El PSOE recibió como un revés la decisión de la Justicia alemana de poner en libertad al expresident de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont. Los socialistas confiaban en la estrategia judicial de mano dura contra los referentes independentistas y en que, en paralelo, en Cataluña se formase un Ejecutivo "autonomista" que tuviera muy claros los límites de sus posibles desafíos al Estado.
La posición del PSOE es, en este sentido, más dura que la del PSC, que desde el principio ha considerado desproporcionada la entrada en prisión de exconsellers y los líderes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Miquel Iceta también ha hecho gestos al electorado independentista al pedir en campaña electoral un indulto en caso de que sean condenados y, más recientemente, un Govern de concentración. Ambas propuestas han sido matizadas y metidas en el congelador por su escaso éxito.
Pero la dirección de los socialista en Ferraz ha mantenido siempre una posición más nítida. En los últimos meses, desde que pactó con el Gobierno la aplicación del artículo 155 de la Constitución, apenas se ha despegado de Mariano Rajoy al considerar que, a quien se apoya no es al líder del PP o al Gobierno sino al mismo Estado.
Solución política
La puesta en libertad de Puigdemont y el incipiente naufragio de la estrategia judicial de Pablo Llarena en Alemania, Bélgica y Escocia, donde ninguno de los acusados por rebelión ha ingresado en prisión, ha hecho que Ferraz comience a tomar distancias.
El discurso de los socialistas incorpora de nuevo la petición de una "solución política" a la crisis institucional que en el Gobierno atribuyen exclusivamente a los partidos independentistas. En sí no es un elemento nuevo, ya que el PSOE lleva años defendiendo una reforma de la Constitución y cree que otras medidas, como la reforma de la financiación autonómica o un cambio en el reconocimiento de aspectos culturales y lingüísticos, puede ayudar mucho a resolver el problema.
Sin embargo, desde el 1 de octubre y la declaración unilateral de independencia, el PSOE había aparcado esos mensajes con la convicción de que había que estar con el Gobierno, o con el Estado, según el partido, y que las críticas era mejor callárselas.
"Seguimos apoyando al Estado, aunque sea difícil confiar en las estrategia del Gobierno para manejar la crisis catalana", dijo el propio Pedro Sánchez este viernes en una entrevista en TVE.
"El Gobierno se está escondiendo detrás de las togas, pero se necesita una solución política, que el Gobierno se ponga al frente de esta crisis gravísima y ofrezca soluciones", dijo.
Según él, en cuanto Rajoy dé un impulso político a la solución, y no sólo apoye o pida contundencia judicial, los socialistas apoyarán al Ejecutivo. Lo dicho por Sánchez este viernes gusta en la sede del PSC, que regularmente hace apelaciones a la reconciliación de los catalanes a través de un consenso con las fuerzas independentistas siempre que éstas abandonen la unilateralidad.
También gusta en Podemos, aunque sólo sea por la música. "¡A buenas horas!", exclamó Pablo Iglesias al ser preguntado. "Es de agradecer que Pedro Sánchez empiece a pedir perdón por haber apoyado a Cs y al PP en la vía represiva", dijo el líder de la formación morada.
El 155, la izquierda y la derecha
El jueves por la tarde, Sánchez participó en un coloquio con dos directores de periódico económicos. En ese momento, se le escapó una ironía que, en realidad, refleja lo que a veces escuece en el PSOE la cercanía al Gobierno.
Al ser preguntado por si el PSOE está en un viaje a la izquierda (por motivos económicos) que puede hacerle perder votos en el centro a manos de Ciudadanos, Sánchez respondió: "El 155, muy de izquierdas, muy de izquierdas, no es, ¿no?"
En otras palabras: si es de algo, la aplicación del artículo 155 es de derechas y el PSOE no se siente muy cómodo con medidas contundentes, diseñadas por el Gobierno, que no tiene más remedio que condicionar primero y apoyar después por la magnitud del desafío.
En ese sentido, la puesta en libertad de Puigdemont está haciendo replantear a los socialistas los costes de un apoyo al Gobierno que no sólo no es de izquierdas sino que, además, se puede acabar demostrando ineficaz.