El independentismo intenta disimular su división en la calle a 40 días del 21-D
La semana evidenció la amarga crisis de confianza entre convergentes y republicanos, que tejieron Junts pel Sí para las elecciones de 2015.
11 noviembre, 2017 21:58Noticias relacionadas
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La gran bandera del independentismo volvió a desplegarse en las calles de Barcelona. Cientos de miles de personas, hasta 750.000, según la Guardia Urbana municipal, se concentraron este sábado en una manifestación donde los partidarios de la autodeterminación comparecieron unidos para pedir la liberación de lo que consideran "presos políticos" y la vuelta de unos exconsellers en "exilio".
Durante la marcha, donde se escucharon gritos en favor de la independencia y de Carles Puigdemont como president, familiares de los 10 referentes independentistas en prisión provisional (ocho exconsellers y los presidentes de la Asamblea Nacional Catalana y Omnium Cultural) leyeron cartas donde criticaron la represión del Estado y pidieron que se mantuviese la movilización de cara a las elecciones del 21 de diciembre, convocadas en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
La marcha tuvo una presencia y una ausencia inesperadas. La alcaldesa Ada Colau participó como una ciudadana más, a pesar de que por la mañana había arremetido contra los líderes independentistas y rechazado la declaración unilateral de independencia.
La expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, que el jueves aseguró que la DUI había sido "simbólica" y se comprometió a volver a defender sus tesis desde la legalidad, no estuvo por recomendación de sus abogados. La preparación de su defensa en el Tribunal Supremo probablemente la lleve a rechazar el número 4 en la lista de ERC, que este sábado acabó de perfilar sus listas ofreciéndole ese destacado puesto por la circunscripción de Barcelona.
Una semana negra para el procés
No ha sido una semana fácil para el independentismo, para empezar por la declaración de Forcadell y los demás miembros de la Mesa del Parlament, que lejos de mantener una actitud similar a la de Oriol Junqueras y el resto de los consellers, cooperaron con la Justicia y se retractaron implicitamente de muchos de sus posicionamientos.
Forcadell asumió que o bien no participaría en actividades políticas o que lo haría dentro del marco constitucional y acató la aplicación del artículo 155. Con ella, los demás miembros de la mesa, comenzando por Ramona Barrufet, la primera en hacerlo motu proprio.
Esta declaración no evitó medidas cautelares y que Forcadell pasase una noche en prisión, pero todos están en libertad, aunque de momento sin dejarse ver. Sus fianzas fueron pagadas por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que tuvo que depositar un cheque de 150.000 euros para Forcadell y que sufragará los 25.000 que los demás, salvo Joan Josep Nuet, tienen que reunir en el plazo de una semana.
De decir que jamás darían un paso atrás y que asumirían la responsabilidad de sus actos, los miembros de la Mesa han pasado a una segunda fila y a matizar sus posiciones.
Una huelga a medio gas
De la huelga general convocada por varias fuerzas sindicales (no CCOO ni UGT) para este miércoles en Cataluña sólo quedará la acción de los piquetes, vista como un éxito de la movilización por sus convocantes y como una prueba del boicot por los que estaban en contra.
La mayoría de trabajadores que pudieron llegar a sus empresas, trabajaron, especialmente en la industria y el sector servicios. Los piquetes inundaron las vías del AVE en Girona y en Barcelona y cortaron decenas de tramos de carreteras y autopistas, provocando retenciones y alguna escena de pánico.
El seguimiento sólo fue mayoritario en la universidad, discreto en el sector público y mínimo en el privado, pero la coacción de los piquetes sirvió a los independentistas más radicales para probar que el Gobierno puede controlar la Generalitat, pero ellos pueden desestabilizar las calles. El fin de semana, la huelga general ya no estaba en boca de ningún independentista.
Partidos divididos de cara a las elecciones
Este domingo, la CUP puede hacer remontar al independentismo si su asamblea decide concurrir a las elecciones del 21-D en una lista unitaria y luego convence, junto al PDeCAT, a ERC de que se sume.
La semana evidenció la amarga crisis de confianza entre convergentes y republicanos, que tejieron Junts pel Sí para las elecciones de 2015 y que aún no han sido capaces de volver a pactar una candidatura.
ERC, favorita según todas las encuestas, quiere ir en solitario incorporando sólo algunos independientes y partidos pequeños, mientras que Puigdemont no deja de clamar por una lista conjunta que él se propondría encabezar en lugar de Oriol Junqueras. El reloj sigue contando hasta el viernes, fecha tope para presentar las listas.
Mientras, El PSC ha cerrado sus listas incorporando a federalistas de izquierdas, a ex de Unió y al fiscal Carlos Jiménez Villarejo, ex de Podemos, en un puesto simbólico. Miquel Iceta trata de ensanchar su espacio con una candidatura transversal, aunque recibe las críticas de Catalunya en Comú y Colau por apoyar el artículo 155 y de PP y Ciudadanos por fichar a nacionalistas como Ramon Espadaler, aunque sean moderados.
Tanto Ciudadanos como PP tienen ya ultimadas sus listas y Mariano Rajoy acudirá este domingo a Barcelona a presentar a su candidato, Xavier García Albiol. Será la primera vez que pise Cataluña, aunque sea en un entorno muy controlado y afín, desde antes de la aplicación del artículo 155.