El PSOE apoya al Gobierno en su respuesta al independentismo para impedir la autodeterminación de Cataluña y defender el orden constitucional. En esa frase se condensa la posición de Pedro Sánchez en cuanto a las medidas que se están adoptando para evitar la celebración del referéndum previsto por la Generalitat y la CUP para el 1 de octubre.
No hay más concreción. No hay un análisis de la proporcionalidad de las medidas. La opinión pública no sabe si al PSOE le parece correcto requisar planchas para hacer carteles propagandísticos o si cree lo más adecuado controlar todos los pagos de la Generalitat, como decidió el pasado viernes el Consejo de Ministros. Simplemente se puede pensar que es así. Tampoco hay un límite fijado a la acción del Gobierno. Al menos en público, Rajoy tiene de forma preventiva carta blanca sin que esté claro qué consideraría el PSOE desproporcionado y qué le llevaría a retirar su respaldo.
Que este apoyo sea genérico responde a varios factores. El PSOE no quiere adoptar protagonismo en este frente porque cree que está fuera de juego. No gobierna, la responsabilidad es del Ejecutivo y la información fluye con cautela desde la Moncloa, aunque Sánchez y Rajoy mantengan un contacto regular. Pero además, el PSOE no quiere "jalear cada cosa que haga el PP", según fuentes socialistas. No quiere que la cercanía al Gobierno se confunda con una identificación con las políticas del PP. No las comparten y ante ellas presentan alternativa en forma de modificación de la Constitución.
Por si fuera poco, Pablo Iglesias tiene su propia agenda, una posición diferenciada y, con ella, una crítica implícita al frente contra el independentismo en el que están el Gobierno, el PSOE y Ciudadanos. En otras palabras: el PSOE está una posición incómoda.
Las alarmas saltan en Ferraz
Este lunes, en Ferraz saltaron las alarmas. Preguntado media docena de veces, el portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente, eludió pronunciarse sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La decisión que corresponde al Gobierno, pero la opinión del PSOE podría ser clave para una medida contundente que tras un trámite en el Senado dotaría al Ejecutivo de poderes para suspender parcialmente la autonomía catalana.
Puente no descartó en ningún momento la aplicación de la medida, a diferencia de lo que había hecho en julio la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, cuando compareció para dar cuenta de una reunión de Rajoy y Sánchez en Moncloa. "El PSOE entiende que no procede acudir al artículo 155 de la Constitución". "No lo apoyaríamos", dijo entonces Robles, días después de que se debatiese la cuestión en la Ejecutiva, según ella misma aseguró.
"Madre mía, ¡qué difícil es esto! ¡Uf!..."
"No vamos a hacer una valoración puntual de cada decisión que tome Mariano Rajoy", dijo este lunes Puente. La activación del 155 "no sería deseable. No sabemos las circunstancias que se van a producir. Pronunciarnos de manera categórica sobre cualquier alternativa sería imprudente", continuó. El cambio en el discurso es evidente. De descartarlo en julio, a casi tres meses vista del 1-O, a dejar de decir que no a menos de dos semanas, cuando la tensión política es máxima y la temperatura crece en la calle.
"Madre mía, ¡qué difícil es esto! ¡Uf!", llegó a exclamar Puente al ser preguntado en reiteradas ocasiones. "No se le puede pedir a la oposición una situación neta y clara" cuando el Gobierno no ha movido ficha. Tras su rueda de prensa, el propio Sánchez salió al paso para refinar la fórmula. "No contemplamos" el 155, dijo a El Periódico.
Iglesias añade presión
Mientras Puente daba su rueda de prensa, Iglesias comparecía por sorpresa en el Congreso de los Diputados para proponer una asamblea de parlamentarios y alcaldes que aisle al PP e impulse un referéndum pactado para Cataluña. La propuesta fue vista en Ferraz como un intento de Iglesias de ganar protagonismo a costa del PP, pero también suya.
Los socialistas impulsan una comisión en el Congreso para reformar el sistema autonómico e Iglesias propone poco menos que un parlamento paralelo, al margen de las Cortes y en torno a una propuesta siempre rechazada por el PSOE, que quiere que los catalanes voten junto al resto de los españoles una renovada Carta Magna.
La pugna por la izquierda
En Ferraz comienza a escocer el apoyo a Rajoy. Por una parte, el PP es poco menos que residual en Cataluña, donde sólo tiene una alcaldía y es quinta fuerza en el Parlament. Es allí donde Iglesias quiere promocionar a Colau, a quien considera la primera autoridad ética catalana.
Por otra parte, algunas voces en el equipo de Sánchez ven con resignación y fastidio como el "no es no" a Rajoy que le encumbró en el partido y devolvió al PSOE al primer lugar en la izquierda en las encuestas se diluya por aparecer demasiado cerca del PP. En ese sentido, Iglesias podría volver a luchar por ocupar el lugar del PSOE mientras algunos temen que a Pedro Sánchez se le pueda poner cara de Susana Díaz. Sencillamente por actuar con responsabilidad y sentido de Estado.
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