Los protagonistas de esta historia son -como casi todos los madrileños- de otras comunidades autónomas. Viven en Torrelodones (Madrid). Son las once y media de la mañana del lunes y en el pueblo las calles están inusualmente concurridas para ser comienzo de semana. Mientras, en la capital es festivo y todos descansan porque hay que bailar el chotis en San Isidro. ¿Todos? Todos no. En la sede del PSOE, en la calle Ferraz se trabaja como si fuera lunes, que lo es. Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez se ven las caras en un mismo escenario por primera vez en mucho tiempo. Es el debate esperado. Por eso, a la misma hora, pero en la sierra, un pequeño grupo de pedristas se junta para animar al que ya es su líder, aunque por el momento sólo espiritual.
Guillermo, Mariló e Iñaki se encuentran con Elena. Esta llega cargada de patatas y cervezas. Han quedado para ver el debate juntos en casa de esta última. Es un plan extraño, es un plan típico de domingo por la tarde, como si se hubieran congregado para ver el partido del año, el derbi. A los pocos minutos llega Víctor con una tortilla de patatas. La devoran en cuestión de minutos.
EL ESPAÑOL entra en una casa de militantes socialistas para conocer de primera mano cómo viven el debate de las primarias, el penúltimo asalto de unas elecciones internas que decidirán el futuro del partido. No paran de comentar mientras observan el televisor. Lo tienen claro: "España se juega tener una alternativa de izquierdas los próximos 30 años". Son amigos, socialistas, pero estos meses han sido, por encima de todo, "pedristas" y "orgullosos, no te creas". Y este lunes, que su líder se bate en duelo con la lideresa andaluza, más todavía.
"Que no nos defrauden"
Son militantes desde hace años, pero no de los del aparato, sino de los que "pegan carteles" y "dan la cara con la gente". Víctor, Guillermo, Iñaki, Elena y Mariló forman parte de los más 180.000 afiliados que anualmente pagan 60 euros para mantener el PSOE en pie "aunque hay a quien la cuota se le pone en 180", dice Elena. "A nosotros nos cuesta dinero ser militantes y lo hacemos con gusto, pero no pueden defraudarnos otra vez", apunta Iñaki.
- Yo llevo siendo militante 32 años, cuenta Víctor.
- Cuánto has sufrido..., se ríe Mariló.
- Quiero sabe qué va a pasar con nosotros, ¿va a haber listas abiertas? ¿Voy a poder elegir a los cargos? ¡Qué me lo cuenten!, pregunta Víctor mirando a la televisión.
Víctor es el único de la pandilla que vive del partido, trabaja en la agrupación local, y cuando interroga a la pantalla en realidad lo hace a la "compañera Susana Díaz". Afirma que durante el debate no les ha contado lo que piensa hacer porque "tiene una agenda oculta, quiere volver al modelo clásico de partido, al pasteleo de delegados". Todos asienten. Díaz sale con el cuchillo entre los dientes contra Sánchez. Le tira a la cara el fichaje de Irene Lozano, las dos elecciones perdidas, a Felipe González y a Zapatero ("Ya no se fían de ti, Pedro"). Sus exhortaciones fluyen, directas al armazón pedrista.
En todo momento, Díaz trata de mostrarse segura. Condescendiente, incluso: "No mientas, cariño", desliza la lideresa como si Sánchez fuera su pequeño cachorro al que hubiera amamantado durante años. No aguantan ese tono. Va de buena, dicen. "Va de Virgen María". "Está atacando a Pedro en el terreno personal y eso no es bueno", replica Guillermo. "Volvemos al 'a ese lo quiero muerto esta noche' del Comité Federal", advierte Víctor, preocupado. Todos aborrecen a Susana Díaz. Prefieren que su hijo pródigo vuelva a casa. A Ferraz.
El recuerdo del "golpe de Estado"
Sobre sus cabezas planea el recuerdo de uno de los días "más duros" que recuerdan. El uno de octubre, Mariló se subía por las paredes. "Cómo sufrí", se lamenta. El día que se forzó la dimisión de Pedro Sánchez, el del fatídico y ya célebre Comité Federal, la agrupación de Torrelodones tuvo una reunión: "Estábamos con los ánimos bajísimos, más dolidos y más tristes que cuando perdimos las elecciones", cuenta Guillermo. El PSOE se abrió en canal a base de insultos y reproches encarnizados. Esas heridas todavía permanecen abiertas. Y supuran. Iñaki continúa el relato de su compañero: "Lo que se hizo en octubre fue un golpe de Estado, yo no dormí en toda la noche, empezamos a movilizarnos a ver que hacíamos, sentíamos que nos habían robado...".
El recuerdo de la crisis socialista les invade y les cambia los rostros. Miran hacia abajo y el tono dicharachero se torna afligido. Iñaki dice que se "comió" las dos campañas de Sánchez, "y eso que tengo dos niños". Elena le da una calada al cigarro y sentencia: "Los militantes no queremos ser palmeros, ya no".
La decepción es evidente, pero Guillermo -que ahora es concejal en el Ayuntamiento de Torrelodones- reconduce la conversación por la vía de la ilusión, ilusión que afirma que cada día ve más en el partido. Víctor interrumpe emocionado y con los ojos abiertos cuenta que en las últimas semanas han subido los afiliados en la agrupación -con la crisis de octubre se dieron de baja varios militantes-: "La gente llamaba a la puerta para decir que ahora era el momento de apoyarnos".
Pedro, Eurovisión y el Atleti
Durante el debate unos y otros mandan callar cuando Pedro Sánchez -para eso es el líder- habla y rebaten constantemente a Díaz. "Te presentas a la secretaria general pero eres la candidata preferida del votante del PP", le contesta Víctor a la pantalla. Mientras tanto, la baronesa andaluza azuza al candidato madrileño con los 85 escaños de las últimas elecciones. Te parecerán pocos, le replican todos al otro lado del televisor. Y siguen los reproches al plasma. "¿Si el PP es tóxico por qué te abstuviste?". Que Mariano Rajoy siga en Moncloa les remueve de la silla.
A mitad de debate no hay prácticamente nada en la mesa y los vasos ya llevan varias cervezas, la tortilla ha dado paso a las palmeritas de chocolate y se ha servido algún café. Mariló se va, tiene guardia, y llega Carlos, uno de los miembros más jóvenes de la agrupación. "¿Qué tal va?", pregunta. "Vamos ganando".
Todos están de acuerdo en que Sánchez llevaba el debate "muy bien preparado, se lo sabe todo". "Le ha puesto el capote a Susana y ella ha entrado", afirma Iñaki. Todos asienten, de acuerdo con la teoría del capote. "¿Cómo veis a Patxi?", preguntan. "Es muy bueno", "me gusta mucho su discurso", pero "no es el momento", contestan casi al unísono. Guillermo afirma que está imbuido del espíritu portugués de Eurovisión, ¿por qué? "Porque con una canción que no está de moda, sin apoyos casi, siendo pequeños... aún así vamos a triunfar".
- ¿Y si no gana Pedro?
- Ten una cosa en cuenta: somos del Atleti. Y eso deja callo.