En 1811 se cantó el Gordo por primera vez, en Cádiz el bombo debutó en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad. Fue en aquel momento cuando las costumbres, que más tarde se convertirían en tradiciones, se estrenaron sobre un escenario de celebraciones invernales. Las supersticiones se apoyan en los décimos, las terminaciones, en los acontecimientos y las fechas.

Con los años, los números han aceptado apodos según su historia, los seguidores de la Lotería de Navidad han bautizado las terminaciones de los décimos con nombres que ahora los identifican. ‘La Muerte’ -terminación 00- o ‘La Cama’ -terminación 04- son algunos de los nombres que se asocian a diferentes cifras. Aunque el origen histórico se ha perdido, el uso por parte de los más supersticiosos todavía se mantiene.

Entre religión, flores y provincias 

Este mito, tan arraigado entre los compradores, identifica a los décimos con un nombre propio, desde ‘La Rosa’ (10) y ‘El Clavel’ (11) hasta los santificados ‘La Virgen del Carmen’ (16) o ‘San José’ (19).



Las provincias españolas también han encontrado su lugar entre la fortuna de La Lotería, al comprar un boleto que termine en 28 se estará comprando un ‘Alicante’ o si el elegido se cierra con un 29 tendrá un ‘Aragón’.

Para los insurrectos, el décimo que termine en 93 -‘La Revolución’- se podrá convertir en su baza a jugar. Los más valientes, los que no temen a la suerte y la desafían, juegan a encontrar la fortuna en el 13, con nombre de santo ‘San Antonio’ y que ya se ha convertido en uno de los décimos más jugados.