La concebida como "última gran marcha por la independencia dentro del Estado español", la manifestación convocada para movilizar al soberanismo a tan sólo veinte días antes del 1-0 ha sido menos multitudinaria de lo que esperaban los promotores de la ruptura.
Poco antes de terminar la Diada, el presidente de la Asamblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, presumía de haber sacado a la calle a "más de un millón de personas", cálculo ratificado luego por la Guardia Urbana de Barcelona.
Se trata sin duda de una cifra importante, si bien idéntica a la estimada el año pasado por los organizadores cuando ya se hizo patente que la tensión del 'procés' estaba vaciando las calles de soberanistas en lugar de llenarlas.
Él y otros promotores de la ruptura no han dudado en aventurar que el día del referéndum "seremos muchos más los que salgamos a votar". Sin embargo, la arenga sonaba voluntarista a tenor de recuentos anteriores de la propia ANC, parte lógicamente interesada en destacar el éxito de sus convocatorias.
Las reveladoras cifras de la ANC
El repaso de las estimaciones de la ANC habla por sí solo. Según la entidad organizadora, el 11 de septiembre de 2012 salieron a la calle 2 millones de catalanes; en 2013 celebraron la marcha de la Diada 2,3 millones; en 2014 lograron convocar a una multitud más modesta, 1,8 millones de asistentes; en 2015 los ciudadanos que secundaron la marcha fueron 1,4 millones; y el año pasado cerraron la festividad del Día Nacional de Cataluña con la cifra redonda de 1 millón.
No parece descabellado pensar que la ANC ha sido generosa en el recuento este año del referéndum. Las cifras de Societat Civil Catalana, entidad crítica con el soberasnismo, refuerzan esta sospecha: 225.000 personas según sus estimaciones. El cálculo de la Delegación del Gobierno no es mucho más halagüeño para el separatismo: 350.000 manifestantes.
Fuentes del PSC han asegurado en privado a este diario que la convocatoria pinchado. El Gobierno también ha mostrado su satisfacción por la progresiva falta de predicamento de una manifestación en la que las banderas catalanas han desaparecido en favor de las esteladas.