Ángel, el ganador de "Chumina Power": medalla de oro en la carrera mundial de tacones
La calle Pelayo ha acogido la XX edición de la tradicional carrera del Orgullo. Más de 80 participantes y 1.000 euros en premios.
29 junio, 2017 20:47Noticias relacionadas
La calle Pelayo encierra las esencias del Orgullo. Una recta en Chueca para celebrar la vigésima edición de la carrera de tacones, este año certamen mundial. Miles de personas franquean el recorrido. Los balcones, a rebosar. En la meta, repleta de globos rosas, se preparan los participantes. Son tantos que habrá que celebrar un par de rondas clasificatorias antes de la final. Visten una camiseta sin mangas que cada uno adereza como quiere: pelucas, vestidos, armaduras, banderas...
Pero tacones, siempre tacones. Chumina Power, la presentadora, calza los más altos. ¿Cuánto? "45 centímetros, aunque yo tengo todo grande". Está subida a una plataforma y anima al público con comentarios de lo más variado, muchos de ellos tirando a verde. Viste un tanga de cuero negro, melena rubio pollo, mucho maquillaje y el ingenio a punto de caramelo. Se contonea y hace rugir a Chueca con su "marica, cuánta ramera", la versión LGTB del "guajira guantanamera".
El calentamiento
Ángel va a ganar, pero todavía no lo sabe. Calienta para estrenarse en la primera serie. Es manchego, residente en Madrid. El pelo, rapado. Salvo el tupé. Ha elegido un pantalón corto negro, de atletismo, y unos tacones plateados. Un piercing de aro le atraviesa la nariz. Este mes entrenó en Toledo gracias a un evento similar. En la pasada edición, se proclamó cuarto entre treinta y dos corredores. También ha hecho algunos pinitos en "festivales de transformación". Dice que va a por todas, y "así de paso los jubila". "Están remendados y todo, imagínate".
Con las seis, hora prevista para la salida, empiezan los nervios. Las cámaras han invadido el recorrido. "¡Apartad! ¡Apartad!", gritan los organizadores. La calle vieja y los gritos dibujan una suerte de encierro pamplonés color arcoíris. Otro tipo de toros.
"¡Van muy rápido!"
"¡Joder, que van muy rápido!", dice una chica desde un balcón. Debuta como espectadora de la carrera de tacones. En esta fase preliminar deben alcanzar el otro extremo de la avenida, unos quinientos metros. En la final será ida y vuelta. Ángel despega el primero. Pronto deja atrás a dos o tres participantes que se tambalean y pierden los zapatos.
Al terminar, regresan a la meta caminando, sudorosos, con la aguja del tacón lesionada. ¿Cómo ha ido, Ángel? "¡Bien! He llegado el primero, pero esto era sólo clasificatorio". En la segunda ronda, que completará la terna de finalistas, brilla Elmer, de Texas, disfrazado de indio, con la cara pintada. Dice no ser competitivo, viene a "reivindicar los derechos de un colectivo muchas veces maltratado".
Miguel se ha ganado el favor de un grupo de mexicanos que, sin conocerle de nada, le jalea desde la multitud. Graban en vídeo sus pasos y corean "¡Miguel, Miguel, Miguel! ¡Viva México!". Él responde y desata la locura: "¡Viva México! ¡Mi madre es mexicana!". Por los pelos, pero se clasifica.
Las reglas de la final
Se reúne con Ángel y el resto de finalistas en la línea de meta. Chueca quiere su ganador. Varios jóvenes escalan la fachada de un edificio para colgarse de unos barrotes y lograr vista de pájaro para el último esprint.
Esta vez habrá que ir hasta el final, ponerse un vestido por el camino, coger un bolso del suelo y volver al punto de salida sin haber perdido elemento alguno.
Chumina Power está fuera de sí. Devora el micrófono. Se toca el corpiño y saluda a todo el que pasa. A un reportero le ofrece un "viaje al lado oscuro". "¿Has probado con algún chico? ¿Nunca? ¿Y con un chico con pecho? ¡Me estás mirando mucho!".
La remontada de Ángel
Cohete, pistoletazo. Otra vez a correr. Ángel alcanza el final de la calle con el vestido a medio poner, en segunda posición. Un chico de dieciocho años, "en edad de amamantar", según Chumina, roza el oro con los dedos.
Ángel acelera, adelanta y se pone en cabeza. Mantiene su ventaja y se corona como campeón de esta carrera mundial de tacones. Ochocientos euros de premio y el privilegio de bailar varias canciones sobre el podio de la mano de Chumina.
Suena el "marica, cuánta ramera". Chueca baila, en las aceras y en los balcones. Ángel es oro mundial, la aguja más veloz.