Mimoun Kaabouni, más conocido como Rocky, era uno de los reyes del narcotráfico en Europa. A sus 44 años coordinaba desde Marbella una red que se sostenía entre España y Rumanía, dedicada a mover grandes cantidades de cocaína por el continente. Su último alijo: 2.500 kilos de droga oculta en el doble fondo de un contenedor cargado de plátanos. Las imágenes de las detenciones practicadas muestran una gran montaña de fardos, que no es otra cosa que la mercancía aprehendida. Su valor, 625 millones de euros. Ahora ha sido condenado a una pena de 20 años de prisión que cumplirá en una cárcel rumana.
Nos trasladamos a junio de 2016. La Guardia Civil y la Policía de Rumanía desarrollan de forma simultánea la operación Baklava. Los primeros detienen en el aeropuerto de Málaga a Mimoun Kaabouni, alias Rocky, dispuesto a abandonar el país. Vivía a todo tren en una urbanización de alto lujo de Marbella. Los segundos capturan en Puerto de Constanza (al sureste de Rumanía) a otros cinco individuos: el colombiano Diego Narváez Ramón y los lituanos Nerijus Mikailionis, Audrius Laurincikas, Vygantas Gaidamavicius y Tadas Miceika.
La Guardia Civil persigue a 'Rocky'
Esa imagen es la meta de una investigación compleja y con muchas aristas. La Guardia Civil tenía constancia de que un ciudadano con doble nacionalidad (holandesa y marroquí) gestionaba desde Marbella esta red criminal. Pero de nada servía detenerlo si no se conseguía desarticular al resto de la banda.
Así, en enero de 2016, el Grupo de Drogas de la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado inició un seguimiento sobre Rocky Kaabouni. Pronto detectaron que el sospechoso movía grandes cantidades de dinero y que, a su nombre, figuraban varios negocios inmobiliarios en España, Marruecos y Dubái.
Según ha sabido EL ESPAÑOL, también tenía una empresa de importación y exportación de productos en Rumanía. Esta era su tapadera para gestionar los envíos de coca. Rocky Kaabouni buscaba la entrada más segura para la droga en Europa y así arrancó su andadura en la localidad rumana de Puerto de Constanza.
Agentes infiltrados
Plátanos. El líder de la organización criminal encontró en la fruta su tapadera perfecta. Transportaba grandes contenedores desde Sudamérica con la cocaína oculta en grandes fondos. Un grupo de agentes rumanos se infiltró en la organización y detectó la entrada de, al menos, diez contenedores con fechas comprendidas entre el 10 de abril y el 13 de junio de 2016. Con este último envío se abrió la operación Baklava.
La Policía rumana intervino en Puerto de Constanza el contenedor cargado de plátanos. En el interior, 2.500 kilos de cocaína con una pureza que alcanzaba el 90%. Los agentes detuvieron a los cuatro individuos lituanos y al colombiano.
Rocky Kaabouni no recibió la confirmación habitual de que el envío había llegado a destino. Su inquietud aumentaba con el paso de las horas. Decidió poner pies en polvorosa a través del aeropuerto más próximo, el de Málaga. Allí fue capturado por la Guardia Civil poco antes de embarcar en un avión rumbo a Marruecos.
19 años de prisión
Atendiendo a la petición de Bucarest, España extraditó a Rocky Kaabouni a Rumanía. Allí fue juzgado junto a los otros cinco miembros de su clan, clave en la entrada de cocaína a Europa.
La operación Baklava puso fin a los días de lujo en Marbella del cabecilla de la organización. La Justicia rumana le impuso en enero una pena de 19 años de prisión. Los mismos que al colombiano Diego Narváez Ramón. Los lituanos Nerijus Mikailionis, Audrius Laurincikas, Vygantas Gaidamavicius y Tadas Miceika fueron condenados, asimismo, a 18 años de cárcel.
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