El periodista Gonzalo López Alba (Villafranca del Bierzo, León, 1959) ha fallecido este lunes en Madrid. Amante del detalle, de firmes convicciones y con una larga trayectoria periodística, el cronista ha fallecido dejando una honda consternación entre periodistas y políticos que lo han tratado en sus décadas de oficio.
López Alba cubrió informaciones políticas para periódicos como Diario 16, ABC o Público, cabeceras a las que dedicó la mayor parte de su carrera. En los últimos años ha colaborado con El Confidencial y este mismo domingo se publicó el que será su último artículo, que además era el primero que publicaba en Infolibre. Versaba sobre la situación interna del PSOE, un partido que fue el centro de muchos de sus textos de las últimas décadas.
Hace unos días que había anunciado que comenzaría a colaborar también con Voz Pópuli. Era licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y había recibido, entre otros, el premio Luis Carandell como cronista parlamentario.
Muy respetado por su honestidad, que lo llevó en ocasiones a algunos sinsabores por defender sus convicciones y su trabajo, López Alba era un periodista discreto, sin alardes, que practicaba su oficio a la antigua en el mejor sentido de la palabra: con un intenso trabajo de cultivo y mantenimiento de fuentes informativas y reflexiones sobre lo nuclear de la política. Fue también un gran maestro de periodistas jóvenes, que recurrían a él encontrando siempre respuesta.
"Un ciudadano al servicio de los demás"
Hace unos días, López Alba publicó una reflexión al hilo del cierre de Interviú, revista donde también escribió. En ella hablaba de los tres entierros profesionales sufridos por él en vida y que se correspondían con el cierre de El Sol, Público (en su edición en papel) y ahora Interviú: "Mis tres entierros han sido igualmente dolorosos porque en cada cierre patronal se enterró también algo de lo que soy –he procurado ser– como periodista: un ciudadano al servicio de los demás que relata, analiza e interpreta lo que ocurre para facilitar la formación de juicio y la toma de decisiones aportando conocimiento", escribía.
"Cada vez que ha cerrado uno de los medios en los que trabajaba, y ésta no es la excepción, he sufrido un desgarro íntimo más profundo que la pérdida del sustento económico, con todo lo que esto conlleva en un mercado de trabajo caracterizado por la precariedad, porque sin un periodismo profesional, libre, plural y dignamente retribuido la democracia se asfixia al ver constreñida su naturaleza básica, que no es otra que la de ser un hábitat cívico en el que se pueden contrastar visiones y opiniones diferentes", seguía.
El artículo terminaba con una pregunta: "Los ciudadanos deben preguntarse si están dispuestos a pagar por un periodismo de calidad o si se conforman con lo que reciben gratis. ¿De verdad creen que hay algo que sea gratis total?"
En los últimos años, López Alba compaginó su labor como cronista político con la escritura de novela, como Los años felices (Planeta) o My dear Love (Amazon). También había escrito un libro sobre José Luis Rodríguez Zapatero, El relevo, y mantenía un blog personal, donde recopilaba algunos de sus artículos.
Se desconoce aún el lugar en el que descansarán sus restos mortales, pero en las hemerotecas estará para siempre disponible un trabajo respetado tanto por los que le leían con gusto como por los que se llevaban algún disgusto como consecuencia del compromiso de López Alba con la verdad.