Cuando Carles Puigdemont salió con la plana mayor de su Gobierno a las puertas del Palacio de la Generalitat al filo de las diez de la mañana de este viernes, Mariano Rajoy ya estaba reunido en el Palacio de la Moncloa con todos sus ministros -excepto el de Interior, Juan Ignacio Zoido; el de Exteriores, Alfonso Dastis y el de Energía, Álvaro Nadal; ausentes por motivos de agenda-.
El anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum que ofreció el president no modificó ni un milímetro los planes del presidente del Gobierno, que optó por seguir despachando con su equipo los asuntos a tratar en el Consejo de Ministros y descartó hacer un paréntesis para escuchar el calado del anuncio que llegaba desde Cataluña.
Hechos, no palabras
Eran los servicios jurídicos del Estado los que escucharon con todo lujo de detalles "la forma y el fondo" de lo que consideran es simplemente "el anuncio del anuncio del anuncio". Una vez que el president terminó su intervención pública, un miembro del Gobierno informó a todos los presentes en la reunión gubernamental de lo que había sucedido. No hay nada denunciable todavía, aseguran las fuentes gubernamentales consultadas, porque lo que ha hecho Puigdemont es una mera declaración de intenciones "sin fundamento jurídico". Será si "pasan de la palabra a los hechos" cuando se actuará desde Madrid con "total contundencia".
Tras el anuncio de Puigdemont, en Barcelona se filtró el rumor de que Mariano Rajoy replicaría desde Madrid, al estilo del lunes pasado, cuando se filtró el borrador de la ley de desconexión y el presidente aprovechó una reunión ejecutiva en Génova para responder con dureza a los secesionistas. Desde Moncloa atribuyen el globo sonda de este viernes a los propios indepedentistas, "que quieren darle un calado a su mensaje que no tiene".
Desde el Gobierno quieren medir con detalle cada palabra y cada paso que dan para no transmitir la sensación de que no tienen controlada la situación. Méndez de Vigo prefirió no especular sobre lo que ocurrirá el día en que Puigdemont firme el decreto de independencia ni el 1 de octubre. "No soy pitoniso", subrayó antes de evitar hacer quinielas.
No habrá otro 9N
El mensaje que quiso transmitir el Gobierno es que lo que este viernes las relaciones del Gobierno con la Generalitat están en el mismo punto que el jueves: los puentes siguen tendidos y el Congreso de los Diputados abierto para que Puigdemont acuda cuando desee a presentar su proyecto. No obstante, el Ejecutivo central quiso dejar claro que pase lo que pase en las próximas semanas "el referéndum no se va a celebrar" e insistió en que esta vez no se replicará lo que ya se vivió el 9N de 2014, el día en el que los secesionistas sí colocaron urnas de cartón en la región.
Nada más comenzar su intervención, Íñigo Méndez de Vigo destacó que el anuncio del presidente catalán es "una estrategia unilateral que no conduce a ninguna parte" y destacó "la soledad y el aislamiento de los convocantes, que cada vez son menos y ya están solo los radicales". Mientras el reloj hacia el 1 de octubre ya se ha puesto en marcha, en Moncloa guardan bajo siete llaves la hoja de ruta que utilizarán si las palabras del Gobierno catalán se traducen en hechos.