Desde que José María Aznar abandonó el Partido Popular de su sucesor, Mariano Rajoy, la gran pregunta es si las dos familias de centroderecha pueden convivir bajo unas mismas siglas. El expresidente del Gobierno creó sobre sí mismo una figura inquebrantable construyendo un gran Partido Popular en el que cabían todas las sensibilidades, desde el centro hasta la derecha más extrema. Él dio al PP su primera victoria electoral en 1996. A Rajoy, sin embargo, le culpan ahora precisamente de lo contrario: de ser el presidente que ha visto cómo su partido pierde la hegemonía del centroderecha al aparecerle un competidor por la izquierda: Ciudadanos. Un fenómeno que surge para desintegrar al Partido Popular y que poco a poco le va comiendo terreno.
El origen del distanciamiento entre los dos líderes se sitúa en la campaña electoral de 2004, justo antes de los atentados del 11M. Guillermo Gortázar, exdiputado del partido conservador, revela para EL ESPAÑOL que un mes después de las elecciones generales Aznar ya lamentaba la versión de Mariano Rajoy y desde entonces sus posturas nunca se han acercado.
El PP que fundó Aznar en los años ochenta, sin embargo, no es el mismo PP que heredó Mariano Rajoy en el año 2004. Por muchos motivos. "Cuando se fundó Alianza Popular en 1989, Aznar unificó la derecha en España, la hizo competitiva y consiguió que su partido ganara por primera vez unas elecciones", recuerda el politólogo Pablo Simón. Isabel Benjumea, presidenta del think tank Floridablanca, matiza que Aznar "es producto del esfuerzo de unir al centroderecha alrededor de su proyecto común. El mérito de ese éxito fue la capacidad de unir: sumar, sumar y sumar". Un sentimiento que, a su juicio, se ha perdido con la actual dirección del partido. "Rajoy tiene que tener la capacidad de unir a todas las voces internas que piensan distinto por una razón: porque PP es todo lo que hay a la derecha de la izquierda", piensa la militante.
Para Simón, la principal diferencia entre el Partido Popular que lideró Aznar y el que ahora preside Rajoy es que el primero pudo vender un partido de buenos gestores mientras que al actual presidente ya no le valió esa carta de presentación para ganar con mayoría absoluta. "Rajoy ha visto cómo ha perdido la hegemonía de centroderecha al aparecerle un competidor por la izquierda, que es Ciudadanos, y que le arrebata votos. Esto no había sucedido nunca antes".
Memoria propia
Para la red Floridablanca, la actual dirección del PP "ha renunciado voluntariamente a su propia memoria. Hoy sería casi impensable oír a algún representante del PP reivindicar a Manuel Fraga, porque se ha asumido el relato de la izquierda que nos atribuye un invencible complejo de origen. El décimo aniversario de la muerte de Loyola de Palacio ha pasado casi desapercibido y en el linchamiento público -injusto y desproporcionado- de Rita Barberá participaron cargos de la actual directiva, por no hablar del legado abandonado de las víctimas de ETA y de lo que éstas representaban".
Gortázar define a Aznar como una "víctima del éxito, del extraordinario poder y posición otorgada por la mayoría absoluta del año 2000". A su juicio, Mariano Rajoy "ha demostrado no tener proyecto político más allá del mantenimiento del poder, aderezado de tecnocracia y dominio del aparato en todos los niveles". El gran error del ya expresidente de honor del partido fue, según Gortázar, "no democratizar después de 1996 el PP y asegurarse de que la nueva política liberal-conservadora fuera a continuar tras salir del gobierno".
Entonces llegó Rajoy, "que se olvidó de la política, profundizó la centralización del PP y estableció un control absoluto de todos los resortes de poder del partido y de los grupos parlamentarios", mantiene Gortázar. "Ese control ha permitido a Rajoy sobrevivir a todas las zozobras internas y externas de los tres últimos años y medio" a costa de perder un tercio de su electorado.
Coherencia y trayectoria
Para el movimiento de jóvenes del PP más crítico con Rajoy, Aznar ha abandonado la Presidencia de honor del partido que él construyó "tras una virulenta ola de críticas de sus dirigentes por tratar de salvar la coherencia y la trayectoria del partido cuando ni siquiera él era ya su presidente". Además, desde Floridablanca se preguntan que "si la memoria es la fuente de identidad para las personas y para las organizaciones, si la conciencia de la propia historia es un anclaje fundamental sobre el que proyectar la acción futura, ¿sobre qué puede construir su identidad política un partido que rechaza su propia historia?".
Los contextos económicos y sociales en los que construyeron su identidad los dos líderes son, también, radicalmente distintos. En los años ochenta, relata Pablo Simón, "Aznar creó el Partido Popular con una generación nueva de gente joven preparada como entonces lo eran Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato. El presidente llegó a aglutinar a toda la derecha detrás de su figura, desde el centro hasta la extrema derecha, se vendió como el partido que acabaría con la corrupción del Gobierno de Felipe González y ganó", resume el politólogo. Ahora, sin embargo, el PP "ha perdido banquillo y poder territorial por la gestión de la crisis". El ejemplo más claro fue perder el poder absoluto de Valencia, un histórico feudo conservador. "Ahí el PP pasó de ser lo máximo a lo mínimo".
Dos familias bajo el paraguas del PP
Floridablanca recuerda que "ahora lo importante es no tener ideas, gobernar a golpe de tendencia demoscópica y molestar lo menos posible a los adversarios políticos y a sus plataformas mediáticas, no vayan a creer que tenemos alguna idea. Lo que parece haberse impuesto es el centro no como actitud de moderación sino como espacio vacío de contenido ideológico, un comodín tramposo". Para Benjumea, Rajoy y su equipo ha "desandado el camino de integración que llevó al éxito y el PP se ha embarcado en una huida hacia delante que no sabemos dónde terminará. Lo que sí sabemos es que por ese camino no irá ni en favor de la construcción de la casa común del centroderecha ni de la elaboración de un ideario liberal-conservador centrado en los retos de la sociedad española actual".
A pesar de las grandes diferencias que han distanciado a Aznar y a Rajoy, los expertos consultados apuestan porque las dos familias caben dentro del paraguas del Partido Popular. "El poder territorial es clave para poder lanzarte a montar otro proyecto. No es tan fácil. Necesitas base de apoyo local que, de momento, no se da", concluye Pablo Simón. Isabel Benjumea, militante del Partido Popular, confía y trabaja para que su partido vuelva a cohesionarse y se convierta otra vez en un partido con poder absoluto. "Es perfectamente posible que se puedan entender todas las familias, porque ya sucedió. El gran reto del Partido Popular es que se pueda convivir en él". En esta misma línea se manifiesta Gortázar. "No veo a Aznar promoviendo otro partido".