El PSC obtuvo en las últimas elecciones 17 diputados de los 135 que se disputaban en las elecciones al Parlamento de Cataluña, uno más que en los últimos comicios de 2015. Al fin un aumento, aunque fuese leve, en suma de votos, porcentaje sobre el total y escaños desde 1999. ¿Una buena noticia? El resultado fue acogido con resignación, cuando no decepción, por los dirigentes del partido que una semana antes soñaban, gracias a alguna encuesta, con igualar a Ciudadanos y quedarse cerca de los dos principales partidos independentistas.
Nada de eso pasó y el barómetro del Centro de Estudios Sociológicos (CIS) publicado el viernes sobre el comportamiento de los catalanes en las urnas explica alguna de las claves.
Si hubiera que resumir en una palabra la principal amenaza electoral del PSOE, el término sería "Ciudadanos". El partido de Albert Rivera, que ganó las elecciones, se ha nutrido principalmente de los apoyos del PP y del PSC. Pero el PP siempre ha tenido menos fuerza en Cataluña, aunque la fuga de votos respecto a las últimas elecciones haya sido mayor. El partido naranja fue primera fuerza en las principales ciudades de Cataluña, allá donde el socialismo se hizo fuerte desde la transición: Barcelona, el área metropolitana y las ciudades más cerca de la costa, aunque también en otras zonas del interior.
Pero eso son los resultados y se conocieron en la noche de las elecciones. Lo que revela el estudio del CIS es más algunas claves sobre el porqué que sobre el qué. Si hasta ahora el PSC aspiraba a recuperar terreno perdido en pleno avance nacionalista e independentista, ahora tiene que hacerlo también en competencia con Ciudadanos, una fuerza electoral más grande, más rotunda y, de momento, más exitosa. De momento, el PSC goza de su tradicional y arraigada implantación municipal, siendo la segunda fuerza en las elecciones de 2015, pero eso podría cambiar el 26 de mayo de 2019, cuando los ciudadanos vuelven a escoger alcalde.
Los que más españoles y catalanes se sienten
Los votantes del PSC son los que más sienten por igual la identidad española y catalana: un 74%, por encima de Cs (63,5%) o Catalunya En Comú Podem (51,9%). He ahí el primer gran problema del PSC: el de la gestión de dos identidades complementarias sin que una primer sobre la otra.
Al eje ideológico clásico, en Cataluña se ha sumado otro que conocen bien todas las democracias desde hace años, el de la dialéctica arriba-abajo, de la política profesional-política de la calle, muy influenciada por los efectos secundarios de la globalización y los casos de corrupción. Con ella han aparecido nuevos partidos o marcas electorales, que sin duda ha hecho mella en las posibilidades del PSC.
Pero ese fenómeno no lo ha sufrido sólo el PSC, partido al que le ha afectado más que nadie otra circunstancia propia y específica. Se trata del debate sobre identitario, sobre qué debe ser Cataluña, que ha dividido a la sociedad catalana en dos sensibilidades con matices pero muy nítidas en sus postulados: la del independentismo y el de la apuesta por un proyecto compartido con el resto de los españoles.
Un 87,5% de los votantes del PSC no se considera nacionalista catalán (una respuesta similar dan los votantes de Ciudadanos), sus dirigentes repiten que no quieren la independencia de Cataluña, y sin embargo, Ciudadanos y el PP atacaron duramente a los socialistas catalanes, apuntando a que conformarían, si pudieran, otro tripartito con ERC y en este caso Catalunya En Comú Podem, algo que no ha sido ni siquiera explorado tras las elecciones.
El PSC es a menudo anticatalán a ojos de los independentistas y nacionalista para PP y PSC. Cada episodio en medio de la tensión política sostenida en Cataluña fue utilizado como un elemento de desgaste. Como ejemplo, la posición del PSC de considerar "desproporcionada" la prisión preventiva de referentes independentistas. Demasiado para unos, demasiado poco para otros.
¿Entre qué partidos dudan los votantes socialistas?
Todo esto crea dudas en los electores. Un 22,1% de los votantes del PSC dudaron sobre por qué partido optar, un porcentaje de indecisión mucho mayor que el de Ciudadanos (14,2%), PP (15,2%) o JxCat (20,7%), partido este último con quien la competencia es menor.
Curiosamente, entre los que dudaban, más estaban tentados en hacerlo por Carles Puigdemont que por Oriol Junqueras, a pesar de la distancia ideológica que separa al PSC de JxCat. Una posible respuesta a esta aparente incoherencia es el fichaje de Ramon Espadaler, ex líder y conseller de Unió Democràtica, una de las dos patas de la antigua CiU.
Otro elemento que pudo alterar el comportamiento de los electores es el de las encuestas. Un 58,6% de los votantes del PSC aseguran que las encuestas les influyeron algo o bastante. Un 16,3% de los votantes del PSC decidió votar por su partido en la última semana, cuando ya habían estallado algunas polémicas como la de conceder indultos a los investigados por rebelión, propuesta por Miquel Iceta varias veces antes de ser rectificada. Ese porcentaje es mayor entre los llamados comunes (20,8%) que pareció ir remontando un poco en los últimos días de la contienda.
Así cambia el comportamiento de los votantes
¿Cómo ha cambiado el comportamiento de los votantes del PSC? Un estudio de lo que votaron el 21-D los que habían votado en las últimas generales revela que Ciudadanos es, de largo, el principal enemigo electoral del PSC.
Un 19,6% de los que en 2016 votaron por Pedro Sánchez lo hicieron por Inés Arrimadas el 21-D, según el barómetro. Llama la atención que a otro competidor directo, como Catalunya ECP, sólo se fuese el 2,5%, quizás porque en las generales de 2016 el partido vencedor en Cataluña ya fue el de Ada Colau y, por lo tanto, ya tenía una base sólida. También puede haber influido que Catalunya ECP no hizo una buena campaña en las últimas autonómicas. El flujo fue el contrario: un 6,9% de los que votaron por Xavier Domènech en 2016 lo hicieron por Iceta en 2017.
Las demás transferencias también arrojan algunos datos sorprendentes: un 59,7% de los que votaron al PP en las generales lo hicieron a Cs en las autonómicas, un 23,3% de los que escogieron a ERC se pasaron a Junts per Catalunya y un 20,7% de los que optaron por En Comú Podem se pasaron a ERC.
Los votantes del PSC dan un 7,39 a Iceta en valoración y un 5,14% a Arrimadas, la única que aprueba junto a su líder según los votantes socialistas, confirmando que Ciudadanos seguirá siendo, mucho más que los llamados comunes, el principal competidor del PSC en el ámbito nacionalista. Si Cataluña superase la fractura identitaria, el PSC podría aspirar a expandir su espacio a ambos lados del espectro, pero por el momento parece encontrarse en un sandwich cuyas tapas más obvias son Ciudadanos y Catalunya En Comú Podem.
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