La Guardia Civil ha asestado el enésimo golpe al almacén secreto de ETA. Agentes del Instituto Armado han procedido este miércoles a desarticular un zulo de la organización terrorista, en este caso en territorio español, concretamente en Irún (Guipúzcoa), según informa el Ministerio del Interior.
El depósito contenía siete bidones con material explosivo que, según las investigaciones, no habían sido manipulados desde hace tiempo. Se cree que la banda lo empleaba para suministrar la carga a algún comando que operaba en la zona de Irún.
Según han precisado a EL ESPAÑOL fuentes de la lucha antiterrorista, el escondite de los terroristas se encontraba en una ladera del monte San Marcial, dentro del término municipal de Irún. Este hallazgo tuvo su origen en la operación llevada a cabo por el Instituto Armado en abril de 2011 en el que se desarticulo el comando Erreka, cuyo líder era Aitor Esnaola Dorronsoro.
La localización del zulo se produce apenas cuatro meses después de la llamada 'operación Descubrimiento' en la que agentes de la DGSI francesa en colaboración con la Guardia Civil hallaron un arsenal "estratégico" de la organización -tal y como lo definió el Ministerio del Interior- en una zona boscosa al norte de París donde los etarras escondían armas cortas entre otros efectos.
En aquella operación, se incautaron 145 armas cortas que fueron sustraídas por los terroristas en Vauvert en el año 2006, en pleno proceso de negociación con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El escondite también albergaba dos armas largas. Antes de ese hallazgo, los expertos en la lucha antiterrorista calculaban que a la banda le quedaban todavía en torno a 250 de estas armas después de que las autoridades francesas cifraran en 350 las pistolas sustraídas.
El tiempo corre en su contra
Con esta nueva operación llevada a cabo en suelo español este miércoles, las fuerzas de seguridad insisten en trasladar a ETA el mensaje de que si no entrega las armas voluntariamente, le serán incautadas a la fuerza. Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas sostienen que a los terroristas ya sólo les queda la baza de sus arsenales en su anhelo de intentar sentar al Gobierno en una negociación donde acordar lo que ellos llaman "consecuencias del conflicto" (desarme, presos, salida del Ejército y las fuerzas de seguridad del País Vasco y Navarra).
No obstante, el tiempo corre en contra de la banda, debido a estos golpes policiales y a que hay mucho material que se está deteriorando con el paso del tiempo y la humedad.
Tras la pérdida de credibilidad que le acarreó el falso desarme que escenificó en 2014, ETA ha buscado en los últimos años agentes internacionales con los que tratar de legitimar su desarme y sus anuncios de sellado de zulos. Encontró unos interlocutores en varios activistas franceses que se comprometieron con ETA a supervisar la destrucción de una parte de su armamento.
Las autoridades galas en colaboración con la Guardia Civil les arrestó el pasado diciembre en una vivienda de la localidad francesa de Louhossoa, en el Departamento de los Pirineos Atlánticos. En comunicados recientes, ETA ha manifestado su compromiso con el desarme, pero en la práctica esos anuncios no se han sustanciado después en nada concreto.
Numerosos golpes desde 2009
Los años previos a que se decretase el alto el fuego se llevaron a cabo numerosos golpes policiales contra el entramado logístico de la organización que contribuyeron al debilitamiento al final de la violencia de la banda. Sólo entre 2009 y 2011 -año del cese definitivo- las fuerzas de seguridad se incautaron de 4.000 kilos de material para la fabricación de explosivos. Pero el goteo de escondites descubiertos a ETA ha continuado después.
El hallazgo este miércoles del último arsenal se une al golpe asestado en mayo del año pasado cuando fue desmantelada una casa una 'casa zulo' de Biarritz (Francia). Allí habían guardado 19 revólveres, siete pistolas, más de mil cartuchos de distintos modelos, 3,2 kilos de pentrita y temporizadores.
El precedente más relevante en suelo español data de abril de 2011, unos meses antes del cese definitivo de la violencia, cuando la Guardia Civil desarticuló en Legorreta (Guipúzcoa) un caserío en el que los terroristas guardaban cerca de una tonelada de material para la fabricación de explosivos.