"Me ha hecho un huevo de ilusión acompañar hoy a los taxistas en defensa de los servicios públicos y contra la privatización", ha contado en un tuit el propio Iglesias, en clave de humor, tras el incidente, ocurrido después de haber realizado unas declaraciones a la puerta del Congreso en respaldo a los huelguistas.
Mientras la Cámara Baja celebraba sesión plenaria, los centenares de taxistas no han parado de hacer ruido con bocinas, petardos, tracas y hasta una mascletá desde los escasos 300 metros que separan la plaza de Neptuno del Palacio de las Cortes, cuyo entorno estaba esta mañana literalmente tomado por la Policía.
El lema de Podemos "Sí se puede", coreado con fuerza por los concentrados, podía escucharse en los aledaños de la plaza de las Cortes, donde se han ubicado de forma estratégica numerosas furgonetas de las Unidades de Intervención Policial (UIP) y un buen número de agentes antidisturbios perfectamente pertrechados.
La circulación de vehículos había sido cortada al tráfico con vallas situadas en el extremo superior del Congreso, junto a la calle Cedaceros, así como por las calles próximas, aunque sí se permitía transitar a residentes y turistas, muchos de ellos alojados en los hoteles de la zona.
El panorama, con los antidisturbios desplegados y las vallas rodeando el Congreso de los Diputados, repetía una imagen que se hizo frecuente al final del último Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero y durante el primer Gobierno de Mariano Rajoy.
Ha habido momentos de tensión cuando algunos taxistas han lanzado a la Policía alguna bocina, botes de cerveza y botellas de plástico rellenas de refresco, lo que ha llevado a los agentes a sacar sus escudos y sus fusiles para lanzamiento de pelotas de goma.
"¿Cómo se llama el político ese de la coleta que ha montado todo esto?", preguntaba una turista argentina a la puerta del hotel Palace, mientras captaba imágenes con su teléfono móvil.
No era la única, porque muchos alojados en ese hotel permanecían a sus puertas contemplando el alboroto ocasionado por los taxistas, que exhibían pancartas alusivas a su conflicto con las plataformas Uber y Cabify banderas de diversas Comunidades Autónomas, así como enseñas nacionales.
Otros, resignados, subían con sus maletas de ruedas por la Carrera de San Jerónimo en busca de un medio de transporte público que les pudiera desplazar en una jornada sin taxis en Madrid.