El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, cuyo cuerpo ha sido hallado sin vida en una finca de Córdoba, terminó su carrera profesional tras una gestión ruinosa de la entidad y embarrado por su implicación en los casos de las tarjetas black y de las preferentes.
Fue la suya una vida llena de poder tomado de prestado, obtenido en buena medida por su amistad con José María Aznar, con quien se sacó la oposición para inspector de Hacienda. Una vida de lujo sufragado por los españoles y de malas decisiones empresariales que llevaron a cientos de miles de personas a temer por su futuro.
Blesa era un gran amante de la caza, y nunca dejó de participar en grandes cacerías mientras llevaba a la entidad bancaria a la quiebra. Especializado en la caza mayor de osos, búfalos, pumas, leones, ciervos, ni el descrédito ni las causas en su contra le impidieron seguir practicando su gran afición hasta los últimos días.
En sus círculos más próximos, consultados por EL ESPAÑOL, ha causado sorpresa el suceso, pues entendían que Blesa no tenía ningún apuro económico y había asumido que, como mucho, se vería obligado a pasar otro año en prisión por sus múltiples frentes judiciales.
Cacería en los Cárpatos: pagó 23.000 euros por abatir un oso
En septiembre de 2009, Blesa participó en una doble cacería: una de ellas en los Cárpatos, en Rumanía, donde abatió a un uso pardo que pesaba unos 400 kilos, y por el que debió pagar entre 15.000 y 23.000 euros.
Comenzó trabajando en el Cuerpo de Inspectores de Hacienda, cargo para el que sacó la oposición junto con el después presidente del Gobierno José María Aznar. Tras una década ejerciendo la abogacía como especialista en Derecho Tributario, entró en 1996 en el consejo de Caja Madrid, así como del de Antena 3 TV. También ejerció la presidencia de la Corporación Financiera, de Altae Banco y de la Fundación Caja Madrid.
Llegó a lo más alto por su amistad con Aznar
La llegada de Blesa a la presidencia de Caja Madrid, sustituyendo a Jaime Terceiro y tras un pacto con los sindicatos -sobre todo Comisiones Obreras-, se debió, en buena medida, a la amistad próxima que le unía al entonces presidente del Gobierno. José María Aznar.
Entre ambos y el expresidente de Telefónica, Juan Villalonga, formaron un trío inseparable, extensible a la amistad de sus respectivas esposas: Ana Botella, María José Portela y Concha Tallada. Con el divorcio de Blesa y Villalonga de Portela y Tallada, respectivamente, la relación entre las tres parejas se deterioró sobremanera.
De no haber sido por su relación con Aznar, nadie duda de que la carrera profesional de Blesa no hubiera resultado tan fulgurante. A diferencia de la brillantez que, por ejemplo, sí tenía Villalonga, Blesa se caracterizaba por su timidez y por tener un perfil bajo a todos los niveles.
Blesa también ocupó diversos cargos en los consejos de Telemadrid, Dragados, Endesa, y fue presidente de la Fundación General de la Universidad Complutense y miembro del patronato del Museo Thyssen.
Sustituido en Caja Madrid por Rato
Blesa fue finalmente sustituido por Rodrigo Rato en 2010 tras la lucha política por el control de Caja Madrid entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre -que apoyaba la opción de Ignacio González-, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que respaldaba la continuidad de Blesa. Rajoy decidió que ni uno ni otro, y se decantaba por el exministro y exgerente del FMI.
En 2013 se inició una investigación judicial contra Blesa por posibles irregularidades durante su gestión en Caja Madrid, particularmente la concesión de créditos al Grupo Marsans, la compra del City National Bank of Florida en 2008 y la venta de acciones preferentes.
Las preferentes, el principio del fin de Blesa
Las preferentes se convirtieron en el principio del fin de Miguel Blesa. Había sido su gran idea nada más llegar a la presidencia de Caja de Madrid en 2009 para capitalizar las alicaídas arcas de la entidad.
En pocos meses lograba captar 3.000 millones de euros mediante la contratación de este producto de riesgo, que ofrecía a los cerca de 240.000 clientes más modestos a precios muy superiores al valor razonable, el que habría tenido si la operación se hubiera realizado entre clientes directamente en un mercado abierto para este tipo de productos.
Sucesivos reveses judiciales y plan de devolución
La judicialización de las preferentes no se hizo esperar, y las demandas se sucedieron. Al final, las sentencias judiciales contra la nueva Bankia -ya presidida desde 2012 por José Ignacio Goirigolzarri-, y la entidad financiera entendió que la mejor salida a este embrollo era activar un protocolo de devolución para devolver las cantidades solicitadas por los afectados.
Al final, entre provisiones y más provisiones, hasta finales de 2016 la matriz de Bankia, BFA, la dotación para hacer frente al aluvión de demandas judiciales presentadas por los antiguos clientes de participaciones preferentes y deuda subordinada se elevaba a 1.760 millones de euros, al margen del coste que supuso la devolución llevada a cabo a través del proceso de arbitraje que puso en marcha la entidad poco después de su nacionalización. A través de este procedimiento los preferentistas percibieron algo más de 1.100 millones de euros.
Blesa gastó 436.700 euros con las black, y los devolvió
En 2014 se abrió otra investigación por el posible uso, entre 2003 y 2012, de tarjetas de crédito empresariales opacas, las conocidas black, para gastos personales por parte de los consejeros y directivos de Caja Madrid, incluyendo a Blesa, que habría gastado 436.700 euros. El cuarto que más gastó de todos los implicados en este asunto, y que finalmente reintegró en su totalidad.
En octubre de ese año, se le impuso una fianza de 16 millones de euros tras declarar ante el juez Andreu. El 23 de febrero de 2017, fue condenado a seis años de prisión por su participación en este caso, al ser declarado culpable de un delito de apropiación indebida.
Tanto Blesa como Rato consideraron que la Audiencia Nacional incurrió en numerosos "fallos" en su veredicto sobre las black, ya que "ignoró o devaluó" hechos probados por las defensas, que ahora advierten al Tribunal Supremo de defectos de forma en la sentencia.
Respecto a otras causas pendientes, los abogados del exbanquero estaban convencidos de que se iba a cerrar sin consecuencias para Blesa la comercialización indiscriminada de participaciones preferentes, un producto solo apto para inversores especializados, a través de la red comercial de la caja. Además, el expresidente de Caja Madrid tenía otra causa pendiente por los sobresueldos presuntamente irregulares que se otorgaron en la caja extinta.