Un "sí quiero" ante millones de personas. Una boda sin puertas, en marcha, sobre la cubierta de un autobús. Vanessa y Mari José van a casarse a ojos de Madrid, alzadas en la última de las carrozas que engrosará la manifestación del Orgullo Gay el próximo 1 de julio.
Les pondrán una corona, vestirán de blanco. Leerán unos votos. De cerca, una ceremonia cualquiera. Desde el asfalto, la gran boda del colectivo LGTB, una realidad diaria para minar la resistencia de los Estados que prohíben el matrimonio gay, una gran mayoría.
"Sólo nos podríamos casar en 23 países"
"Sólo nos podríamos casar en 23 países", empiezan Vanessa y Mari José en una terraza a orillas de la Avenida de América. Hace mucho calor, el termómetro calza más de treinta grados. "Sí, sí, nos tendremos que acostumbrar. Ahí arriba va a ser terrible", se ríe Vanessa.
El Wedding Bus, que casará otras siete parejas además de ésta, será arrancado por la Cadena Fox. "Queremos reivindicar los derechos de este colectivo, darles visibilidad. Cuatro personas de las participantes no podrían casarse en su país de origen", explica Cristina Miquel, directora de marketing del canal. "Nuestra carroza será la última y desfilará desde las siete de la tarde hasta las doce".
Las manos, entrelazadas sobre la mesa. Vanessa y Mari José se arropan durante la entrevista. La primera se confiesa "alocada". La segunda, "tímida". "Somos el ying y el yang, ¡nos complementamos!". "Me enteré por un amigo y luego convencí a Mari José. Él va a ser mi testigo".
Aunque no oficial -porque no se pueden sacar los libros de actas del registro- la ceremonia contará con testigos, bancos y votos, explican desde la Fox. En octubre -ya tienen su hueco reservado- Vanessa y Mari José volverán a casarse por lo civil.
"Ay, Venezuela"
Vanessa tiene 29 años. Trabaja como comercial en una tienda de Orange. Sabe qué es eso de no poder casarse. Huyó de Venezuela en diciembre de 2015. Una vez secuestraron el autobús en el que viajaba y la tiraron en marcha tras haberla despojado de todo. "Me lanzaron en bragas y sujetador. Eso pasa con frecuencia y no se puede denunciar. Me fui por cosas así, no me sentía segura".
Dibuja un país en el que las madres tapan los ojos de los niños cuando ven el beso de una pareja gay. "Más allá de que el matrimonio no esté permitido, la sociedad, en general, no es nada tolerante", relata.
"Pueblo pequeño, infierno grande"
Mari José, 30 años y tramitadora de siniestros de hogar. Es de un pueblo de Toledo. "Ya sabes, pueblo pequeño, infierno grande", se apresura Vanessa con una carcajada. Ya hace mucho que a Mari José dejó de importarle el qué dirán. Se supo "comidilla" cuando empezó a salir con Vanessa y es consciente de que su nombre volverá a la tertulia del bar cuando se case sobre la cubierta del autobús.
Todavía no se lo ha contado a sus padres. "No son mucho de digitales, así que no sé si se enterarán cuando salga el reportaje. Mi madre es más cerrada. A mí siempre me ha aceptado y querido tal cual, pero es más por el qué dirán. Le afecta. Mi padre, en cambio, estuvo trabajando en Madrid y tiene una perspectiva más amplia".
Sus amigos, contentos. Sus empresas, también. Vanessa ha pedido el día libre porque trabaja los sábados. No le han puesto "ninguna pega". Su familia seguirá el enlace a través de las redes sociales desde Venezuela.
Vidas cruzadas
Ay, Venezuela. A Vanessa le duele su país. Una de las razones del retraso de la boda civil es la ausencia de sus papeles. "Están tardando muchísimo en llegar. La única forma de traerlos pasa por pagar en negro a los funcionarios", explica. "Todo parece que irá bien, empezaremos los trámites en octubre", añade Mari José.
Las vidas cruzadas, como las manos sobre la mesa, empezaron a tejerse la nochevieja del año pasado. Mari José escribió a una amiga suya, también venezolana: "Venga, venga, preséntame a alguien". En respuesta, recibió una fotografía: "¿Quién te gusta?". Señaló a Vanessa. Tuvo suerte, la única soltera de la foto. La amiga en común también trabajó a la inversa. Mostró una foto de Mari José, que encandiló a Vanessa.
Después llegó una fiesta, ese mismo enero, y empezaron a salir. "Ya sabes, hay que respetar las costumbres", dice Mari José. ¿Cómo? "Sí, en mi país se empieza a salir el primer día. Si no funciona, se deja y ya está. Eso de estar conociéndose semanas o meses allí no existe", narra Vanessa.
Un año y medio después se darán el "sí quiero". Les esperan la carroza, la fiesta, los vítores, las cámaras de la televisión, la ceremonia del Wedding Bus. Vanessa y sus ganas alocadas. Mari José y la "tila en vena". Todo preparado.