Aragón cuenta con dos aeropuertos que permiten hacerse perfecta cuenta de la realidad de algunas de estas infraestructuras en España, construidas pensando más en la política que en la rentabilidad y el servicio a los ciudadanos.
El aeropuerto fantasma de Huesca-Pirineos y el aeropuerto milagro de Teruel requirieron de inversiones millonarias para su construcción, que coincidió con el fin de una etapa de gran crecimiento económico y los inicios de la mayor depresión económica conocida. Mientras el primero se empeña en atraer la demanda de vuelos comerciales, el segundo ha encontrado su salvación en el negocio del desguace de aviones.
Huesca-Pirineos se inauguró a finales de diciembre del año 2006 y costó cerca de 40 millones de euros. Fue ideado por el exministro Álvarez-Cascos e inaugurado por Magdalena Álvarez. Durante su promoción, el Ministerio de Fomento informó de una afluencia aproximada de 156.000 pasajeros al año, que atribuía al tirón de las pistas de esquí oscenses.
El aeropuerto cerró 2016 con el peor dato de su historia: 95 pasajeros, según informaciones publicadas por AENA. Es el aeródromo con menos usuarios de España y, sin duda, el que más dinero paga por viajero. Si tenemos en cuenta que tuvo unos gastos de mantenimiento de 3.369.850 euros, cada pasajero le salió por 35.472 euros. Pero en su mejor año no llegó a los 7.000 pasajeros anuales: el número que atiende Barajas en menos de una hora.
Cementerio de aviones
Enfrente, el aeropuerto de Teruel es el paradigma de aeropuerto secundario al que se le ha sabido sacar rendimiento. Ha renunciado a los viajes y se ha centrado en el mantenimiento, almacenaje, desguace e investigación de aviones. En realidad, un parking que desde su inicio -hace cuatro años- ha conseguido cuadruplicar el volumen de negocio.
Se construyó en el año 2009 y costó cerca de 45 millones de euros. Al fracasar en transporte de pasajeros en otros aeropuertos secundarios optó por reinventarse. Hoy está gestionado por un consorcio de propiedad pública -Plataforma Aeroportuaria de Teruel (PLATA)- donde el Gobierno de Aragón cuenta con el 60% de la titularidad y el resto, el Ayuntamiento de Teruel.
Su negocio comprende, según cuenta su director gerente Alejandro Ibrahim, en el estacionamiento de aviones durante largo tiempo hasta un nuevo destino o la revisión en profundidad durante semanas e incluso el desguace de piezas (hierro, aluminio, cobre…) para venderlas al mejor postor.
"En 2017 tenemos una previsión de alcanzar unos ingresos de 2,3 millones de euros y unos gastos de explotación que no superen el millón", señala Ibrahim. En 2016, el aeropuerto de Teruel realizó 358 operaciones de gran capacidad -varios Boeing 747-, dentro de un total de 2.085 operaciones de aviones de cualquier tamaño. "Este aeropuerto nació en un momento de crisis y tuvimos que adaptarnos a la realidad. Nos reinventamos. España no es país exclusivamente para pasajeros", añade.
Aeropuerto para enseñar a volar
Atrás quedan viejos sueños. El aeropuerto de Huesca se proyectó como una infraestructura capaz de revitalizar la economía local y abrir las puertas de los Pirineos a cientos de miles de pasajeros. La aerolínea Pyrenair empezó a operar con conexiones a Madrid, Palma de Mallorca e incluso Londres. Eso sí, todo gracias a las subvenciones millonarias por parte del Gobierno de Aragón: cerca de 3 millones de euros al año.
Cuando llegó la crisis y el Gobierno aragonés tuvo que ajustar gastos, dejó de subvencionar a la aerolínea y la compañía quebró. Desde el año 2011, Huesca-Pirineos no ha tenido ningún vuelo regular: la mayor parte han sido chárter.
Hace cuatro años aterrizó en el aeropuerto una empresa jordana, AYLA, con licencia europea para explotar los vuelos de instrucción en una escuela de aviación. El crecimiento en el negocio de la instrucción de vuelo llamó la atención de Airways Aviation, que compró AYLA.
"El potencial que tiene este sitio es enorme: un aeropuerto vacío, espacio aéreo para aburrir y un clima sensacional para volar", afirma Pedro Ortiz, responsable de Airways Aviation. Su objetivo a largo plazo es crear un campus aeronáutico de gran nivel.
La empresa cuenta con casi 40 alumnos provenientes de varias partes del mundo, once trabajadores y unas previsiones de duplicar la flota para este año. Al menos, evitará que haya telarañas en las pistas.