La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha sacado la cara en defensa de sus espías. La número dos del Ejecutivo ha defendido el papel desempeñado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en el desafío independentista frente a las críticas procedentes de parte del Gabinete de Mariano Rajoy, según informan a EL ESPAÑOL fuentes oficiales.
Tras meses de trabajo de campo por parte de los servicios de Inteligencia en Cataluña, el resultado no ha sido satisfactorio para parte del Ejecutivo: los agentes no fueron capaces de localizar una sola entre las miles de urnas que distintos voluntarios escondían en sus propias casas y que aparecieron horas antes referéndum independentista. Además, el Ejecutivo manejó informes que se han demostrado poco certeros sobre el grado de compromiso por parte de la policía autonómica en el cumplimiento de las decisiones judiciales para frenar la consulta, declarada ilegal.
Sobre las urnas, fue el propio Carles Puigdemont, en una entrevista en el Financial Times el pasado mes de agosto quien reconoció que la Administración catalana había comprado los recipientes para el referéndum. Comenzaron a llegar entonces al Ejecutivo mensajes contradictorios. No solo desde el Centro Nacional de Inteligencia. Desde que habían sido compradas por empresarios afines al proceso soberanista y almacenadas en sus naves privadas, hasta que se encontraban todavía en un barco procedente de China y que, por lo tanto, no había entrado en territorio español. En cualquier caso, la Justicia española no pudo incautarlas antes de la consulta, y su aparición se convirtió en una victoria simbólica para los independentistas.
Aun así, la actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado, encabezada por la Guardia Civil, ofreció resultados notables como la intervención de millones de papeletas, la incautación de los datos sobre la confección de las mesas o el apagón de todo el andamiaje informático previsto para la consulta. Pero las urnas no aparecieron. Tres días antes de la consulta, la Guardia Civil se llevó cien recipientes para el voto de un almacén de Igualada (Barcelona), siempre siguiendo las órdenes de los tribunales.
La madrugada del 1-O activistas independentistas, de manera individual llevaron las urnas compradas en China a los respectivos centros de votación. Esta imagen llamó la atención al propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Según informan a este periódico fuentes populares, el líder del Ejecutivo llegó a verbalizar su sorpresa por el modo en el que los independentistas habían logrado burlar los controles de las autoridades y el grado de organización con el que contaban.
Un malestar que todavía dura
Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, el malestar de algunos miembros del Gobierno por la gestión del servicio de Inteligencia en aquellos días todavía perdura. Hasta el punto de que la vicepresidenta ha cerrado filas con sus subordinados y alabado en varias reuniones especialmente sensibles el trabajo de los agentes destinados en el CNI, bajo su dirección desde la primera legislatura de Mariano Rajoy y cuyo trabajo es clave, por ejemplo, en las operaciones contra el terrorismo que se producen en suelo español. Sólo desde el año 2015 son más de 200 los presuntos terroristas arrestados y puestos a disposición de la Justicia, muchos de ellos en un trabajo conjunto con Policía y Guardia Civil.
Sin embargo, en estos mismos años, la dirección de los Servicios de Inteligencia -encabezada por el general Félix Sanz Roldán- ha sido más polémica de lo que suele ser habitual en un cuerpo de este tipo. Primero por su pulso con el comisario de la Policía Nacional José Villarejo, trasladado en ocasiones a los medios de comunicación. Y después por las noticias que han vinculado algunos movimientos del CNI a la protección de la figura del rey emérito tras su relación con la empresaria Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Aun así, tanto Sanz Roldán -que lideró también el CNI con el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero- como sus subordinados sobre el terreno han contado siempre con el apoyo cerrado de la vicepresidenta. El último movimiento público en esta parcela fue la salida de la cúpula del CNI de la secretaria general del organismo, Beatríz Méndez de Vigo (hermana del portavoz del Ejecutivo y actual ministro de Educación), que abandonó su puesto en la dirección del servicio secreto para ocupar una de las plazas que el centro tiene en Asia. Pese a que muchos enmarcaron esta decisión en una diferencia de criterios con el general Sanz Roldán, desde el propio CNI se explicó simplemente como una decisión personal para afrontar nuevos retos profesional.