Barcelona

Imaginar, por un momento, que los políticos dicen la verdad en campaña electoral puede ser un ejercicio frustrante.

Si las candidaturas independentistas, Junts per Catalunya, ERC y CUP, conservan la mayoría absoluta con ERC en cabeza, el conflicto está asegurado porque ni Carles Puigdemont ni Oriol Junqueras quieren renunciar a la presidencia de la Generalitat. Están dispuestos a serlo incluso desde la cárcel y estudian ya fórmulas para ello.

Es imposible encontrar a un dirigente independentista que explique quién sería presidente en caso de que gane ERC y el independentismo sea mayoritario. La pregunta acerca de qué programa aplicaría, si la unilateralidad de la CUP o un diálogo con muchas sombras que dicen proponer los otros dos partidos, tampoco tiene respuesta. El ciudadano que opte por opciones independentistas no tendrá antes del 21 de diciembre ninguna certeza sobre cómo se utilizará su voto ni a quién investirá.

Sin embargo, todas las encuestas indican que los independentistas podrían no sumar 68, la cifra mágica de la mayoría absolutaEl último sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL sitúa en 66 la suma de los tres partidos, en su horquilla más baja. Otras encuestas, como las de La Vanguardia (66-67) o El Periódico (66-69), apuntan en el mismo sentido. 

En ese caso, Catalunya en Comú Podem podría ser el árbitro, pero su líder ya ha asegurado que no participaría en un acuerdo independentista, por estar el partido conservador PDeCAT, ni constitucionalista, por estar Ciudadanos y el PP. Xavier Domènech quiere trascender los bloques con un acuerdo de izquierdas transversal, pero tiene un problema. Sólo él está dispuesto. 

El líder del PSC, Miquel Iceta, ha dicho hasta la extenuación que no hará presidente a un independentista ni a Inés Arrimadas, por ser de derechas, ni incluso aunque los constitucionalistas sumen mayoría.

Arrimadas asegura que si Ciudadanos tiene más votos que el PSC, ella formará gobierno negociando, si es necesario, la abstención de Catalunya en Comú Podem, pero Domènech descarta de antemano esa opción. Iceta descarta un tripartito con ERC y Catalunya en Comú que en realidad también descarta ERC. 

Si todos dicen la verdad, repetirán las elecciones

¿Se ha perdido? El resumen es sencillo: o el independentismo gana con Puigdemont en cabeza o todo lo dicho en campaña conduce al escenario de repetición de elecciones, ya que todas las demás opciones, incluso aunque las encuestas se equivoquen, han sido descartadas y los partidos han hecho de ello una promesa electoral. Ya lo dijo la semana pasada Pablo Iglesias, el líder de Podemos. "Hay grandes posibilidades de una repetición electoral".

La posibilidad de unas elecciones en primavera un secreto a voces que dirigentes de varios partidos consultados por EL ESPAÑOL confirman, aunque ninguno es capaz de prever quién saldría más beneficiado.

El fantasma de una Cataluña ingobernable es más que una posibilidad por los vetos mutuos. Es toda una paradoja: para afianzar su electorado, las distintas candidaturas han endurecido un mensaje que, salvo que quieran hacer votar a Cataluña dos veces, será papel mojado en el momento mismo en el que el Ministerio del Interior difunda los resultados desde el recinto ferial de Barcelona.

Falta una semana para la crucial cita con las urnas y los partidos siguen apostando por el todo o nada. El independentismo sólo aspira a sumar, aunque no tenga presidente ni se pueda entrever un programa conjunto. Ciudadanos confía en un resultado mejor que el que le dan las encuestas mientras que Iceta lo juega todo a ser el único capaz de convencer a Catalunya en Comú Podem.

Iceta, ¿el MacGyver catalán?

Él candidato socialista se ha propuesto como el "MacGyver" de la política catalana. Por su parte, Domènech alimenta una ilusión de ser presidente por el modelo Borgen, basado en una ficción danesa en la que el tercer partido nombra primer ministra gracias a su capacidad de acuerdo. Salvo vuelco electoral, su partido no será quinto o sexto. A Domènech, hasta los suyos le recuerdan que la personaje Birgitte Nyborg es, efectivamente, ficción.

Las encuestas dicen que hay hasta un millón de indecisos. A ellos recurren los partidos para asegurar que su plan de gobierno es posible. La participación podría superar el máximo histórico de Cataluña, en 1982cuando un 80,7% del censo salió a votar en las elecciones generales que dieron la mayoría absoluta a Felipe González. Los comicios con más participación de la historia podrían tener que repetirse. A una semana de la cita con las urnas, cualquier otra posibilidad se antoja más que complicada. 

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