A Carles Puigdemont se le conoce más en el acomodado barrio Charlottenburg-Wilmersdorf de la capital alemana en el que reside que al resto de líderes políticos españoles, ya sea el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Así se deduce de la encuesta a pie de calle de EL ESPAÑOL, que se lanza con las fotografías de nuestros políticos en ristre para preguntar a quemarropa.
Marina y Simone, dos berlinesas de mediana edad que trabajan en el Adagio Aparthotel donde se ha instalado el político huido, hacen una pausa para fumar un cigarrillo al sol. En ese establecimiento del distrito Charlottenburg-Wilmersdorf, al oeste de Berlín, vive Carles Puigdemont. Pero Marina y Simone dicen que no lo han reconocido por allí. “Hay tantos huéspedes...”, aseguran.
Frente a una foto de Puigdemont, Simone niega con la cabeza. No sabe quién es. Marina está más al día de la actualidad española. “Sí, ese hombre es el líder de Cataluña. Yo sigo en la prensa a la Familia Real española, por eso vi que había ese gran problema en Cataluña, es una pena”, dice Marina al tiempo que apura su cigarrillo.
Ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera, ni Iglesias
“El rey Felipe VI dijo que no estaba de acuerdo con él”, añade, aludiendo a la famosa intervención del jefe del Estado en la que denunció la “deslealtad inadmisible” de la Generalitat al impulsar el referéndum del 1-O. Sin embargo, a Marina, que es capaz de recitar de memoria dos generaciones de miembros de la Familia Real española, le pasa como a la mayoría de los berlineses del barrio, y seguramente como a casi todos los alemanes: no sabe quién es quién en la política española.
EL ESPAÑOL le muestra los rostros de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. No le suena ninguno. A pie de calle, en el barrio de Puigdemont de Berlín, poco parece haber servido a Pedro Sánchez haber intervenido en el último congreso del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), celebrado en Wiesbaden (oeste del país). El líder del PSOE planteó allí el pasado domingo que “el desafío secesionista en Cataluña no es sólo una amenaza para la integridad de España, también para el proyecto europeo”.
A Marina y a Simone tampoco le dicen nada las caras de Inés Arrimadas, Miquel Iceta o Xavier García Albiol. Este periódico también les muestra imágenes de estos políticos. Pero los constitucionalistas catalanes son perfectos desconocidos para los vecinos berlineses de Puigdemont.
“Su cara me suena, pero no sé de qué”
Finn es un joven periodista alemán que trabaja para un programa de televisión de prensa rosa. Reside habitualmente en Múnich pero se aloja estos días en el Adagio Aparthotel. Se considera una persona informada. Sabe que Puigdemont es alguien “que se posiciona en favor de que Cataluña se separe de España, que ha sido arrestado en Alemania y que ahora está libre, aunque sólo en Alemania”, comenta.
No sabe, sin embargo, que Puigdemont es su vecino en el Adagio. “¡Qué fuerte!”, exclama. Finn también desconoce quiénes son las figuras nacionales y catalanas de los partidos que con mayor vehemencia han defendido posiciones constitucionalistas en el procès. Incluso confunde a Felipe VI con Miquel Iceta.
En el más modesto Hotel Berlín Plaza, un establecimiento que aparenta estar en una categoría inferior respecto del Adagio Aparthotel, Nanette y Anja se ocupan de la recepción. Sólo a Nanette le suena la imagen de Inés Arrimadas: “Su cara me dice algo, pero no sé de qué”. Hay que terminar explicándole que la lideresa de Ciudadanos en Cataluña encabezó la lista más votada en las últimas elecciones.
“Ahora se habla mucho de él porque está aquí”
Nanette y Anja sí reconocen de inmediato a Puigdemont entre las imágenes. “Puigdemont, que quiere separar Cataluña de España, es muy popular aquí, ahora se habla mucho de él, porque está aquí en Berlín, y se informa mucho de él”, afirma Nanette. “No ocurre lo mismo con los otros políticos que me ha enseñado”, abunda, aludiendo a Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y sus respectivas personas de confianza en Cataluña.
Paseando por la acera del hotel en el que trabajan Nanette y Anja, Harry e Ilona se dirigen a la zona comercial del Kurfürstendamm, la célebre avenida berlinesa plagada de teatros, cafés y tiendas de marcas de prestigio. Esta pareja de mediana no es del barrio. Han venido de visita a la capital desde Bremen (oeste germano). “¿Es ese Puigdemont?”, pregunta Ilona ante el retrato del expresident.
Ella y su marido acaban reconociendo al líder independentista. No ocurre lo mismo con ningún otro de los políticos del bando constitucionalista, a excepción de la dirigente de Ciudadanos. Ni Ilona ni Harry recuerdan su nombre. Al oír que se trata de Inés Arrimadas, Ilona hace memoria: “Sí, he oído que es alguien muy trabajadora, pero no es muy simpática, eso es al menos lo que me ha llegado a través de los medios de comunicación”.
“Tan grave como si Baviera decide separarse de Alemania”
“Mi jefa en la empresa ha trabajado mucho en Barcelona, y se interesa por la política cuando va allí. Ella podría darle los nombres de esos políticos que me ha mostrado”, asegura Harry. Habla con empatía de la gravedad de la situación desatada por el procés. “Es una situación muy grave, como también lo sería en Alemania si Baviera, el Land más poderoso económicamente del país, quisiera dejar Alemania”, comenta.
Harry e Ilona se alejan de la fachada del Abba Berlin Hotel, otro gran establecimiento de la zona. A sus espaldas precisamente se levanta el Adagio Aparthotel. Desde la recepción del establecimiento que sirve de hogar berlinés a Puigdemont se puede ver el patio interior del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas germanas). Desde allí habla a EL ESPAÑOL Kai-Olaf Lang sobre el desconocimiento general que impera entre los ciudadanos alemanes sobre los protagonistas de la política española.
“En Alemania, durante mucho tiempo, la cuestión catalana no estaba presente en los medios. Cuando el conflicto se intensificó se informó más”, comenta Lang. Sin duda, no lo suficiente como para que los políticos constitucionalistas sean conocidos. “Pero si aquí se plantea la discusión como algo entre Rajoy y Puigdemont es porque las otras voces no han querido estar presentes, porque los partidos unionistas piensan que el conflicto de Cataluña es un conflicto interno y no quieren que sea una cuestión que se debata a nivel internacional o europeo, mientras que los catalanes independentistas quieren justo lo contrario”, añade.
“Si el Rey está en contra, la independencia no puede ser”
Para Jon, que trabaja en una tintorería situada en la acera de enfrente del Adagio Aparthotel, caras como las de Rajoy, Sánchez, Rivera o Arrimadas son conocidas. Su caso es algo especial. Cuenta con españoles entre sus primos. Viaja a la Manga del Mar Menor desde hace más de treinta años. Ve las fotos de esos políticos y la de Puigdemont, y responde que los conoce a todos. “No los conozco personalmente, pero todos me suenan de las noticias”, dice con una sonrisa.
Jon no da, sin embargo, el nombre de ninguno de esos políticos. Y sólo se atreve a hablar del proyecto de uno de ellos: Puigdemont. “Sí. Éste quería fundar un Gobierno independiente en Cataluña, o algo así, pero un Gobierno independiente que sólo podía ser simbólico, sobre todo ante el juez”, comenta entre risas. “Yo lo veo así: si el rey Felipe VI está de acuerdo con que Cataluña se independice, bien. Pero como el Rey está en contra, no puede ser. Porque España es un reino”, concluye al tiempo que vuelve al trabajo.
En esta zona del distrito de Charlottenburg-Wilmersdorf, donde se puede adquirir todo tipo de productos de lujo, desde mobiliario hasta puros de la marca Cohiba en un establecimiento especializado, son muchos los que pagan para que les limpien y planchen las camisas. Puigdemont todavía no ha dejado las suyas en manos de Jon.