Granados controlaba un piso en Barcelona con la técnica del ático de González
Junto a un exdiputado autonómico usó a Marjaliza como testaferro y alquilaron dos viviendas a personas de su confianza. Bajo cuerda, Marjaliza entregaba dinero a los inquilinos para abonar las facturas.
12 febrero, 2018 00:39Noticias relacionadas
- Marjaliza solicita querellarse contra Granados por un delito de calumnias
- Suspenden las declaraciones de los guardias civiles denunciados por Granados
- Granados vincula a la ministra Cospedal con una operación ilegal denunciada por Marjaliza
- López Madrid admite negocios con Marjaliza pero niega el reparto de comisiones
- David Marjaliza, llamado a declarar de nuevo tras la imputación de Villar Mir
- El juez cita a declarar a Villar Mir como imputado en Púnica
- Citan a declarar a los seis guardias civiles a los que denunció Granados
- Dos empresarios negocian destapar el 3% madrileño a cambio de rebajar sus penas
- El PP de Aguirre, al grito de sálvese quien pueda en los juzgados
El exconsejero de la Comunidad de Madrid Francisco Granados y el exalcalde de Valdemoro José Miguel Moreno Torres controlaron durante más de dos años sendas viviendas en Barcelona por medio de testaferros. Según la documentación obtenida por EL ESPAÑOL, los dos inmuebles fueron comprados de forma orquestada en diciembre de 2003 por una sociedad del empresario David Marjaliza.
Después, fueron alquilados a dos personas indicadas por Granados y Moreno, que recibían bajo cuerda entregas periódicas de efectivo por parte del propio Marjaliza. Así, el empresario de Valdemoro, que ha reconocido en sede judicial ser la persona que manejaba parte de las comisiones cobradas presuntamente por los dos políticos, era tanto el casero como la persona que en realidad abonaba el alquiler de los inmuebles.
La operación guarda similitudes formales con la que los juzgados de Estepona investigan desde 2013 en relación a un ático de Ignacio González. En este caso, el expresidente de la Comunidad de Madrid y compañero de Granados durante años alquiló la vivienda de lujo, con más de 400 metros cuadrados de planta, a una sociedad abierta en Delaware, uno de los territorios más opacos del planeta.
La operación se formalizó con un alquiler con opción a compra, que González ejecutó enviando en total 1,5 millones de euros al extranjero. Sin embargo, desde que se abrió la causa la Fiscalía trabaja con la tesis de que esa vivienda es fruto de las comisiones cobradas presuntamente por González, y que el expresidente de la Comunidad de Madrid controlaba desde la sombra también la empresa en Delaware, cerrando el círculo.
En el caso de Granados y Moreno Torres, no hay un solo rastro documental que les vincule directamente con las viviendas compradas en Barcelona. Sin embargo, y según fuentes conocedoras de la operación, suyas fueron las indicaciones para que el empresario David Marjaliza comprara los inmuebles con una de sus sociedades y los alquilara después a personas confianza de ambos políticos, que recibían de su mano fondos para abonarlos. Los dos políticos y el empresario están investigados en la llamada Operación Púnica, pero estas transacciones desveladas por EL ESPAÑOL no se encuentran en el seno del caso..
Preguntados por estos alquileres simulados, los principales implicados aportan versiones distintas. Mientras el entorno de Granados niega cualquier relación del exconsejero con la operación, el exalcalde de Valdemoro prefiere guardar silencio, igual que David Marjaliza. El empresario mantiene que, si tiene que dar explicaciones, lo hará "en sede judicial".
Una maniobra coordinada
La operación de las dos viviendas se firmó de forma coordinada a finales de 2003. Meses antes, Marjaliza viajó en varias ocasiones a Barcelona para elegir los inmuebles junto con las personas de confianza señaladas por Granados y Moreno Torres, residentes en la Ciudad Condal y destinadas a ser las inquilinas del inmueble.
Así, las viviendas elegidas fueron un pequeño ático de 50 metros cuadrados entre planta y terraza ubicado en la calle Rosellón de Barcelona y un bajo en la calle Cartagena de 58 metros cuadrados. En total, ambas casas costaron 434.000 euros (234.725 el bajo y 199.355 el ático), que salieron directamente de las cuentas empresariales de David Marjaliza. El mismo día que en Barcelona se rubricó la venta de las dos propiedades, Marjaliza firmó -tal y como demuestran los contratos reproducidos por EL ESPAÑOL en este reportaje- sendos contratos de alquiler con opción a compra, firmados por las personas señaladas por Granados y Moreno Torres.
Sobre el papel, la operación era un alquiler más de los cientos que regentaba en ese momento la empresa de Marjaliza. Algo indetectable para la Justicia sin conocer los compromisos anteriores entre empresario y políticos. Y sobre todo, sin tener conocimiento de que, cada cierto tiempo, Marjaliza entregaba en Madrid a sus propios inquilinos cantidades en efectivo destinadas al pago de ese mismo alquiler.
En total, las cuotas abonadas oficialmente por los dos arrendamientos ascendieron a más de 80.000 euros, ya que estuvieron vigentes al menos entre diciembre de 2003 y 2005.
Diferentes finales
Sin embargo, el destino de las viviendas, según ha podido confirmar este periódico, fue distinto en ambos casos. El pequeño ático de la calle Roselló, que Marjaliza compró por indicación de Francisco Granados, estuvo ocupado hasta diciembre de 2005 pero su inquilino no ejecutó la opción de compra. Así, el único beneficio para la persona que lo alquilaba fue su estancia durante dos años en un piso en pleno centro de Barcelona sin coste alguno. Con la excusa de los alquileres, Marjaliza introdujo en sus cuentas oficiales casi 40.000 euros desde la contabilidad B que manejaba presuntamente para Francisco Granados. Poco después, la casa volvió a venderse a un tercero a precio de mercado y ambos -Marjaliza y Granados- saldaron cuentas de forma interna. En sede judicial, el empresario de Valdemoro ha reconocido incluso que apodada a Granados con el nombre de "Futuro" en su caja B, mientras su compañero en esta operación era apodado "Futuro 2".
En el caso del bajo comprado por indicación de Moreno Torres, el destino fue distinto. El alquiler de la vivienda se prolongó hasta abril de 2006 y poco después, el inquilino ejecutó la opción de compra. El precio de venta fue de 236.884 euros, a los que había que descontar los 49.889 euros abonados durante los dos años y medio anteriores en concepto de alquiler. Un alquiler ficticio.
Los precios comparados de compra y de venta reflejan que el inmueble prácticamente no se revalorizó en ese plazo, pese a que España se encontraba entre 2003 y 2006 en plena burbuja inmobiliaria y el precio de la vivienda en la Ciudad Condal se había disparado -de media y según las estadísticas oficiales- de 1.277 euros a 1.870 por metro cuadrado.