Las palabras de Marta Ferrusola dejaron mudo el Parlamento autonómico que tantas veces escuchó a su marido. “Mis hijos van con una mano detrás y otra delante”, aseguró en febrero de 2015 mientras comparecía en la comisión de investigación que trataba de arrojar luz sobre la corrupción en Cataluña.
Lejos de admitir cualquier error, la histórica presidenta consorte negó trato de favor a su prole, también los viajes a Andorra desde 1980 para repatriar fondos y rechazó la corruptela del partido comandado durante años por su marido. “Madre de Dios, qué horror”, aseguró mientras intentaba leer la cartilla a todos los que le pidieron que estuviera allí sentada.
Ahora, son la Audiencia Nacional, la Fiscalía Anticorrupción y la documentación enviada desde Andorra quienes ponen la réplica a aquellas palabras y transforman a Marta Ferrusola, la mujer fuerte del gobierno de CDC, en la “madre superiora” de la corrupción en Cataluña. La matriarca de un clan acusado de actuar de una forma coordinada para detraer durante años dinero de las arcas públicas y beneficiarse mediante distintos negocios de su posición de poder dentro de las instituciones catalanas.
Contra los inmigrantes
Descendiente de zaragozanos por parte de madre, Marta Ferrusola es la mujer de carácter fuerte que ha cohesionado a sus siete hijos en torno al núcleo familiar. De profundas convicciones religiosas y vinculada por algunos al Opus Dei -acudió a la ceremonia en Roma en la que fue beatificado el religioso Escrivá de Balaguer-, era conocida por sus amigas como La Martona.
Presidenta durante dos décadas del Festival Internacional de la Infancia de Barcelona, su papel como primera dama de Cataluña 23 años años a la sombra del molt honorable llamó en varias ocasiones la atención de los medios de comunicación, como cuando en un coloquio organizado en Girona en 2001 criticó a los inmigrantes que viven en Cataluña, acusándolos de intentar "imponer constantemente" sus costumbres y su religión. También criticó que se ayude desde las instituciones a "una gente que no sabe ni lo que es Cataluña".
Ferrusola también se animó a alertar de la inmigración en Cataluña. Para ello recurrió a una experiencia personal recordando la infancia de sus hijos cuando volvían del parque diciendo “hoy no puedo jugar, madre, todos son castellanos". Y en 2008 lamentó que el entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, tuviese un nombre castellano. Al ser preguntada en televisión si le molestaba que Montilla, nacido en Córdoba, hubiese llegado al cargo que ostentó su marido, afirmó: “Un andaluz que tenga el nombre en castellano, sí. Me molesta mucho. Mucho. Debe hablar bien el catalán y tener el nombre en catalán”.
También dejó muestras de su intolerancia al referirse, por ejemplo, a los musulmanes: "En un bajo, una mezquita; en otro, otra mezquita: cuando ya no tengan suficientes nos las plantarán donde sea, en Santa María del Mar si cabe". Por declaraciones así fue acusada de xenófoba. Muy lejos quedaban entonces los orígenes aragoneses de Marta Ferrusola Lladós (81 años). La familia de su madre procede de Daroca. En el árbol genealógico de la mujer de Pujol figuran apellidos tan castellanos como Pascual, Villamor, Villanueva, Blasco, Cebrián y Serrano.
Contratos con la Generalitat
En los años 90, Marta Ferrusola y la esposa de Carles Sumarroca, investigado en la operación Petrum y fundador de CDC, crearon una sociedad dedicada a la jardinería llamada Hidroplant. En 1994, el Barcelona le encargó la remodelación del césped del Camp Nou, pero los tepes no enraizaron y el asunto acabó en los tribunales. Ferrusola culpó a la climatología del fiasco. Con Hidroplant obtuvo varios concursos de la Generalitat siendo su marido presidente, alguno millonario, como el ajardinamiento de la zona de entrada del World Trade Center, un edificio del puerto de Barcelona.
Mujer de carácter, también dio muestras de su genio cuando mandó “a la mierda” -usando el catalán- a los periodistas que se apostaban en la puerta de la casa familiar de la calle General Mitre, en la zona alta de Barcelona, en el barrio de Sant Gervasi. Cuando incurrió en aquel arrebato, su marido ya sabía qué era eso de la UDEF y las investigaciones se cernían sobre el clan.
En julio de 2014 fue el propio Jordi Pujol i Soley, tras más de dos décadas al frente del Gobierno catalán, quien reconoció la existencia de cuentas en Andorra en las que su familia ocultaba dinero a Hacienda. Desde el primer momento, la familia intentó cerrar filas sobre la figura del patriarca, del molt honorable president, tratando de justificar ese patrimonio como fruto de una herencia.
Mientras en los medios de comunicación era el patriarca del clan quien pedía calma e intentaba controlar la detonación controlada con su famosa carta pública, los documentos en Andorra apuntaban ya al conocimiento que su mujer tenía, necesariamente, del manejo del dinero. Marta Ferrusola controló tres cuentas en el Principado, tres depósitos abiertos a su nombre o al de una fundación panameña llamada Kopeland.
El 13 de marzo de 2016, este diario adelantó un dato clave sobre el papel de Ferrusola en la trama. Durante la época en la que su marido era presidente, viajó en varias ocasiones a Andorra para sacar de sus cuentas dinero en efectivo. "Un millón de pesetas para sus gastos”. Así lo confirmaron al menos los gestores de sus cuentas ante la Audiencia Nacional.
Su versión oficial fue otra. En la comisión de investigación del Parlamento catalán, la mujer de Jordi Pujol i Soley negó cualquier viaje al Principado para mover dinero desde 1980. “He estado diez veces para esquiar”, aseguró ante los diputados, y justificó también tres de sus visitas para asistir a actos benéficos de una fundación local. Ahora los especialistas en la lucha contra el crimen financiero la consideran responsable directa de disfrutar de 330.000 euros de origen desconocido.
La 'madre superiora'
La primera implicación directa del matrimonio Pujol-Ferrusola con las cuentas en Andorra llegó el 14 de octubre de 2015. En esa fecha, EL ESPAÑOL reveló que el expresidente catalán había enviado un documento de su puño y letra a los gestores de los fondos para explicarles que, pese a que su hijo mayor aparecía como titular de una de las cuentas, el dinero en realidad era suyo. El mismo manuscrito alertaba al personal del banco de que, en caso de fallecimiento, el dinero fuera entregado a su esposa, Marta Ferrusola.
Ahora, es el propio banco el que, tras se requerido por la Audiencia Nacional, envía otra prueba del control que la matriarca del clan tenía sobre algunos depósitos allí alojados: el documento en clave donde se refiere a sí misma como la “madre superiora” y da instrucciones directas para que el banco transfiera “dos misales” (12.000 euros) desde su “biblioteca” a una cuenta distinta “del capellán de la parroquia”.
Además, la Policía investiga el dinero que se movió desde la fundación que junto a su hijo controló en Panamá y 30.000 euros enviados a Argentina de los que todavía no se ha podido acreditar el destinatario. Queda por despejar así mismo un interrogante: “¿Quién es el “capellá de la parroquia”? ¿El hombre que estaba más arriba? Por el momento parece que solo la “madre superiora” tiene la respuesta.