Pepe Barahona Fernando Ruso

¿Derecha o izquierda? Esa es la disyuntiva a la que se ha enfrentado el militante socialista en el cierre de la campaña de primarias que ha vivido el PSOE este viernes en Sevilla. Y no en un sentido figurado. Pedro Sánchez ha arengado a los suyos en el muelle de la Sal, frente a Triana; mientras que la de Triana ha hecho lo propio a apenas veinte minutos a pie en línea recta de su oponente, en el muelle de las Delicias. Ambos equidistantes del puente de San Telmo, uno de los que unen las dos orillas del Guadalquivir. Hay quien todavía no tenía claro su voto y se ha dado de bruces con la difícil cuestión: ¿Derecha o izquierda?

Qué mejor que la ciudad de las dualidades aparentemente irreconciliables —Betis o Sevilla, Triana o Macarena, Chipiona o Matalascañas— para cerrar una campaña que se recordará por la vehemencia en las exposiciones, las amplias distancias ideológicas y el intercambio de puñaladas entre los aspirantes a la secretaría general de un mismo partido: el PSOE.

Porque quienes teñían de rojo, y blanco, la margen izquierda del Guadalquivir de una a otra parte del puente de San Telmo eran socialistas. De Triana, la agrupación de la candidata Díaz, y de muchos otros puntos de España. También del extranjero, como la alcaldesa gaditana de París Anne Hidalgo, que apoya la candidatura del ex secretario general.

Cada uno desde su plaza, desde el puente de Isabel II —o de Triana— y desde el de las Delicias, Pedro Sánchez y Susana Díaz no podían verse. Pero sí intuirse. Y lanzarse reproches, como una pareja despechada a la que se le acabó el poco amor que llegó a unirlos. Y, claro, como en toda relación, aprovechaban a los correveidiles, en este caso los periodistas, para preguntarles por el estado de ánimo del contrario.

LOS ‘SUSANISTAS’: “¿GANAMOS FÁCIL?”

“¿Ganamos fácil?”, preguntaban en el acto de Susana. “¿Hay mucha gente con Díaz?”, respondían los ‘sanchistas’. Y el caso es que los dos han llegado a la recta final de las primarias sin la certeza plena de saberse vencedores. Y eso se notaba en ambos bandos, que no han escatimado en recursos para demostrar músculo.

Mitin de Susana Díaz en Sevilla

En apoyo de la de Triana han venido sus huestes de toda Andalucía. De Almería salía José Salvador y otro 39 compañeros de Fiñara. “¡A las once de la mañana salimos! Y llegaremos de madrugada, pero merece la pena”, sostenía el socialista a sus 66 años y con 40 años de militancia. En su caso, vive este proceso de primarias con el corazón dividido. “Me gusta Susana, pero también Pedro; ella es valiente y él, sincero, pero ella es de Andalucía y tengo que apoyarla”, explicaba a EL ESPAÑOL mientras que esperaba con un ramo de rosas rojas para la líder del PSOE andaluz. “Son de mi jardín”, puntualizaba orgulloso este agricultor almeriense.

Los socialistas presentes en el mitin de Susana no solo han sacrificado horas de sueño. Los allí presentes han tenido que hacer frente a unas altísimas temperaturas y un sol inmisericorde. Y aguantar la espera, porque Díaz llegaba a su atril con 37 minutos de retraso. El tiempo justo para comenzar a la misma hora a la que Sánchez tenía previsto iniciar su acto.

—¿Contraprogramando?

—No, ella es de Triana. El que contraprograma es Pedro.

—Pero, ¿y la hora?

—Ah, ahí sí. Es que más sabe el demonio por años de militancia que por demonio.

Risas.

Llámenlo picaresca, u oficio. Pero los socialistas que acompañaban a Díaz se han visto enfrascados en mil batallas. Desde Alfonso Guerra a un buen número de consejeros del Gobierno Andaluz. También alcaldes, senadores y diputados. Y en el amor y en la guerra, todo vale. También quitarle minutos a su rival.

DÍAZ, EN FAMILIA

La intranquila presencia de José María Moriche, el marido de Díaz, anunciaba la inminente llegada de la presidenta de la Junta de Andalucía. Él, de naranja, con una camisa y pantalón marrón. De estilo informal. Y de un lado para otro.

—¿Nervioso?

—Buah

—Y a Susana, ¿cómo la ves?

—Buah. [Abriendo los brazos haciendo ver que en ella cabe toda una inmensidad].

—¿Con ganas?

—Muchas.

Parco en palabras. Moriche hizo la mejor síntesis que pudo, consciente de que la que tenía que hablar era su esposa. Con la que comparten un hijo, también presente en este histórico acto de su madre. Aunque el tema iba poco con él, que aguardaba en el cochecito de bebé junto a sus abuelos y tías la llegada de Díaz.

Pepe, el padre de Susana, se veía optimista y sereno. Como si se hubiese habituado ya a este tipo de actos. Rosa, la madre de Díaz, con una pequeña rosa roja prendida en el pecho y una medalla de la virgen del Rocío al cuello, trató de ocupar rápido su asiento, a escasos cinco metros de donde hablaría su hija.

—Pepe, ¿cómo ve a la niña?

—Como siempre, fuerte.

Contestaba a voces para vencer el volumen del himno del PSOE, que se repetía como un mantra, una y otra vez. Y vuelta a empezar. “¿Cómo está el acto de Pedro? ¿Hay mucha gente?”, insistían preocupados los ‘susanistas’ al periodista de EL ESPAÑOL.

SUSANA GANA JUGANDO EN CASA

En número, los de Díaz ganaban. Cinco mil asistentes, según la organización, frente a los más de tres mil que acompañaban a Sánchez. Todos, de uno y otro lado, socialistas, aunque no del mismo espectro. Banderas LGTB con Susana y republicanas con Pedro; un PSOE anclado en el pasado con la de Triana, y más joven y renovado con el madrileño. Y es que en los matices ha estado la clave que distinguía un acto de otro.

Porque son las mismas siglas, pero dos partidos diferentes. El #100por100PSOE frente al #SíesSí. Y eso se apreciaba en el ambiente. Pedro le ha ganado la izquierda a Díaz.

Allí, en el muelle de la Sal, a dos kilómetros de donde hablaba Susana, junto al puente de Isabel II, frente a Triana, la joven Antonia Cabrera levantaba emocionada su teléfono para que su madre de 74 pudiese escuchar lo que Pedro decía. “Ella está enferma y no ha podido venir”, explicaba a EL ESPAÑOL.

“Las dos somos socialistas y de Pedro Sánchez”, confesaba esta vecina de Mairena del Aljarafe, un pueblo cercano a la capital. “Él ha demostrado ser coherente durante todo este tiempo”, explicaba. “No entendemos el tipo de negociación de Susana, preferimos la transparencia y la palabra dada”, añadía. “Creo en Pedro y en que con él llegará la recuperación del PSOE”, zanjaba.

Ajenos a todo. Una pareja se besaba apasionada en las escaleras que conectan el muelle de la Sal con el paseo de Cristóbal Colón. Y es que la pasión estaba a flor de piel en el acto de Sánchez, mucho más animado que el de Díaz. El público gritaba, participaba de lo que les contaban desde el atril. “¡Guapo!”, descerrajaba una.

ANNE HIDALGO: “CREO EN PEDRO”

“No apoyo a Pedro porque sea guapo”, advertía la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. “Lo hago porque creo que se puede ganar. Creo en lo que haces amigo Pedro. Porque el trabajo para renovar la socialdemocracia lo habéis iniciado ustedes en España o lo que hacéis llegará a París, a Bruselas, a toda Europa”, argumentaba la parisina de Cádiz, o gaditana de París.

Junto a Pedro, que no estaba acompañado por su mujer, también estaban algunos de los diputados del ‘no’. Susana Sumelzo, Odón Elorza, Zaida Cantera, Luz Martínez… Alcaldes como el de Dos Hermanas, ‘Quico’ Toscano, rebelde frente a Díaz, o el mediático de Jun, José Antonio Rodríguez, tuiteando desde la primera línea, junto a Alfonso Gómez de Celis, director de la campaña de Sánchez. O Nieves Hernández, coordinadora de las plataformas de apoyo al ex secretario general.

En la otra orilla, un grupo de jóvenes con acento de más allá de Despeñaperros gritaban: “¡Viva el Partido Popular!”. Pero sus voces se las llevaba el Guadalquivir. Aunque el PP sí estaba en el discurso de los ‘sanchistas’. “Ya está bien de tanto Rajoy, es hora de que apostemos por el PSOE”, se oía desde el estrado.

Pero no a todos le interesaba. Hellen, Makenna y otras chicas llegadas desde California, Michigan o Filadelfia apuraban junto al Guadalquivir su último día en Sevilla. “Les trato de explicar quien es Pedro Sánchez, Susana Díaz, las primarias…”, narraba la única española del grupo a EL ESPAÑOL. Pero poco o nada importaba a las jóvenes. “No nos gusta la política, en Estados Unidos tenemos a Trump”, zanjaba una de las norteamericanas.

A fin de cuentas, América no está tan lejos. De Sevilla y sus muelles, desde los que hoy han hablado Díaz y Sánchez, partían y llegaban los navíos hacia el Nuevo Mundo cuando el imperio en el que no se ponía el sol monopolizaba el comercio con las Indias. Entonces la capital andaluza jugaba el papel de nexo, de puente, entre Europa y las Américas. ¿Saldrá de Sevilla el PSOE rumbo a su Nuevo Mundo?

Noticias relacionadas