Jordi Magentí, el presunto asesino de los jóvenes Marc Hernández y Paula Mas el pasado mes de agosto en el pantano gerundense de Susqueda, regresó al lugar del crimen 24 horas después del ataque. El sumario del caso confirma que el 25 de agosto, Magentí volvió al pantano con su mujer, pero la dejó sola dos horas. Los investigadores trabajan con la tesis de que, en ese tiempo el único investigado por la muerte de los dos jóvenes el día anterior, se dedicó a hacer desaparecer cualquier objeto personal de los desaparecidos y a destruir cualquier posible huella que le incriminara.
Según reflejan los autos judiciales, "de las declaraciones se infiere que sería la primera vez que acudió con su mujer a la zona de La Rierica, y que además, la dejó sola durante al menos dos horas. Es perfectamente plausible que el objeto de esta visita sea terminar de proceder a la desaparación de efectos, para lo cual, se habría ausentado del lugar".
Según el relato que ha reconstruido los investigadores, el día del ataque y tras agredir con arma blanca al menos a uno de los jóvenes, les arrebató la vida con una pistola, y después utilizó presuntamente las cuerdas del kayak para atarles, poner piedras en sus mochilas y trasladar los cuerpos con la pequeña embarcación de fibra a otra zona para tirarlos al pantano. Después, intento hacer desaparecer el kayak asestándole varios golpes que quebraron el casco.
Munición del calibre 22
Los informes de la policía autonómica revelan cómo el principal acusado ha reculado una y otra vez en sus distintas declaraciones, hasta afianzar la sospecha de los investigadores sobre su participación en el crimen. En su primera declaración ante los Mossos, el pasado 4 de diciembre reconoce que estuvo pescando varios días de agosto en el pantano de Susqueda "sin observar nada raro". Al día siguiente y en su declaración formal ante el juez, el acusado reconoció por primera vez haber escuchado disparos, pero mantuvo que los relacionó con alguna partida de caza.
El 26 de febrero de este año se produjo un registro en la vivienda que el acusado ocupaba en Font de Canyó. Allí volvió a cambiar de versión para reconocer que había escuchado dos tiros, para apuntalar luego ante el juez una nueva versión en la que explica que escuchó disparos, pero que procedían del monte mientras él es estaba pescando en la orilla del pantano. En una nueva comparecencia y "de manera espontánea, una vez se ha ubicado en la playa de la Rierica, afirma que escuchó dos disparos, gritos, y luego, mucho más tarde otro disparo". Los informes de los Mossos han descartado que durante esos días se organizara batida de caza alguna en la zona.
En el registro de su vivienda, los agentes encontraron munición para un arma de 22 milímetros. El calibre podría coincidir con el de los disparos localizados en el cuerpo de ambos jóvenes, pero los informes forenses no son concluyentes por completo debido al estado de descomposición en el que se encontraron los cuerpos.