Su trabajo pasa inadvertido para la mayoría, pero lo hacen de forma sufrida y silenciosa. Son las taquígrafas y estenotipistas del Congreso de los Diputados, a quienes el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, homenajeó a su manera para de paso criticar la intervención de más de dos horas de la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero.
"Tengan ustedes la total y absoluta certeza de que de esta intervención se hablara y mucho en la historia nuestro país. En el día de mañana saborearé con fruición lo que ha dicho cuando lea su intervención en el Diario de Sesiones; siempre y cuando, naturalmente, las señoras y señores taquígrafos hayan dado abasto y se hayan enterado de algo", dijo Rajoy, levantando algún murmullo.
En realidad, las taquígrafas (sólo hay un hombre entre ellas), se enteran de todo. Y dan abasto. Están en el centro del hemiciclo, en una gran mesa que ya estaba preparada media hora antes del debate, con sus máquinas, pastillas y ordenadores.
"Estamos agotaditas", explica una de ellas. ¿El motivo? Las sesión tan larga de este martes, que comenzó a las 9:03 de la mañana y concluyó a las 21:19, con tan solo una hora de pausa. Este tipo de sesiones requiere una gran organización por la complejidad de su trabajo, algo que comparten con otros departamentos del Congreso de los Diputados. En la cámara baja, muchos trabajadores entraron a las 9 de la mañana y salieron tras la finalización del pleno. El cansancio en algunos camareros, ujieres y personal de seguridad era evidente.
"Cinco minutos de discurso requieren 50 minutos de trabajo de despacho", explica una de ellas. Es decir, que un debate como el de este martes, que duró 11 horas, necesita unas 121 de transcripción. O como ellas dicen: redacción. Porque lo que hacen las taquígrafas no es sólo transcribir sino reflejar "lo que se dice y lo que sucede, de modo que el orador se vea representado y el que lo lea lo entienda sin haber estado presente, tanto hoy como dentro de 50 años", explican. Sólo el discurso inicial de Irene Montero, de dos horas, requiere 22 de transcripción hasta dejarlo listo para la historia, allá donde lo enmarcó, no sin ironía, el presidente del Gobierno.
La labor de las taquígrafas implica un minucioso trabajo que incluye el reflejo de murmullos, comentarios o salidas de tono muy frecuentes en sesiones como la de este martes, de alta tensión política. Son las famosas acotaciones, que pocas veces se entienden con nitidez por televisión y que pasan desapercibidas para los periodistas aún estando en la tribuna reservada a la prensa.
Cada una de las llamadas "taquígrafas de base" se pasa en torno a 5 minutos en el hemiciclo antes de hacer una primera transcripción de ese trozo de discurso, que lleva unos 50. Luego vuelven a entrar al pleno en múltiples ocasiones. Su turno puede alargarse en función de la duración de la sesión. Pero en el pleno siempre hay al menos otras dos compañeras, que se pasan más tiempo y luego revisan, comprueban la coherencia y que no falte ninguna frase. Sólo así se garantiza que los tecnicismos, siglas o palabras en otros idiomas queden debidamente reflejadas. El Diario de Sesiones de las Cortes, una vez publicado, es Historia del parlamentarismo.
"Dustis" y "Dastis"
A veces hay anécdotas. "Por ejemplo, Iglesias dijo mal el nombre del ministro de Exteriores", recuerdan. Le llamó "Dustis" en vez de [Alfonso] "Dastis". "En condiciones normales, si es un mero desliz, lo ponemos como es en realidad, porque no tiene importancia. Pero en casos como este incluimos el texto pronunciado porque después se disculpó y todo tiene que tener coherencia". Hasta los errores quedan por escrito.
Las taquígrafas aseguran trabajar "como jabatas" a pesar de algunas limitaciones en cuanto a los recursos. Así se lo reconocieron cientos de ciudadanos en las redes sociales durante todo el día enviando numerosas muestras de solidaridad por resistir a lo que algunos han bautizado como "moción de tortura", en vez de censura.
Este martes, algunas de ellas hicieron muchas más horas que las que marca su jornada. Sesiones como estas son "más conflictivas", pero no por lo rápido o lento que hable un orador ni por lo ameno que sea su discurso sino simplemente por la cantidad de horas seguidas que están al pie del cañón. Lo mismo pasa cuando en la casa hay varias comisiones parlamentarias seguidas, algo que requiere un importante esfuerzo de coordinación.