A mí no me impresionan
Hombres con mucho dinero
Pero flipo si yo llego
Y tiene puesto un puchero
Han sido novias abandonadas en el altar, mises venidas a menos, falangistas y liberales, también talegueras. Siempre con el tipo, o disfraz para quienes frecuentan poco Cádiz, puesto pero nunca enmascaradas en su lucha contra el machismo en el carnaval gaditano. Son las Cadiwoman, la primera y autoproclamada chirigota feminista. Sus demandas no sonarán en el Falla, pero retumbarán en las calles de la tacita de plata.
“Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer; bueno, ¿y por qué no al lado?”, descerraja en los primeros compases de la conversación con EL ESPAÑOL la letrista y chirigotera Susana Ginesta. Todo sucede en mitad de un ensayo, algo muy serio en Cádiz, la ciudad en la que el carnaval no es una broma. Junto a ella están parte de las Cadiwoman, un grupo de mujeres que hartas del papel que al que la sociedad gaditana relega a la mujer en la fiesta que precede a la Cuaresma han decidido reclamar su espacio al compás del tres por cuatro.
En sus letras no hay amores incondicionales, ni chistes de mariquitas, y sí abrumadoras dosis de ingenio en pos de la igualdad. Huyen del tópico. “Así es más difícil, pero ahí está el reto”, concreta Ginesta, embarazada hasta las trancas. “Mira, mira, mira cómo se mueve la niña, mira cómo da patadas”, apuntan sus compañeras. Inés, que llegará a mediados de marzo, será carnavalera. Y su madre espera que aterrice en un carnaval menos machista. Esta es su lucha.
“El Carnaval nos ha reservado a las mujeres un espacio, el papel de las ninfas, el palco eterno”, concreta su hermana Marta Ginesta, trabajadora social y doctoranda de la Universidad de Cádiz. “Se nos limitaba a entregar unos premios que nunca serían para nosotras. Era un papel pasivo, limitado al silencio”, critica esta joven que actualmente realiza una tesis sobre el protagonismo de la mujer en esta típica cita gaditana.
El carnaval, territorio de hombres
Los cuartetos, las chirigotas, comparsas o coros están integrados eminentemente por hombres. Las letras las componen en un altísimo porcentajes los hombres y son ellos también quienes tocan mayoritariamente los instrumentos. Así ha sido tradicionalmente y levantar todos estos años de tradición comporta un arduo trabajo del que no reniegan las Cadiwoman.
Pero es duro. Esther Gilde, componente del primer cuarteto formado íntegramente por mujeres que se subió a las tablas del Gran Teatro Falla —‘Una locura según las escrituras’, año 2006—, recuerda las palabras gruesas que le dedicó parte del patio de butacas. “Fueron muy soeces y nos invitaban, con bastante mala educación, a que nos marcháramos del escenario”, detalla. Pero ellas se vinieron arriba. “Era la única forma de romper una lanza por alcanzar la igualdad. “Ahora puedo decir que me siento parte de la historia”, cuenta Gilde, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología.
No hace falta que me bajes
La Luna ni las estrellas
Pero baja a por cerveza
Y te subes tres botellas
Chirigoteras y feministas
Ni Ginesta ni el resto de las Cadiwoman reniegan del término feminista. “Creemos que hay que perderle el miedo a la palabra —continúa la letrista— el miedo al feminismo no es más que el miedo a que las cosas cambien, pretendemos la igualdad de oportunidades, no pisotear a nadie”. “A nosotras los hombres nos encantan, pero mirándonos de igual a igual”, puntualiza.
Elia Jiménez, otra de las componentes del grupo, denuncia el paternalismo con el que un amplio sector del carnaval, dominado eminentemente por los hombres, las miran. “Hay mucha condescendencia en su relación con nosotras”, critica. “Nos preguntan que si hacemos nosotras las letras o si nos la hace un hombre, si tocamos nosotras las guitarras o la tocan hombres… Se piensan que esto es falso, que solo queremos figurar, pero no es así”, confirma.
Con sus letras proponen una revisión de los tópicos machistas que, con mucha guasa y no menos ironía, tratan de desmontar. “La gente se nos acerca y nos dicen que les hacemos pensar”, comenta orgullosa Ginesta, licenciada en Derecho y experta en políticas de igualdad y comunicación. Junto a otras chirigoteras fundó Cadigenia, una empresa que imparte cursos utilizando el humor y las artes escénicas como herramientas principales.
“La gente no se cree que las mujeres seamos capaces de hacer humor”, comenta Lola Bienvenida, ingeniera Informática de 30 años y una de las voces de la chirigota. “Muchos hombres nos miran por encima de hombro”, lamenta. Además, se queja amargamente, en el concurso priman cuestiones en las que en género sigue siendo un hándicap.
Lola puntualiza: “Miran la afinación y una agrupación de mujeres suena con una afinación de mujeres, no de hombres, y no suena gritado, suena a mujeres”. Algo que se critica mucho en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC), el olimpo del carnaval. Y a su juicio, este tipo de valoraciones, donde entra de lleno la cuestión de género, acarrea que muchas de ellas no se atrevan a participar por el miedo a ser juzgadas.
De ahí que las agrupaciones de mujeres se decidan a echarse a la calle para disfrutar del carnaval como ‘ilegales’, como tradicionalmente se conoce a quienes no participan en el concurso que acoge el Falla. Aunque ahí tampoco se libren del machismo.
Solterona a mí me llaman
Porque no tengo un maromo
Pero si un tío está libre
Es un soltero de oro
El carnaval y la conciliación, un problema de género
“Las mujeres tenemos más problemas para conciliar”, apunta Tatiana Sánchez, batería de la chirigota y psicóloga. “Las que son mamis tienen más problemas para acudir a los ensayos, para salir en carnaval”, añade. “Tenemos menos oportunidades que los compañeros”, sentencia. “A los hombres se les ha reforzado el papel de fuera de casa y a nosotras se nos ha fomentado una actitud más pasiva: la espera”, puntualiza Susana Ginesta. Y todavía, insisten todas, queda mucho para que las mujeres puedan desmarcarse de su papel como cuidadoras y disfruten sin complejos del ocio.
A ellas, Ginesta recomienda “salir de la zona de confort, que viene impuesto por el juicio al que los hombres someten a las mujeres”. “Si le preguntas a un compañero —añade—, lo más probable es que te diga que esto no es así”.
“Nos preguntan mucho si el carnaval es machista y me encantaría que esa misma pregunta se la hicieran a algunas agrupaciones masculinas porque me parece interesante su opinión; yo considero que sí, el carnaval es machista, tanto el del concurso como el de la calle”, añade su hermana Marta.
—¿Y, Susana, de qué se debe desprender el carnaval para que la mujer se sienta más cómoda?
—Para que el carnaval sea menos machista debe perder miedo. Creo que las mujeres estamos sumando puntos de vista, una manera diferente de hacer las cosas y en esa nueva mirada está la riqueza. Hay muchas más mujeres que han escrito letras, que han aportado su visión al carnaval y todas podrán enumerar las dificultades a las que se han enfrentado en el camino. Hace diez años nadie se paraba a escucharnos, ahora nos buscan y nos cantan. Lo hemos conseguido. Hemos aguantado las tempestades que nos hemos encontrado en este tiempo. Y lo hacemos porque tenemos muy claro que no podemos inhibir el talento potencial de las mujeres.
Y si en una discoteca
Las mujeres no pagamos
No es un chollo, amiga mía
Es que te usan de reclamo