Euforia en el PP ante el tiro por la culata del congreso paralelo de Podemos
Pablo Iglesias contraprogramó a conciencia a Mariano Rajoy para enfrentar los dos proyectos.
4 febrero, 2017 01:49Tras muchas especulaciones con las fechas, Pablo Iglesias anunció a principios de diciembre que el segundo congreso nacional de Podemos se celebraría el mismo fin de semana que el cónclave del Partido Popular. "Así se pueden comparar dos proyectos de país completamente distintos", justificaba entonces el líder de la formación morada. Quería presentarse ante los suyos como la única alternativa posible para echar de La Moncloa a Mariano Rajoy. Iglesias nunca pensó que "el líder débil sería él y el presidente del Gobierno sería el fuerte", describe un destacado miembro del Partido Popular.
Al principio, la contraprogramación de Podemos al PP sentó en Génova como un jarro de agua fría. Dirigentes nacionales del partido conservador justificaban su enfado con que existía un pacto no escrito entre partidos políticos para no hacer coincidir las fechas de los congresos. De hecho, las mismas fuentes argumentaban que su congreso nacional no se celebraba el primer fin de semana de febrero porque Ciudadanos ya había puesto su fecha antes, y era "de caballeros respetarnos".
En el corazón de Podemos ya empezaban a palpitar dos almas. Sin embargo, nadie podía imaginar que en tan solo dos meses el partido se desintegraría hasta enfrentar públicamente a su número uno y a su número dos. Mientras la cúpula de la formación morada llega totalmente dividida al congreso de su refundación, en el PP están más unidos que nunca y han conseguido cerrar los pocos debates internos que se intentaban abrir para debatirlos en su cónclave.
"Nos quisieron contraprogramar y ahora nos van a hacer el congreso ellos", se felicitan altos cargos del PP que creen que ahora les beneficia que los dos cónclaves se celebren los mismos días. Ante la ciudadanía, el PP está convencido de que Mariano Rajoy se proyectará como el líder "que revalida su cargo en un partido unido" frente a un Pablo Iglesias "herido de muerte que se enfrenta a su número dos. Imaginaos lo que sería para el PP que María Dolores de Cospedal disputara el liderazgo al presidente", añaden. "La estabilidad frente al caos", continúan.
El susto de Cifuentes
El susto en Génova llegó cuando Cristina Cifuentes presentó en enero una enmienda para que sean los militantes y no los compromisarios los que elijan al presidente. La sangre no llegó al río: la dirección nacional pactó con la gestora madrileña que en el futuro congreso regional se pueda utilizar esta fórmula, pero respetar el sistema de doble vuelta con compromisarios en el nacional. Además de este triunfo, Rajoy ha conseguido ahogar las voces internas que pedían -siempre en privado- que María Dolores de Cospedal se apartara de la Secretaría General para dedicarse en exclusiva a sus funciones en el ministerio de Defensa.
"Rajoy diseñará su equipo directivo como quiera, sin ningún tipo de presión de ningún tipo", se felicitan los populares. El PP ha conseguido que este proceso se desarrolle "con el menor ruido, los menores líos posibles y con la mayor fuerza orgánica", resume un alto dirigente del partido. En Podemos, sin embargo, Iglesias y Errejón rivalizan en listas paralelas por el control del partido. La consecuencia es que Podemos llega al congreso de su refundación totalmente roto.
Cambios "mínimos"
Los cambios que se espera en el PP son "mínimos" y nadie en el partido apuesta ya porque Rajoy vaya a quitar a Cospedal de 'número dos'. "Eso sería una revolución que ahora no toca", insisten las mismas fuentes. Esta misma semana, el presidente aprovechaba la primera sesión de control de esta temporada para reunirse en privado con la propia Cospedal y con su 'número tres', Fernando Martínez-Maillo, para darles instrucciones sobre cómo debe avanzar la preparación del congreso que están cerrando con una discrecionalidad asombrosa.
Al mismo tiempo, Iglesias y Errejón copaban todas las portadas de periódicos y abrían los informativos por una acalorada bronca en su escaño. Los propios diputados del PP no quisieron perderse "la telenovela" que protagonizaban "los que venían a cambiar España y ahora se matan por ver quién manda sobre quién". La jugada no ha podido salirle peor a Podemos y mejor al Partido Popular.