP vasco, María San Gil, que dijo de él que había sido "el mejor presidente de España"; y de su ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, Aznar hizo un breve repaso de la exitosa historia de la España desde la Transición hasta los primeros años del presente siglo, una época dorada en la que la clase política cerraba acuerdos comunes por el bien del país. "Fueron décadas de movilidad social, de progreso, de oportunidades, de cambios responsables, de avance y de apertura. De más y de mejor España, pese a los errores, que los hubo. Pero nunca mayores que la capacidad de rectificarlos", relató.
Por los jóvenes
Pero, a su juicio, los políticos de hoy solo se preocupan de sus proyectos personales y han perdido esa visión común por un futuro mejor para España. Los damnificados de este país en ruinas son "los jóvenes, ¿qué país les vamos a dejar? No estamos jugando limpio con ellos", advirtió. "Padecen una evidente desconexión entre su sistema educativo, sus expectativas y su mercado laboral real. Y son quienes menos rendimiento obtienen de un modelo de bienestar injusto con ellos e ineficiente para todos. Modelo que, sin embargo, nos resistimos a cambiar". A su juicio, el Gobierno actual arroja sobre la espalda de los más jóvenes "una nueva y pesada carga en forma de déficit y de deuda, como medio de pago ordinario del bienestar de una parte. Y como precio asumido de la falta de reformas estructurales".
Según el expresidente del Gobierno, la brecha social aumenta al entrar en contacto con la brecha territorial, un proceso de "centrifugación institucional derivado del mal uso de nuestro modelo autonómico". Ahora que el Estado está en plena operación diálogo con Cataluña para frenar las ansias independentistas, Aznar recordó desde la tribuna que el Estado de las autonomías "debía operar como un conjunto de diecisiete puertas de acceso, amplias y abiertas, a la gran plaza mayor de la nación común. Y como escenario para una rápida curva de aprendizaje político y administrativo, capaz de acelerar nuestro progreso. Como competencia constructiva entre diecisiete modelos dispuestos a aprender unos de otros, a mejorarse unos a otros. Y a cohesionar al conjunto del país acelerando su convergencia en estándares cada vez más altos de calidad educativa, sanitaria, laboral, empresarial y cívica".
La relación con las autonomías
La relación entre el Estado y las autonomías, visualizado la semana pasada en la Conferencia de Presidentes, es para Aznar "un pulso permanente de suma cero o negativa. Como si se tratara de poblaciones distintas". Para el presidente de Faes, "llegamos al absurdo de pensar que mientras el todo se empobrece las partes pueden hacerse más ricas. Al absurdo de pensar que el único Estado legítimo es un Estado residual. No es así. Con un Estado débil y fragmentado perdemos todos. Sólo un Estado sólido y bien dimensionado puede garantizar la cohesión y la igualdad".
Con un Estado "residual en lo político y desmedido en lo económico no vertebraremos España y no revertiremos la brecha social". Para Aznar, "debilitar la estructura institucional y sobrecargar el peso económico del Estado induce más brecha social". E induce también, a su juicio, una brecha electoral, la tercera amenaza que está poniendo contra las cuerdas al país. "Porque polariza, desvincula territorios y personas, deteriora oportunidades y termina por tener su reflejo en la orientación del voto y en las ofertas electorales. En los últimos años, la distancia entre los partidos relevantes situados más a la izquierda y más a la derecha de nuestro mapa político ha aumentado en más de un punto en una escala de diez. Y el proceso continúa. El despoblamiento de la clase media tiene su reflejo electoral".
Ciudadanos y Podemos, partidos que nacieron por el desencanto de la población con el bipartidismo, "no han tomado el relevo de los anteriores en su capacidad de integrar y de impulsar España transversalmente. No actúan para un proyecto nacional. Al contrario, exhiben ruptura territorial, ideológica, generacional o histórica, no continuidad". Aznar dice que los líderes de los partidos regeneracionistas, "bajo la apariencia de un regeneracionismo gritón y en ocasiones asilvestrado -muy manido y fracasado en nuestra historia-", declaran y despliegan su vocación explícita de "parcialidad y de división. Por territorios, por edades, por tamaño de municipio y casi por cualquier variable económica, geográfica o social, el voto revela hoy la realidad de las brechas.
Antes de finalizar el acto, al que acudieron su esposa, Ana Botella; la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre; el presidente de Vox, Santiago Abascal, José María Aznar calmó al público y cerró con un hilo de esperanza. "España no se va a romper". Pero no basta con eso. "No basta con evitar lo peor, hay que aspirar a lo mejor. A aprovechar todas las oportunidades estratégicas, comerciales y culturales que el mundo global ofrece a los países grandes que además quieren ser importantes. Lo tenemos todo para afrontar grandes desafíos y para convertirlos en nuevas ventajas y en nuevos éxitos. Sería lamentable que lo único que nos faltara fuera la voluntad".