Artur Mas da el portazo esperado. El político catalán ha anunciado este martes por la tarde su renuncia a la presidencia del PDeCAT. Una decisión que, según ha explicado, ya estaba acordada de antemano con la ejecutiva del partido y con Carles Puigdemont "desde hace meses". Eso sí, Mas se va con un claro mensaje a su antiguo pupilo.
Al inicio de su intervención, Mas ha dicho que "ahora doy otro paso a un lado y precisamente hace dos años que di otro paso atrás, cuando dejé la presidencia de la Generalitat y propuse a Puigdemont para que fuera nuevo president".
Mas ha expuesto que esta dimisión tiene su origen en dos razones. La primera es que "en esta nueva etapa es necesario dejar espacios libres a otros". A su juicio, el resultado que obtuvo Junts per Catalunya el 21-D "es muy bueno" pero se debió en gran medida a "personas como el propio Puigdemont y otros que no pertenecían a nuestro partido".
Este resultado abre "una oportunidad de oro" para que el PDeCAT sea "el acicate que necesita el proyecto de este partido". "Esta nueva etapa, se requieren nuevos líderes, se necesita dejar espacios libres", ha insistido Mas.
La segunda razón de su renuncia, ha explicado, es "el calendario judicial que tengo que afrontar personalmente". "Fui procesado, condenado e inhabilitado por el 9-N", ha recordado, antes de afirmar que este mismo martes ha sabido que también ha sido imputado por el 1-O.
El mensaje a Puigdemont
Durante el turno de preguntas, Mas ha dejado clara su oposición a la estrategia de Puigdemont que consiste en intentar gobernar la Generalitat desde Bruselas. "Mi mensaje es que el proyecto es más importante que cualquier persona", ha afirmado con rotundidad. Además, cuando le han preguntado si ve posible gobernar desde Bélgica, ha optado por no responder y desviar la pregunta hacia su pupilo: "Eso lo tiene que responder Puigdemont".
El anuncio de que deja la presidencia del partido llega cuando falta menos de una semana para que se conozca la sentencia del caso Palau, el lunes 15 de enero, un juicio que acabó hace más de medio año y cuya sentencia debe dirimir sobre si 6,6 millones de euros de Ferrovial acabaron en manos de la extinta CDC, cuyo liderazgo durante años heredó del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol.