La Guardia Civil se ha incautado en Vitoria de 500 kilos de cocaína trasladados desde Brasil y ocultos entre sacos de abrasivo industrial destinados a una empresa alavesa. La droga estaba escondida en paquetes plastificados junto a la carga legal declarada, sin que la compañía exportadora ni la importadora del envío tuvieran conocimiento de la mercancía ilícita que lo acompañaba.
Este método de ocultación, conocido como “gancho perdido”, es utilizado de manera “habitual” por las grandes organizaciones criminales, que se aprovechan de pedidos legales para ocultar su mercancía en los mismos contenedores, según han explicado este lunes en la capital alavesa portavoces de la Guardia Civil y de la Delegación del Gobierno.
Las redes de traficantes emplean la rutas internacionales de transporte para mover la droga por todo el mundo. Acceden al contenedor en origen en algún puerto de Sudamérica o América Central y esperan a que sea desembarcado en el puerto de destino. Después aprovechan un descuido en la vigilancia para retirar los estupefacientes antes de que la mercancía llegue a la empresa destinataria del producto legalmente transportado, que desconoce que ha sido utilizado con fines delictivos.
En este caso la cocaína fue interceptada por la Guardia Civil en el interior del tráiler que la trasladó desde el puerto de Bilbao hasta el polígono industrial de Júndiz en Vitoria. La operación bautizada con el nombre de Esmeril se llevó a cabo el pasado viernes, sin que se practicaran detenciones porque nadie acudió a retirar la droga del camión, aparcado en las instalaciones de la empresa encargada del transporte y ajena al contrabando.
Según las estimaciones oficiales, con la media tonelada de cocaína incautada se habrían podido confeccionar hasta dos millones de dosis que en el mercado negro habrían alcanzado un valor de más de cuarenta millones de euros. Elsa Expósito, portavoz de la Guardia Civil en el País Vasco, ha explicado no obstante que el grado de pureza de la droga está aún por determinar.
En Álava sólo existe un precedente de un alijo mayor, el aprehendido en la operación Flower Power en diciembre de 2009, cuando la Guardia Civil interceptó en el aeropuerto de Foronda más de dos toneladas de cocaína procedentes de Colombia camufladas entre miles de kilos de rosas.
Labor de la Guardia Civil
Dentro de las competencias de la Guardia Civil en la persecución del contrabando se halla la inspección de las mercancías que entran en España a través de los puertos.
Para no paralizar la actividad comercial no se inspeccionan la totalidad de los contenedores, sino que expertos del instituto armado realizan un control selectivo de aquellos con mayores factores de riesgo, marcados como “calientes”, según ha explicado la Delegación del Gobierno.
Las mismas fuentes indican que las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas que utilizan los puertos y el sistema de 'gancho perdido' se arriesgan a perder las sustancias que han ocultado entre las cargas legales, pero les compensa hacerlo porque en el supuesto de que los estupefacientes sean descubiertos resulta “muy difícil” vincular a sus responsables con las mercancías aprehendidas.
En esta ocasión, la media tonelada de cocaína transportada en barco hasta Bilbao no fue detectada en el puerto de Santurtzi sino ya en Vitoria, antes de que se procedieran a descargar los sacos de abrasivo .
El delegado del Gobierno en el País Vasco, Javier De Andrés, ha aprovechado la operación Esmeril, que sigue abierta, para reivindicar las funciones y la permanencia de la Guardia Civil en la comunidad autónoma vasca.
Frente al nacionalismo radical, que reclama su salida del territorio vasco, De Andrés ha destacado que la intervención realizada demuestra “la importante labor que desempeña para garantizar la protección de los ciudadanos vascos frente a actos delictivos, defender el libre ejercicio de sus derechos y garantizar la seguridad”.