Tras años de ser primero el hombre enfermo de Europa y después el peor alumno en materia presupuestaria, España ha entrado en un círculo virtuoso de crecimiento fuerte y sostenible y reducción del déficit público, según dice la Comisión en sus previsiones económicas de primavera. En lugar de desacelerarse bruscamente como había pronosticado Bruselas, la economía española crecerá un 2,8% este año y un 2,4% en 2018. El Ejecutivo comunitario no descarta nuevas revisiones al alza gracias a lo que ha bautizado como "efecto confianza".
Por primera vez, el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, es más optimista sobre la economía española que el Gobierno de Mariano Rajoy. Un gran salto si se tiene en cuenta que hasta hace apenas unos meses, la Unión Europea cuestionaba sistemáticamente -y no sin razón- las cifras que le suministraba el ministro de Economía, Luis de Guindos.
El propio Moscovici ha sido el primero en mostrarse asombrado por la velocidad de crucero que mantiene la economía española por cuarto año consecutivo tras la crisis. "Con España hemos tenido muchos intercambios y a veces nuestras cifras no eran las mismas, ni sobre déficit ni sobre crecimiento. Esta vez, el crecimiento continúa sorprendiendo al alza", ha dicho el comisario de Asuntos Económicos.
De hecho, España es el único país entre los grandes de la eurozona cuya previsión se revisa al alza. Y no es una mejora insignificante: cinco décimas más, del 2,3% que calculaba hace apenas tres meses al 2,8% ahora. En contraste, el Ejecutivo comunitario mantiene sin cambios sus pronósticos muy inferiores para Alemania (1,6%), Francia (1,4%) o Italia (0,9%). La economía española avanza casi un punto por encima de la media de la eurozona (1,7%).
La clave: el consumo privado
¿Cómo se explica esta importante mejora en tan poco tiempo? Los expertos de la Comisión aducen varios factores. En primer lugar, el cierre del año pasado (con un crecimiento del 3,2%) fue mejor de lo previsto, con lo que el efecto arrastre es positivo. Además, la economía ha vuelto a acelerarse en el primer trimestre de 2017, hasta el 0,8%.
La clave está en que el consumo privado, principal motor del crecimiento español, resiste contra todo pronóstico. El Ejecutivo comunitario pensaba que este año caería de forma marcada al desaparecer los principales vientos de cola que lo habían impulsado: los tipos de interés (que se mantienen bajos pero ya no se reducen más) y los precios de la energía (que vuelven a subir). Pero esta previsión no se está cumpliendo.
Y es aquí donde entra en juego el "efecto confianza" al que los técnicos europeos atribuyen la solidez de la economía española. Una confianza que se debe sobre todo a la creación de empleo y la reducción del paro, que en 2018 caerá por debajo del 16% por primera vez desde 2009, aunque seguirá siendo el segundo más alto de la UE. Y también al efecto riqueza provocado por la subida de la vivienda, que empieza a recuperarse tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, y de la bolsa.
El resultado es que la tasa de ahorro de los hogares se encuentra en mínimos (apenas el 7,2% frente al 9,6% de 2013). Bruselas también ha tenido en cuenta al elaborar sus previsiones la relativa estabilidad política en España tras un año sin Gobierno, según explican los técnicos. Y la fortaleza de unas exportaciones que permitirán mantener el superávit por cuenta corriente.
Para el año que viene, la Comisión cree que el crecimiento de España podría ser superior al 2,4% que incluye en sus previsiones. En el exterior, la incertidumbre provocada por el brexit y la presidencia de Donald Trump queda contrarrestada por un crecimiento mundial mayor del previsto. En el flanco interno, el consumo privado seguirá sin ceder.
Pendiente del rescate de las autopistas
"El crecimiento es intenso pero también equilibrado. Tiene aportación de la demanda doméstica pero también del sector exterior, con mucha creación de empleo", ha subrayado Guindos al conocer las previsiones de Bruselas. "Pone de manifiesto que España puede continuar creciendo. No solamente es el dato de este año o del año próximo, sino que están puestas las bases para que España definitivamente salga de la crisis", sostiene el ministro de Economía.
También por primera vez, la Comisión no pide a España nuevos recortes para cumplir el objetivo de déficit. Para este año, prevé un desfase presupuestario del 3,2%, sólo una décima por encima de la meta del 3,1% exigida por la UE. En 2018, la brecha será mayor: 2,6% en lugar del 2,2% pactado. Pero para entonces España ya estará por debajo del umbral del 3% que marca el Pacto de Estabilidad y por tanto fuera del procedimiento sancionador por déficit excesivo, lo que da más margen de maniobra al Gobierno de Rajoy.
El Ejecutivo comunitario señala que los ingresos generados por la subida del impuesto de sociedades fueron mayores de lo previsto en 2016 y mantienen la misma tendencia a principios de 2017. Y las comunidades autónomas han dejado de ser una preocupación acuciante porque controlan más el gasto, según Bruselas. Así que, salvo "sorpresas desagradables", España cumplirá el déficit sin problemas.
No obstante, la Comisión avisa de que todavía persisten dos riesgos. Por un lado, el impacto que pueda tener el rescate de las autopistas, si se materializa en este año. Por otro, una posible nueva inyección de ayudas públicas a la banca. Hasta el momento, Bruselas no las ha contabilizado en el proceso sancionador por déficit excesivo al considerar que se trató de una medida puntual para responder a la crisis financiera. Pero ahora quiere reconsiderar esta exclusión, alegando que ya han pasado 10 años desde el estallido de la crisis.