Una ciudad francesa, Lyon, una casa de dos alturas y griterío de niños procedente de lo que debía ser un colegio cercano. Estas eran las únicas pistas con las que contaba la Guardia Civil para encontrar la guarida que usaron los GRAPO para secuestrar en junio 1995 al empresario zaragozano Publio Cordón. Lo que sigue es una minuciosa investigación detallada ahora al EL ESPAÑOL por sus responsables y que terminó dando como resultado la detención de los últimos autores del secuestro y posterior desaparición de Cordón. Este lunes, más de 22 años después, los terroristas José Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez se sentarán en el banquillo de la Audiencia Nacional para responder por estos hechos. Se enfrentan a peticiones de penas que superan los 30 años de cárcel y a indemnizaciones millonarias.
“Lo único que sabíamos es que se lo habían llevado a Lyon”. Así arranca su relato uno de los agentes de Información del Instituto Armado que más ha investigado el caso. La operación Nobel Infante comenzó en el año 2009. “Os voy a contar algo que no os vais a creer”. El mensaje procedía de una cárcel francesa y el destinatario era Fernando Silva Sande, el más sanguinario de todos los terroristas de los GRAPO, autor de siete asesinatos. Expulsado de la banda y arrepentido de sus crímenes, estaba dispuesto a colaborar con las autoridades para explicarles la verdad de lo que sucedió con el empresario del que hasta ese mensaje nunca se había vuelto a saber nada.
En contra de la versión oficial de la banda, Cordón no fue liberado sino que se mató al caer por una ventana tratando de huir. Y antes de cobrar el rescate lo enterraron en un monte. Pero el paso del tiempo había inundado los recuerdos del terrorista de lagunas e inexactitudes. Eso obligó a los expertos antiterroristas a arrancar casi desde cero. Si el punto de referencia era Lyon, había que peinar la ciudad casi en su totalidad. Por ello en los despachos de la Unidad Central Especial Uno (UCE1) en Madrid optaron por dibujar sobre el plano de Lyon un eje de 120 kilómetros de norte a sur y la misma distancia de este a oeste. Después repartieron ese vasto perímetro en un total de 77 recuadros (la imagen que ilustra esta información). Y desde ahí, empezaron a buscar.
Se hicieron pasar por profesores de francés
El relato de Silva Sande, ya desde una cárcel española y bajo la condición de testigo protegido, remitía a una casa individual de dos alturas que alquilaron Teijelo y Gómez haciéndose pasar por profesores de francés. Los terroristas y la víctima se instalaron en el piso superior al que se accedía por una escalera independiente. Silva Sande, condenado por estos mismos hechos, fue el único de la banda que participó tanto en el rapto de Cordón en Zaragoza como en su traslado a Francia. Antes hizo una parada en otro piso franco que nunca se encontró y donde le recogieron Teijelo y Gómez. Desde ahí se desplazaron hasta el escondite en Lyon. Apenas una media hora de trayecto en coche, pero era de noche por lo que fue imposible detallar alguna referencia.
Resultó clave el recuerdo de las voces de los niños de un colegio cercano a la casa que contaba con una cancha de fútbol. Con esas indicaciones, la Guardia Civil seleccionó 1.000 centros educativos. Aún eran demasiados. Colegios con cancha de deporte y alguna casa baja cercana salieron 200. Silva Sande redujo finalmente el espectro a una decena en función de sus vagos recuerdos. La Guardia Civil dio con el sitio en la calle Batterie, en el barrio de Bron de Lyon. Era una casa de dos alturas cuya dueña era una mujer francesa casada con un español. Relató que a mediados de los noventa le alquiló el piso de arriba a unos profesores españoles de francés que querían perfeccionar su acento. Bingo.
El círculo comenzó a cerrarse definitivamente cuando la mujer les dijo que aún guardaba el contrato del seguro que firmó con aquellos inquilinos que tenían el mismo acento que su marido. Estaba firmado por José Luis Monforte Andreu, la misma identidad falsa que usaba habitualmente Teijelo. La dueña francesa apenas estuvo en casa esos días porque su hija estaba en el hospital. Nunca sospechó nada ni vio a Cordón caer por la ventana. Tan sólo relató a los agentes que aquellos profesores se fueron porque un familiar suyo se puso malo. Otra vez el relato de la mujer coincidía con lo revelado antes por Silva Sande a la Guardia Civil.
Las marcas en el armario
Habían pasado años y muchos inquilinos más por ese mismo piso, pero el registro aguardaba otro dato tan esclarecedor como escalofriante. En una de las puerta de un armario ropero, por dentro, hallaron unas marcas inscritas de forma rudimentaria. Decían “SEM (semana) 1” y al lado siete barras tachadas. Debajo ponía “SEM 2” y otras siete barras tachadas. A continuación alguien había tallado otros tres barrotes. Un total de 17 días que los agentes creen que fue el tiempo que permaneció Cordón recluido en ese cubículo.
Los informes caligráficos certificaron en 2012 que el trazado era el mismo que el de la letra de las cartas manuscritas que el empresario remitió a su familia como prueba de vida bajo supervisión de sus captores. A raíz de todos estos indicios se procedió a detener a Teijelo y Gómez. El primero fue arrestado en Sevilla mientras que ella ya estaba en prisión por otros delitos relacionados con la banda.
Teijelo tiene 70 años y sigue en prisión preventiva. Su actitud sorprende a los investigadores. Fue expulsado de la banda porque desafió el liderazgo del máximo responsable, Manuel Pérez Martínez, alias el Camarada Arenas. Es un anciano, también condenado por el secuestro de Publio Cordón. Aún desde prisión espera sentar al Gobierno en una negociación. Pero Teijelo nunca ha roto su pacto de silencio en torno al empresario aragonés pese a ser consciente de que, de ser juzgado por un homicidio imprudente y el hallazgo del cuerpo, reduciría considerablemente su condena. “Los Grapo, más que una banda terrorista, siempre fueron como una secta”, advierte a este diario uno de los investigadores.
El juicio que arranca este lunes pondrá punto y aparte a un caso que, según afirman los investigadores, no darán por cerrado hasta encontrar el cuerpo del empresario. Han sido varios los intentos incluso con la ayuda de Silva Sande quien fue excarcelado varias veces para indicar el punto exacto en el que enterraron el cuerpo antes de cobrar 400 millones de pesetas por su liberación. El terrorista sólo recordaba que condujeron unas tres horas en coche con el cadáver. Al ver imágenes, recordó el Mont Ventoux, a 300 kilómetros de la casa de Lyon.
En mayo del año pasado fue la última vez que una veintena de agentes de la Guardia Civil se desplazaron al monte señalado, pico en mano, para cavar en busca del cadáver de Cordón. Usaron dispositivos especiales prestados por el Ejército español, pero no lo encontraron. No era la primera vez, ni será la última, según vaticinan los expertos en la lucha antiterrorista.