La manipulación, prima hermana de la mentira, tiene poco recorrido, por lo que no es infrecuente que, tratando de avanzar, no llegue demasiado lejos a fuerza de tropezar una y otra vez consigo misma.
Le acaba de pasar a Pablo Echenique en Twitter, donde por intentar difamar a EL ESPAÑOL, ha sido reiteradamente acusado de “mentiroso”, “manipulador”, “justiciero” y “totalitario”, por citar sólo los vituperios y recriminaciones más ajustadas al motivo de la polémica.
El secretario de Organización de Podemos ha propiciado la salva contra sí mismo cuando ha tuiteado tres contenidos de este periódico sobre la campaña iniciada en Pamplona contra los cinco acusados de violar a una muchacha en sanfermines para concluir que defendemos a la Manada.
Los contenidos en concreto son una información en la que se informa sobre el aspecto más siniestro de esta campaña: ‘El puente de los muñecos ahorcados…’; un rugido editorial en el que lógicamente reclamamos un juicio justo “también para la manada”; y un videoblog de Pedro J. Ramírez en el que el director de EL ESPAÑOL advierte del peligro de determinadas actitudes: “La civilización es el trecho que media entre el linchamiento y la justicia”.
Y el tuit de Echenique no puede ser más tendencioso:
Es imposible -como le responden desde la red- que leyendo la información y el editorial referidos, o visionando el videoblog, alguien llegue honestamente a la conclusión apuntada por Echenique. El ánimo difamatorio del lugarteniente de Pablo Iglesias es coherente y tributario del expresado por su jefe de filas hace una semana, cuando también acusó a EL ESPAÑOL de “legitimar la cultura de la violación” a partir de una información publicada sin llegar a concretar en qué basaba su acusación.
Podríamos ser tan tendenciosos como Echenique y concluir que el poli malo de Pablo Iglesias promueve la "cultura del linchamiento" porque desprecia el Estado de Derecho. Pero como damos por hecho que no es así, el asunto genera interrogantes que sólo pueden contestar los jefes de Podemos:
¿No se leen las informaciones sobre las que tuitean? ¿Dan por sentado que el resto de usuarios de la red social tampoco leen? ¿Se dirigen quizá a su propia manada cuando confían en que enunciados injuriosos no contrastables pueden tener predicamento? ¿Tienen algún tipo de espina con EL ESPAÑOL que permita entender su injustificada animadversión? ¿En caso afirmativo, creen que cualquier pretexto sirve para ajustar cuentas, incluidas las informaciones relativas a casos de violencia machista, abusos a mujeres y violaciones? ¿Es para ellos la violencia contra las mujeres, por tratarse de una lacra que genera lógicamente gran alarma social, un patíbulo preferente para ajusticiar a sus críticos?
Muy flaco favor se hacen cuando -como suelen los linchadores- menosprecian a sus interlocutores confiados en que todo vale en el debate público.
Entre otras cosas porque, como ha sucedido ahora, el tiro puede salirles por la culata:
Respuestas de esta guisa...
...es de lo más suave que le han dicho a Echenique...