Pedro J. Ramírez repasó en Pamplona la historia del terrorismo etarra a través de algunas de sus vivencias. Las primeras como alumno de Periodismo en la Universidad de Navarra y las últimas como director de periódicos. Referido a los años ochenta, se detuvo y lamentó el “ojo por ojo” que emplearon las cloacas del Estado como respuesta: los GAL. Y de repente, Narcos. Pero, ¿por qué el director de EL ESPAÑOL recurrió a la serie que narra los crímenes de Pablo Escobar como espejo de este episodio?
Los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), activos en la década de los ochenta, cometieron cerca de treinta atentados. Sangre contra el derramamiento de la sangre. Los reportajes de Deia primero, luego Diario 16 y, por último, El Mundo descubrieron un sistema de financiación a cargo de altos cargos de Interior. El ministro socialista, José Barrionuevo, y el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, fueron condenados por secuestro y malversación. El general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo entró en la cárcel por asesinato, igual que el teniente coronel Ángel Vaquero.
Tras relatar algunas de sus experiencias como hombre al frente de los medios que publicaron en primicia el “diente por diente” de los GAL, Ramírez recurrió a Narcos como símil. En Colombia, también a finales de los ochenta, el Gobierno se vio desbordado por los asesinatos de Pablo Escobar, entonces el rey del tráfico de drogas. También de las cloacas del Estado colombiano, en una dimensión mayor que la española, surgió un grupo de hombres armados que asesinó socios de Escobar.
“Pablo Escobar decía matar en nombre de los desfavorecidos de Medellín y ETA aseguraba hacerlo en defensa de la libertad del pueblo vasco”, comparaba Ramírez. La respuesta, la misma, aunque en escalas diferentes: el Estado coge las armas.
En más de una ocasión, Pedro J. Ramírez ha dicho no ver demasiadas series, aunque sí se ha detenido en Narcos y alguna producción norteamericana que trata las relaciones entre la prensa y el poder. Este lunes en Pamplona se refirió a la producción de Netflix, y también a El Patrón del Mal, de factura colombiana y con el mismo objeto: relatar la trayectoria de plomo y cocaína de Escobar.
Narcos, en concreto, se enfrasca en la desesperación del presidente colombiano, César Gaviria, que impotente ante la violencia de Escobar, permite que el coronel Carrillo encabece un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado que asaltan metralleta en mano laboratorios de cocaína y refugios de narcotraficantes. En España, los GAL asaltaron bares del País Vasco francés. También secuestraron a Lasa y Zabala. Fue la violencia contra la violencia.