En la agenda del presidente del Gobierno no hay hueco para una reunión ni conversación telefónica con Carles Puigdemont antes del 1 de octubre para buscar una salida digna para Cataluña. Mariano Rajoy da ya por rotos todos los puentes que unían al Ejecutivo central con la Generalitat porque, a su juicio, ya carece de todo sentido intentar dialogar con un político que está empecinado en celebrar sí o sí un referéndum de autodeterminación el primer domingo de octubre.
El Gobierno todavía albergaba la esperanza de que durante este verano los líderes catalanes se ahogaran en sus propias aspiraciones. Sin embargo, la salida de los consejeros catalanes más moderados y la llegada a la cúpula del Gobierno autonómico de políticos mucho más radicales que apuestan por el independentismo ha disipado cualquier deseo del Gobierno de que el referéndum muriera solo antes de celebrarse.
La única obsesión que tiene ahora el presidente es no perder los nervios porque quiere transmitir a la ciudadanía la idea de que controla esta endiablada situación. Desde Moncloa se esmeran en transmitir la idea de que cada institución del Estado sabe lo que tiene que hacer y todos están preparados para actuar cuando les corresponda. El referéndum, insisten desde todos los círculos cercanos al presidente, "no se va a celebrar".
Rajoy aprovechó la inauguración del parador de Lleida para poner como ejemplo de colaboración entre instituciones esa obra, posible gracias a la coordinación del Ejecutivo central y regional. "Esta puesta en marcha es el fruto de la colaboración y entendimiento entre administraciones y se convierte en una imagen elocuente de lo mucho y muy bueno que podemos hacer juntos, de cómo nos podemos ayudar y apoyar los unos a los otros y que eso vaya en beneficio de todos, de cómo las mejores apuestas son las que lejos de poner distancia, saben acercarnos", anunció.
Frente a frente en enero
La última vez que los dos presidentes estuvieron frente a frente fue el 11 de enero. Rajoy invitó al líder de la Generalitat al Palacio de la Moncloa días antes de que se celebrase la conferencia de presidentes a la que finalmente Puigdemont no acudió. La reunión se conoció un mes después y fue entonces cuando se supo que ninguno de los dos consiguió su objetivo: Rajoy quería sentar al catalán en el cónclave con los demás líderes autonómicos y Puigdemont que el presidente del Gobierno se abriera a negociar sobre el referéndum.
Ahora que el Gobierno da por rotos todos los puentes por la radicalidad del Govern, Rajoy apela al "sentido común" y a la "empatía" para intentar recomponer las posturas tan enfrentadas. Porque, a su juicio, "son las únicas que nos llevan a todos mucho más lejos. Son las vías por las que hoy y sobre todo en el futuro va a transitar el mundo y pienso que ahí debemos estar todos".
"Cuáles son sus planes"
Desde el PSOE ya han pedido públicamente al Gobierno que expliquen "cuáles son sus planes" para frenar el referéndum que prepara la Generalitat. "Los ciudadanos tienen el derecho a saber qué va a hacer", pidió la portavoz gubernamental socialista, Margarita Robles, este jueves. "El Gobierno no puede limitarse a hacer conjeturas. Nada de lo que ha dicho se ha materializado. Le pedimos que tome la iniciativa política", zanjó.
De momento, ni el Gobierno ni el Partido Popular piensa en crear un frente antiindependentista en Madrid con los demás partidos constitucionales que trabajan porque Cataluña siga perteneciendo a España. El secreto mejor guardado en Moncloa sigue siendo qué mecanismo utilizará el Gobierno para parar, como dicen, el referéndum del 1 de octubre.